Tata Kuaraka, líder boliviano, anticipa lo que harán indígenas para impedir avance de los pilotos por el país.
l Roka Valbuena
"Hermano, vamos a impedir que pasen los autos y las motos. No al Dakar", el mensaje lo dice a La Estrella, desde su celular moderno Tata Kuaraka, un señor que lidera a los indígenas de Bolivia. Se refiere al próximo arribo (12 de enero) de la caravana del rally al salar de Uyuni en el país altiplánico.
En verdad, Tata Kuaraka, la máxima autoridad, se llama Guillermo Flores, masca coca para estar feliz y se viste comúnmente con pantalones grises y camisa dentro del pantalón, aunque en momentos de efervescencia se pone un gorro revolucionario y agita el puño izquierdo. Y lo concreto es que Tata está indignado porque el rally pasará por la tierra de sus ancestros.
Hace unas horas un conjunto de aborígenes relevantes decidió tomar el camino de la violencia. Tata Kuaraka informa a La Estrella: "Recurriremos a las alpacas y las llamas para obstaculizar el paso".
Advertimos a Tata, consternados, que esos camélidos morirán de forma violenta, los pilotos no frenarán porque una llama los mire con cara desafiante. Kuaraka siente pena, pero luego se recupera y murmura en tono bélico: "Habrá algunas bajas. La culpa es de Evo".
Será, en cierta forma, la primera guerra étnica del siglo 21 y ocurrirá el fin de semana: se enfrentarán dos bandos enfurecidos. Los indígenas versus 3 mil 600 soldados del ejército boliviano que los irán a neutralizar.
Los indígenas, como ya vimos, estarán armados con llamas, alpacas y ovejas. Incluso, relata Tata, él mismo, la figura más alta de la jerarquía quechua, se tenderá en la ruta y no se moverá.
-¡Soy Tata Kuaraka!- y a La Estrella le da la impresión que la autoridad se ha golpeado los pechos- Mire, hermano, lo que queremos es respeto al aborigen. Evo Morales jamás nos pidió permiso para que el Dakar pase por estas tierras.
-Efectivo, hermano. Somos propietarios de 400 mil hectáreas.
-No los necesitamos. Estas tierras pertenecían a nuestras familias. Además, Evo nos las regaló de forma simbólica al iniciar su gobierno. Evo es un traidor, hermano.
-¡Evo miente!
-Evo se hace el indígena cuando sale de Bolivia. Pero, dentro de Bolivia, es un antiindígena.
El líder contó que exigieron al gobierno un estudio que constate el impacto ambiental que produciría el Dakar en la región. La autoridad no hizo nada. Y entonces los indígenas ancianos acordaron proclamar la guerra oficial al evento deportivo.
Kuaraka no tiene miedo. Tampoco tiene una estrategia: "Nos pondremos en la ruta junto a los animales. Los jóvenes tirarán piedras. Las mujeres se pondrán a un costado de la pista".
"Pero los soldados tienen pistolas, Tata", comentamos. "Qué", dice Tata. "Armas de fuego que causan la muerte, Kuaraka". Y el líder se emociona, siente que protagoniza un momento épico de la historia indígena. "Si morimos, seremos mártires que dejamos la vida por nuestra tierra, hermano" y, embargado de conmoción y fuerza mística, guarda un profundo silencio. J