Cada punto, cada jugada, cada acción que realizaba Chile en el Salzburg Arena tenía un protagonista. Y no eran ni Nicolás Jarry ni Christian Garín, las dos estrellas del equipo nacional.
El personaje que se robaba las miradas estaba al costado, justo al lado del juez de línea. Y era ese mismo que dentro de la cancha le dio tantas alegrías al país: Nicolás Massú. El capitán de la escuadra criolla vivía cada punto como si fuera el último. Se paraba, gritaba, daba órdenes, intercambiaba miradas con sus pupilos y aplaudía en señal de aliento.
"Cabeza, cabeza", "Tú puedes", "Vamos, vamos". Estos y más eran los mensajes de apoyo del doble medallista olímpico en la arcilla de Salzburgo, que a la larga fueron claves para sus jugadores.
Es que el extenista número 9 del mundo fue una pieza trascendental. Los días previos a la serie estuvo muy activo, se le vio demasiado motivador y corrigiendo hasta el más mínimo detalle en los entrenamientos de los nacionales en Europa.
No solo eso, también se mostró muy alegre y ayudando a que el ambiente fuera lo más distendido posible. Massú sabía que el factor anímico sería trascendental y así lo hizo ver en las prácticas. "Es un referente. Es muy motivador, el motor del equipo. Siempre coincidimos con él con las decisiones que toma", revela Garín.
"Lo pasamos muy bien con él. Tiramos muchos chistes. Se forma una muy buena atmósfera en el equipo. Todos lo respetamos mucho. Como él siempre fue un luchador, nos inculca que hay que dejarlo todo en la cancha", detalla Hans Podlipnik.
Atento
Massú siempre estaba atento a todo, incluso, cuando Chile no practicaba se le veía mirando el entrenamiento de los rivales, a quienes analizó en profundidad para identificar las debilidades de cada uno.
"Habla mucho de cómo hay que jugar. Estudia mucho al rival. De hecho, los días previos espió el entrenamiento de los austriacos", cuenta a Emol en Salzburgo el ex tenista Jorge Aguilar, ayudante del capitán.
Ya comenzada la serie, el rol clave de Massú se fue incrementado. Sentado en banca junto al chileno que estuviese en cancha, el doble medallista olímpico no dejó de alentar, gesticular y dar instrucciones.
Realmente parecía que en cada punto quería entrar él a la cancha a jugar, mostrando el real compromiso y ganas que tenía de conseguir el boleto a las finales en Madrid.