Llaneros creen que Chávez estará en la cancha
Sobrino del fallecido ex mandatario venezolano dio fe de aquello.
-Claro que sí, estamos pendientes del partido con Chile- dice una voz desde Venezuela. El hombre que ha atendido el teléfono se desempeña en el Ministerio del Poder Popular para el Deporte venezolano. Dice que está radicado en la zona llanera, en el centro de la nación, y comunica que trabaja firme junto al pueblo. Su apellido impacta: Chávez, Ernesto Chávez se llama el funcionario de la revolución. Y el dato estridente lo expresa a continuación.
-Sí, señor, soy sobrino de Hugo Chávez- declara con énfasis y orgullo.
El comandante le marcó la vida y su cargo actual es, de alguna manera, una misión sanguínea: Ernesto Chávez, hijo de otro Ernesto, primo del presidente, en suma, un heredero del apellido polémico, quiere propagar el legado de Hugo, el tío histórico. Quiere que la "revolución deportiva" impuesta obsesivamente por el fallecido mandatario obtenga frutos. Y uno de esos frutos es clasificar por primera vez a un mundial de fútbol.
-Aquí en la nación- sostiene Chávez, el sobrino- consideramos que Chile es un gran equipo. Pero debemos superar ese obstáculo.
-¿Conoce a los jugadores chilenos?
-A ninguno, compañero. Mire la vergüenza mía. Es que aquí vemos mucho béisbol.
-¿Pero verá el partido, Chávez?
-Estoy dubitativo en ese sentido. Ocurre que esa tarde hay un partido muy bueno de baloncesto.
Venezuela tiene sus preferencias claras: primero, indudablemente, el béisbol; luego empatan el fútbol y el básquetbol. Al sobrino del comandante le gusta el básquetbol y esa tarde… "¡Jugamos con los canadienses, hermano, un partidazo!".
Aun así, con ese fiero compromiso en la mente, Chávez está interesado en el éxito del país. Quiere que la selección tenga éxito en el frío Santiago. Espera sinceramente que los llaneros hayan aterrizado bien.
Dieta silenciosa
Dieta silenciosa
Ayer la selección de Venezuela, comandada por el entrenador César Farías y el eterno Juan Arango, llegó muda a Chile. Se hospedó en el Hotel Intercontinental, entrenó sin bulla en San Carlos de Apoquindo y durmió una siesta pacífica en la mitad de Vitacura. La principal estrategia de la delegación fue controlar férreamente la alimentación.
Tras sufrir el martes una intoxicación masiva, que lesionó el estómago de 20 seleccionados, Venezuela -ubicada en el sexto puesto de las Clasificatorias- fijó tácticas más gastronómicas que futbolísticas: ningún venezolano hizo pedido de room service. Nadie se paseó por las cercanías del restaurante. El agua nacional les pareció más peligrosa que Jorge Valdivia. La controlaron. La dieta completa está bajo control. Venezuela recuperó su digestión y ya está lista para jugar ante Chile. J