La semana recién pasada, en el marco de la exposición del ministro de Hacienda Rodrigo Valdés sobre reajuste fiscal, nos pudimos percatar que si el Gobierno le hubiera hecho caso a la oposición, al sentido común, a los empresarios, a los trabajadores, a la gente más modesta, no estaríamos viviendo esta situación tan compleja en la economía de nuestro país. Lo anterior ha llevado a un crecimiento paupérrimo, con una malísima proyección del ingreso fiscal, ajustando de manera importante el pronóstico del PIB para este año, del 2,75% fijado en el Presupuesto a 2,0%.

En términos sencillos, pudimos apreciar dentro de la exposición del ministro que se van a postergar muchos proyectos de infraestructura, como de programas sociales, dado que, se debe buscar un ahorro de US$ 540 millones del gasto público. Aquí es donde grosso modo, dentro del Ministerio del Interior, los mayores ajustes se enfocaron en los ítem de descentralización y algunos proyectos de inversión de Carabineros, mientras que en Obras Públicas el recorte se dará en los recursos destinados a concesiones y Dirección de Vialidad; y en el Ministerio de Educación vendrán por el lado de gratuidad y becas (de manera nominal), infraestructura educacional y gastos de programas como Simce, perfeccionamiento, becas de postgrado y estudios, entre otros.

Esto, se pudo haber evitado pero el Gobierno no quiso. Y hoy lo que tiene que hacer el ministro Valdés es reconocer que es una mala noticia, una pésima noticia, que va afectar mucho más la desaprobación de este gobierno porque pudiendo haber evitado la magnitud del problema económico y no lo hicieron.

Solo resta pedirle al Gobierno que no castigue -como históricamente ha sido en nuestra región- el desarrollo de los proyectos en las zonas aisladas y extremas de Chiloé y Palena, producto -manteniendo prudencia- de su irresponsabilidad fiscal al anteponer un programa de gobierno que si bien propuso cambios revolucionarios por medio de reformas, en su mayoría no representa las necesidades reales que tienen la mayoría de los ciudadanos de nuestro país. Y que por cierto se ve reflejado en las encuestas que han medido no tan solo la importancia de las reformas, sino que también su implementación.