A full sigue la competencia entre Vanesa Borghi y Nicole Moreno por el cetro del Festival de Viña. Y como es la prensa acreditada la que elige, ellas se esmeran en regalonearla. Un hito de aquello es la fiesta que preparan para los reporteros festivaleros. Vane Borghi la hará este sábado, en el local Locos x Viña, de calle Valparaíso. Nicole Moreno juega al misterio: será el domingo y será "atómica", afirman desde su comando.
La ex novia de Nicolás Massú, Dayane Mello, está de vuelta en Chile. No solo vino para la Gala de Viña de anoche, sino para ser una de las panelistas invitadas del especial de "Maldita moda", hoy y mañana en horario prime. La maniquí anda con su nueva pareja, un modelo italiano, y su hija. ¿Y qué opina su ex suegra, Sonia Freud? "Ella sabe harto de moda, me parece muy bien", dijo la Tía Sonia.
Ir hoy a la galería de la Quinta Vergara ni se acerca a cómo era a fines de los '70 o en los '80, cuando el público era más crítico e implacable y soltaba sin temor al monstruo que lleva dentro. Hoy muchos creen que los asistentes al Festival de Viña son más fríos y como cada jornada es armada para que no haya sobresaltos, ni necesidad de pifiar tienen.
Los nostálgicos creen que hace veinte o treinta años el festival se vivía con más mística, porque muchos se sentaban en el cerro o arriba de un árbol, y porque se encendían antorchas de papel cuando un artista lo hacía bien. Y hasta se podía aventurar una protesta en contra de la dictadura.
Acá tres personajes cuentan su experiencia en esos años.
El cantante porteño Fernando Ubiergo ganó la competencia internacional en 1978 y la Quinta lanzó su carrera musical. "Yo alcancé a ir al festival como público cuando se hacía en dos jornadas, tarde y noche. Recuerdo cuando entrábamos por el cerro, todo el mundo lo hacía. Me acuerdo haber llegado hasta adelante una vez y haber visto a Sandro en primera línea", rememora.
Ubiergo evoca que "en esos años sí existía el Monstruo y la televisión, que ya lo transmitía, era un elemento adicional. El público era autónomo y no estaban segmentadas las noches, no había noche del rock, noche del pop... el público se mezclaba y eso significaba que podía haber sorpresas, no era predecible. Ahora es un 'Movistar' sin techo. El público hoy de monstruo no tiene nada".
Otro recuerdo imborrable del cantautor son las antorchas de papel, las que él pudo ver desde el escenario, cuando ganó el certamen. "Es muy impactante verlo ahí desde el otro lado, para un artista es increíble", dice.
Los Pujillay estuvieron en 1982 y 1985 en el festival y uno de sus integrantes, Manuel Chamorro, cuenta cómo vivió esas presentaciones. "Creo que era un público que no iba a ver a un artista en específico, como ahora que van a ver a un reggaetonero, pero antes ponen a un baladista o un humorista. El público es muy parcializado, ven al artista que abre y luego la mitad de la Quinta se va. Antiguamente la gente iba a disfrutar el festival en pleno, era como una fiesta, llegaban a hacer la fila a las cuatro de la tarde e iban a ver el show en un todo y apoyaban mucho a los artistas chilenos", comparte.
En su juventud el gobernador de Valparaíso Omar Jara no era un asiduo del festival, pero en 1984 fue con un grupo de amigos a galería. Pero la intención no era escuchar a algún artista en especial. "En ese tiempo había mucha protesta social y nosotros con un grupo de jóvenes intentamos hacer una protesta en contra de la dictadura. Logramos realizar nuestra manifestación durante cinco minutos, pero luego llegó Carabineros", rememora.
La acción ocurrió cuando en el escenario cantaba Miguel Bosé, pero por suerte los jóvenes no se fueron presos. "Nos bajaron la pancarta nomás. Al rato nos fuimos. Recuerdo que nadie más se metió, la gente sentía mucho miedo", concluyó.
57 versiones suma ya el Festival de la Canción de Viña del Mar, que nació en 1960 como actividad anexa a la Feria Internacional de Artesanía.