Seikongen: el día que alteró la tranquilidad en Pilpilehue
A pesar de las actuales faenas extractivas de la carga de salmón y agua de la nave semisumergida, aún permanecen en la retina de los habitantes de este sector costero las circunstancias del accidente.
La mañana del 18 de octubre marcó un antes y un después para los habitantes de Pilpilehue, en Chonchi, y comunidades aledañas que hasta ese instante pasaban sus días sin sobresaltos.
Más que suficiente había sido el conflicto ambiental gatillado en mayo de 2016 por los efectos del fenómeno de la marea roja y que tuvo a un vasto territorio de la región en estado de alerta por espacio de tres semanas.
Esta vez una nueva amenaza proveniente desde el mar se instaló a unos 200 metros de la playa de esta localidad costera cuando el wellboat Seikongen, perteneciente a CPT Empresas Marítimas S.A. zozobró con 214 toneladas de salmón y 67 mil litros de combustible.
A 25 días del hundimiento del navío y con operaciones extractivas de la carga en marcha aún, las que solamente se iniciaron esta semana, se escuchan los ecos de lo que fue considerada una verdadera amenaza medioambiental para los pueblos costeros de Pilpilehue, Terao y Agoní de las comunas de Chonchi y Queilen.
A metros de las maniobras extractivas del cargamento salmonero, Patricia Cárdenas, presidenta de la comunidad indígena Ñancul de Pilpilehue, observa atenta todo el proceso de salvataje mientras se toma el tiempo para evocar cómo el wellboat asomó su proa para alterar de raíz la tranquilidad del entorno.
"Me imaginé que el barco lo traían porque tenía alguna pana, pero ellos cuando ya lo dejaron allí y la marea todavía estaba baja, se comenzó a hundir, yo lo vi a las 10 y media de la mañana (del miércoles 18 de octubre) cuando traían el barco", recuerda la dirigenta huilliche.
La imagen del naufragio de la embarcación que recaló en nuestro país hace apenas dos meses (el 7 de septiembre) fue seguida con atención por los propios habitantes de las zonas rurales aledañas a la zozobra, quienes no dudaron en registrar el impactante momento en que se producía el accidente marítimo frente a la costa sin imaginar lo que vendría más tarde.
Todo el proceso del hundimiento se expandió rápidamente por las redes sociales que a su vez replicaban y comentaban el inusual acontecimiento que golpeaba el borde costero del canal Yal.
La propia vocera cuenta que entonces solamente pensó en una solución inmediata para prevenir cualquier derrame de combustible o de la carga salmonídea de propiedad de la compañía, Camanchaca S.A., poseedora de un centro de cultivos frente a Terao.
La mujer explica que frente al hecho "pensé que lo iban a sacar altiro, eso pensamos, se terminó de hundir, y en la tarde bajó mucha gente, allí decían que traía petróleo y eso era complicado, que pudiera haber un derrame de petróleo".
El grupo de vecinos abrigó todas sus esperanzas en el sentido de que la nave sería extraída prontamente. Incluso, días más tarde se habló de un plazo de cinco días, esto porque el mismo intendente regional Leonardo de la Prida lo indicó al apersonarse el jueves 26.
Sin embargo, todas estas expectativas se distanciaban del plan de contingencia que se implementaría por parte de la Armada de Chile como la empresa naviera propietaria, de origen puertomontino.
La vocera indígena, siempre atenta a las maniobras iniciales en el lugar, recuerda que solo con el transcurso de las horas comenzó a evidenciar una mayor preocupación, siempre sustentada en la inminente amenaza que constituía la presencia del wellboat semisumergido en la costa de Pilpilehue.
Agrega que "yo me comencé a preocupar y dijimos: cómo va a ser que este barco quede acá, le dijimos a las autoridades, vimos que llegaron los marinos, nos conseguimos un bote y entramos con otros werkenes, uno de Pargua, uno de Queilen y una niña que vino de Achao".
Efectos
El naufragio del buque gatilló una serie de efectos y reacciones tanto entre los servicios marítimos como en la población ligada estrechamente a la actividad extractiva de orilla o de cultivo de choritos a menor escala.
Una de las medidas preventivas y que sigue vigente consistió el cierre de un área de 4 kilómetros de extensión, prohibiéndose todo tipo de actividad de extracción de mariscos por temor a la existencia de una eventual contaminación.
José Maripillán, recolector de orilla, cuenta que por generaciones su familia ha estado dedicada a las actividades ya sean agrícolas o pesqueras, siendo esta última la base de su sustento económico de su hogar.
"Soy recolector de orilla, han sido días muy complicados, ha sido un problema grave para mí, el problema principal ha sido la parte económica que nos ha estado afectando", mencionaba el isleño antes de conocerse el viernes de la apertura del área.
Según el poblador, el cierre preventivo del área redundó en la imposibilidad de realizar faenas de extracción de mariscos por más de tres semanas.
"He tratado de trabajar en otro lado nomás, haciendo otros trabajos, nunca habíamos vivido algo así, primera vez que nos pasa y lo que ha pasado afecta mucho", confiesa el hombre de mar.
Maripillán es categórico en sentenciar que se hace necesario que los privados y el Estado de Chile sean capaces de reaccionar o responder con planes de contingencia rápidos para advertir o prevenir futuras emergencias en el mar, y con ello evitar que se viva una experiencia como la ocurrida en su comunidad.
El también dirigente enfatiza que "las empresas deben tomar otras medidas y las autoridades también, que tienen que fiscalizar todo, que las empresas cumplan con las normas de emergencia".
Una visión similar realiza el vocero de la comunidad vecinal costera de Terao, Miguel Loncón, quien comenta cómo se impulsaron reuniones informativas en su propósito de obtener compromisos de las compañías involucradas y de las autoridades por abordar esta emergencia y evitar un posible efecto medioambiental en el área.
"Desde el primer día empezamos con una preocupación desde la comunidad del borde costero y el segundo día llamamos a una reunión a los vecinos, con la sorpresa de que llegó mucha gente del sector mismo y vecinos de otros lugares que también estaban preocupados por la situación", apunta el lugareño.
"Allí nació una primera conversación con respecto a lo que estaba ocurriendo y comenzar a pedir explicaciones o información con respecto a lo que se estaba suscitando en esos instantes", asevera Loncón.
El vocero coincide en sostener que la principal inquietud se sustentó en la necesidad de que se generara un plan de emergencia tendiente a dar una solución definitiva en el menor tiempo posible.
"Había mucha gente preocupada y uno mismo que esta cosa lo solucionen lo más rápido posible y que no mantenga ningún tipo de riesgo ambiental, eso fue lo que más nos preocupaba y fue nuestro objetivo y nuestro fin", subraya el dirigente de Terao.
Evidentemente, la condición de cierre del área trajo consigo un impacto en la actividad del rubro mitilicultor que ya en 2016 sufrió todos los estragos causados por el fenómeno de la marea roja en la zona.
Loncón asegura que "muchos dejaron la cosecha para el año siguiente que es ahora y justamente comenzaba el día 20 de octubre en adelante, cuando ya se comenzó a cerrar todo el área contigua al accidente y se trató con el gobernador provincial, de hecho, qué se iba a hacer".
Otro de los activos actores que ha evidenciado todo este proceso marcado por el estado de alerta por el wellboat hundido es Benedicto Aguilar, presidente de la Junta de Vecinos de Pilpilehue.
El dirigente junto a sus pares de la misma comunidad huilliche local hizo suya la amenaza latente de que se pudiese detectar un posible derrame de materia orgánica o combustible desde la nave de carga.
"Ha sido muy preocupante, todo ha sido lento, hemos perdido tiempo para trabajar, pero nos estamos empezando a preocupar nuevamente", afirma el vecino chonchino.
"ALGO LÚDICO"
Una mirada distinta tuvo en principio la imagen que dejó el Seikongen para el vecino Yerko Triviño, quien se convirtió en testigo presencial del accidente del navío frente a su vivienda en Pilpilehue.
El abogado de profesión y excandidato a alcalde manifiesta que ha apoyado a la comunidad en todo este proceso. Cuenta que no ocultó su asombro y a la vez extrañeza por la forma en que se dio la estela de sucesos posteriores al hundimiento.
"En principio lo vi como algo lúdico, me pareció curioso que se estuviese hundiendo pero en realidad no creí que se iba a hundir, lo estaban remolcando con otro barco y cuando empezaron el remolque desde las jaulas de la empresa Camanchaca como que tomaron rumbo precisamente hacia la casa donde yo estoy", detalla el profesional.
Cerca de dos horas transcurrieron, según Triviño, antes que la nave terminara por sucumbir y activarse un dispositivo naval y de la empresa propietaria de la embarcación.
Solamente por intermedio de las redes sociales y medios electrónicos aparecen los primeros antecedentes asociados al accidente, como así también el contenido de la carga que transportaba.
El vecino de esta localidad puso especial atención respecto al tiempo transcurrido entre el accidente y el instante en que se activa el plan para extraer los residuos salmoneros, faenas que comenzaron este miércoles.
"En ese sentido pudo haber sido más rápido todo esto, eventualmente que la Armada haya tomado las riendas y no esperar que la empresa haga su plan de remoción", subraya el jurista.
Para Triviño los riesgos por accidentes de embarcaciones o artefactos navales siempre han estado presentes, radicando allí la importancia de que los servicios fiscalizadores adopten los planes de control de acuerdo a la contingencia.
La misma fuente alude que el Seikongen corresponde a una embarcación con una eslora de 70 metros, sentenciando que "perfectamente" puede correr la misma suerte una nave menor y dotada con menor tecnología.
"Debiera eventualmente estimarse (tal ocurrencia) con sistemas preventivos de planificación en la mano del capitán de la nave a disposición de las autoridades preaprobadas, pero que los planes de contingencia por derrames de distinta índole se complementen en virtud del contexto en que sucedan", justifica.
"Yo creo que planificar este sistema de remoción de residuos fue una cosa que aparentemente habría nacido desde cero, no sé si habrían tenido ellos algo planificado algo previamente porque se trata de un barco particularmente diseñado, de características propias y que tenía no más de 20 días, por tanto, que no hayan tenido todo el sistema de salvataje o un plan de emergencia para un inminente hundimiento", consigna el abogado.
Otro tema que suma el vecino apunta a la necesidad de legislar sobre esta materia, en el entendido de la importancia que reviste la reacción de la autoridad marítima ante este tipo de siniestros, tomando en cuenta la protección del medio ambiente.
"La inminencia del desastre es demasiado amplio, puede tener muchos efectos en la vida de la flora y fauna marina, especies terrestres, en la propia salud de las personas", añade.
Una de las últimas acciones legales del abogado se concretó el jueves, con una denuncia orientada a iniciar un procedimiento administrativo sancionatorio por parte de la Superintendencia del Medio Ambiente.
Mientras tanto, los pobladores siguen atentos y observando el proceso extractivo de salmones en pos de poner punto final a este oscuro suceso ambiental, no queriendo que alguna falla pueda finalmente contaminar las aguas marinas.