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Chilotas resurgen tras vivir experiencias límite

Una sufrió asalto en su casa y otra un violento ataque sexual. Ambas hallaron ayuda y se levantaron.
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Siempre existe luz al final del túnel. Más allá de lo traumático que pudiese resultar la experiencia de estar al filo de la muerte y ver la violencia encarnarse en sus agresores, las señales de esperanza emergen. Y bien lo pueden decir dos valientes mujeres que decidieron no derrumbarse y atreverse a contar sus vivencias y buscar ayuda. Un respaldo que a pesar de costar encontrarlo en un territorio como Chiloé, con escasas opciones, apareció con bríos rehabilitadores.

Una de estas vecinas todavía evidencia las señales de la brutalidad con que actuaron sus asaltantes. Dos delincuentes que entraron a su casa emplazada en el sector sur de la capital chilota, para no solo apropiarse de especies, sino también para sembrar una huella de temor y agresividad en su víctima.

Tal como recuerda la afectada, quien prefiere mantener reserva de su identidad, a plena luz del día irrumpieron los hampones. "Terminé de hablar por teléfono con mi hijo y por la puerta lateral de mi cocina ingresó un sujeto con un cuchillo en la mano y a rostro descubierto. Después entró otro por el mismo lugar... supe que era un asalto e intenté quedarme callada", expresa.

De inmediato, los desconocidos la inmovilizaron, maniatándola y siempre actuando con inusitada ferocidad. "Les dije por favor que no me apretaran tanto el cuchillo en el cuello", recalca sobre la pesadilla que se extendió por más de una hora, añadiendo que "revisaron toda mi casa, me amenazaron constantemente con insultos, me ponían el arma también en la espalda, las costillas".

La dueña de casa siempre trató de permanecer calmada. Incluso, les dijo que la dejaran rezar junto a la cama. Hasta los instó a entregarle sus artículos de valor, como las joyas. Todo para no sufrir mayores consecuencias.

El momento más complicado, como enfatiza, "fue cuando uno de ellos estaba forzando mi velador y el otro enojado le fue a decir algo al oído, respondiendo este que "eso no"... yo pensé que me querían matar o violar porque no encontraban más cosas. Ahí rogando a Dios se me ocurrió ofrecerles el revólver de mi marido y se tranquilizaron".

Los ladrones conocían el horario de los moradores del hogar. Tenían programado su ataque. Sabían a la perfección lo que hacían. Así lo dedujo de inmediato la mujer que se mantuvo serena hasta que se fueron los malhechores y logró pedir ayuda, tras un llamado telefónico que recibió de su esposo.

Agrega que "no quería denunciar nada, pero mi esposo me convenció a decir lo que pasó". Y esto fue el primer paso para superar este calvario.

Desde la Fiscalía de Castro fue derivada al Centro de Apoyo de Víctimas de Delitos Violentos (CAVD), un establecimiento que no conocía, pero que se convirtió en una herramienta vital para su reparación.

"Cuesta mucho retomar tu vida. Si antes dormía mal, ahora peor. Igual hay que tener que tratar de salir de esto", enuncia como génesis de su "salida". La castreña reconoce que estaba abierta a recibir ayuda, ya que "no quería salir sola a la calle, sentía miedo de quedarme sola en mi casa", por eso recalca que todo respaldo es vital para superar estas experiencias.

Aunque le costó liberarse al comienzo de la intervención, manifiesta que le entregaron las pautas para resurgir. Apunta que en el establecimiento "sentí un apoyo muy grande, te atienden con un gran esmero. Estuve como siete meses, una terapia larga que implica un costo alto que yo no habría podido emprender sola. Aprendí a vivir el día a día, a no encerrarme por este hecho y buscar instancias para que esto no vuelva a suceder".

sicológico

sicológico

De acuerdo a lo especificado por Marcela Riquelme, sicóloga que atendió a esta víctima de un robo con violencia, existen tres ejes esenciales en que se fundamenta la acción de los profesionales del CAVD.

Operando como diagnóstico se encuentra la entrevista de primera acogida. "Esto tiene que ver con detectar las necesidades de la persona. Si prevalece lo legal, social, sicológico o una combinación de estos. También sirve para fortalecer la confianza de la persona, dar cuenta que existirán quienes van a acompañar a la víctima en todo este proceso", acota.

Asimismo, aclara que los funcionarios están centrados a nivel de la afectación de la persona, a diferencia de otras instituciones que son más estructuradas. "Estamos enfocados en el cómo estás, en cómo afectó este delito a la persona y su círculo cercano", asegura.

Una segunda arista la constituye el plan de intervención. "De acuerdo a los requerimientos y al diagnóstico que realizamos buscamos satisfacer diversos objetivos, que desde el plano sicológico pretenden entregar orientación, fortalecer la expresión, el desahogo de las personas, prestar apoyo y reforzar el diálogo", señala la sicóloga.

Dentro de esta esfera se comienza a reorganizar la vida de los afectados, según el tipo de delito que sufren. Como ejemplo en la castreña asaltada, se empezó a limpiar la casa y no asociarla a los recuerdos del ataque delictivo. De ahí, se ve la sintomatología presente, si es necesaria la coordinación con especialistas del área salud para apoyo con medicamentos.

Paralelamente, se trabaja la socioeducación. En el fondo, pensar qué elementos le sirvieron a las víctimas de todo el paso traumático que vivieron. La idea es volver a retomar la confianza.

La etapa final es lograr la resignificación de la experiencia victimal. Como indica Riquelme, lo sufrido por quienes sufren estos complejos casos no se puede borrar, pero a partir de esto hay buscar un aprendizaje.

"Debo darme cuenta de qué habilidades ocultas tenía y se desplegaron por estos casos. De lo negativo, una situación límite, aprender lo positivo. Como en el caso de la señora, la calma en que enfrentó este asalto. Aprendo que soy valiente, mis valores que crecen en este proceso", detalla.

ULTRAJE

ULTRAJE

Una serie de habilidades similares surgió también en otra víctima de una situación compleja. Otra mujer que demostrando arrojo a toda prueba salió de un profundo pozo, aunque los temores aún persisten, más si se considera que fue afectada por un ataque sexual.

Justamente, cuando la agricultora se encontraba en el campo en Queilen, vivió esta aberrante experiencia de parte de un joven que trabajaba esporádicamente para la familia.

"Siempre le decía hijito, de cariño... entonces, no entiendo lo que a él le sucedió. Lo recibimos a veces en la casa cuando no tenía cuándo quedarse. Ahí se puso atrevido, llegó borracho, empezó a celarme y mi marido le dijo que no tenía por qué tomarse esas atribuciones y lo echamos de la casa", cuenta como preludio de una verdadera historia de terror.

"Después llegó a cobrar venganza", enuncia la isleña, sumando que "su intención era matarme o violarme. Abrió la puerta, la botó de un pencazo y metió medio cuerpo adentro... y aparece el cuchillo".

Con el dolor de rememorar estos hechos, agrega que el depravado la obliga a abrir la puerta. "Era como los pelos de uno se cayeran. Mi cuerpo empezó a vibrar del miedo", recuerda.

Luchó para evitar lo peor. Trató de persuadirlo a dejar el cuchillo, llamó al agresor por su apodo para ganarse su confianza. Pero nada. El hampón estaba dispuesto a todo. "Me respondió que iba a pagar por lo que le hicieron", especifica.

Toda la noche bregó contra el victimario. Intentó escaparse, pero fue alcanzada. "Salí con pijamas, pero me agarró. Me caí y mis chalitas quedaron en el barro", comenta como episodio previo a los actos más violentos donde fue ultrajada, amenazada con un cuchillo y donde luchó por su vida.

Fueron más de 10 horas de drama, cuyos alcances aún permanecen en la mente de esta mujer quien reconoce que esto caló profundamente en su vida, pero que no se "echó a morir".

Al igual que la vecina castreña asaltada, fue derivada al Centro de Apoyo a Víctimas de Delitos Violentos desde el Ministerio Público.

"Lo que más valoro es que me recibieron con mucho cariño. De hecho, alguien me dijo, por qué abrí la boca, que me desprestigié, pero cuando llegué acá valoraron mi acción. Encontré personas que me apreciaron, entendieron y creyeron. Ahora me siento bien, aunque todavía tengo miedo y no voy al campo sola", añade la agricultora.

juicio

juicio

Junto al respaldo sicosocial, también encontró la ayuda jurídica que permitió sustentar la causa contra el autor de las agresiones sexuales y llegar a una condena. La abogada del recinto, Flavia Núñez, dirigió una querella, que fue tramitada por unos ocho meses hasta desencadenar en un juicio oral.

"Finalmente, se determinó la responsabilidad del acusado que fue condenado a 3 años y un día de presidio efectivo", explica la jurista, sumando que también "hubo un acompañamiento a la víctima, una participación constante de todas las áreas del centro".

Esta dinámica fue altamente reconocida por la queilina, quien recomienda a ojos cerrados a todas las víctimas de hechos violentos a buscar ayuda en el CAVD. "Acá encontré mi fortaleza. Humanamente fue mi respaldo. Por eso siempre digo que cualquier persona que sufra algo como esto, que existe un lugar donde uno se puede rehabilitar, a lo mejor uno no puede ser como antes, pero puede recuperarse. Eso lo reconozco y lo agradezco", finaliza.

"Lo que más valoro es que me recibieron con mucho cariño. De hecho, alguien me dijo por qué abrí la boca, que me desprestigié, pero cuando llegué acá valoraron mi acción". Queilina ultrajada

"Estamos enfocados en el cómo estás, en cómo afectó este delito a la persona y su círculo cercano". Marcela Riquelme, sicóloga del centro