Hisashi Tanida
En 1992, la banda insigne de la nueva ola del heavy metal inglés, Iron Maiden, confirmaba su debut en Chile en el marco de la promoción de su disco "Fear of The Dark". Sin embargo, la visita se vio opacada cuando la Iglesia pidió que se le prohibiera el ingreso al país debido a sus supuestas influencias satánicas.
Respecto de este tipo de música un estudio realizado por la Universidad de Queensland, Australia, confirmó que aquellas personas que suelen escucharla tienen muchos más estímulos positivos.
La investigación, publicada en la revista de libre acceso Fronteras de la Neurociencia Humana, estudió a 39 individuos que escuchaban regularmente "música extrema", la cual es definida por los investigadores como caótica, fuerte, pesada y con sonidos estridentes, agrupando los géneros del punk rock, el heavy metal y el hardcore.
Los resultados mostraron que los fanáticos de estos estilos los escuchaban cuando pasaban por emociones como la ira o la tristeza para poder calmarse, ya que la energía de la música coincidía con la rabia contenida, logrando estimular la energía positiva y volviendo a los sujetos más "activos e inspirados".
Los participantes fueron sometidos a un período de inducción de ira, en el cual los entrevistaron durante 16 minutos para exponerlos a situaciones estresantes sobre recuerdos que les hayan provocado ira. Luego se les obligó a hablar de diversos temas desde sus seres queridos hasta sus finanzas, para aumentar sus niveles de ira. Una ves terminado el proceso, podían escuchar música extrema a su elección, o sentarse en silencio.
"La mitad de las canciones en las listas contenían tópicos como la ira o la agresión, además de constantes referencias a la tristeza y la soledad. Sin embargo, los participantes usaron la música para potenciar su felicidad y sumergirse a sí mismos en sentimientos de amor y mejorar su bienestar", explicó Leah Sharman, estudiante de la Universidad de Queensland y parte del equipo de investigación.
Los resultados también indicaron que los niveles de hostilidad, irritabilidad y estrés bajaron apenas la música apareció. Quienes la escucharon se calmaron tanto como quienes se sentaron en silencio. J