Opinión
Genio y figura hasta después de la sepultura
Hablar de antipoesía es sinónimo de Nicanor Parra. Si definiésemos antipoesía en cuatro palabras, estaríamos hablando de "fealdad + sentido del humor + ironía + absurdo.
Para la antipoesía el poema no interpreta, solo describe.
Por cierto que "Don Nica" fue mucho más que estas cuatro amarradas palabras. La antipoesía se presenta como un testimonio artístico de la sensibilidad, que ya no puede satisfacer las necesidades estéticas.
Muchos libros y tesis de grado se han escrito acerca de la obra del autor de "El Cristo del Elqui". La crítica en general lo encasilla en la poesía singular del siglo XX como un autor creacional, de la poesía de lo cotidiano; el poeta que a todo lo que puede con toques irónicos le pone verso; el poeta que no tuvo oído para el discurso académico; el de la poesía de la vida diaria, cotidiana y trivial. Sus poemas los pueden leer el hombre común. También coinciden los críticos que él hizo de la poesía un arte peligroso, poesía de un modo inesperado y sorprendente, donde irrumpe lo suelto, el desparpajo.
Parra alguna vez se autodefinió como "un hombre del montón", lo cierto es que no lo es.
La crítica coincide en destacar que es un gran referente de la poesía chilena y estandarte de la literatura española.
El galardonado poeta ha sido un agente transformador y provocador. El antipoeta se posicionó contra el poeta; que usó el poema como territorio de combate frontal, convertido en un espectáculo, conducido por el antipoeta-bufón, con la complicidad del lector.
El autor de "Poemas y antipoemas" -quizá su libro más leído- empleó en sus trabajos, frases hechas, muletillas, los tópicos. Bordea el arte "pop" de títulos de diarios.
Nicanor Parra, el antipoeta que sacaba de quicio a la izquierda y derecha, a sus congéneres, y a tantos otras más, y uno de los primeros ecologistas del país, "es un gran artefacto, el que no morirá jamás".