La sonrisa fue para Pep tras duelo City-Bayern
Manuel Pellegrini se inclinó una vez más ante Guardiola.
LLos medios ingleses pusieron una cuota de salsa picante antes del partido. Es, dijeron, el momento para que Pellegrini se pueda vengar de todas las derrotas que ha sufrido ante los equipos dirigidos por Guardiola. Es el momento para que Pellegrini ría. Sin embargo, la única sonrisa que se le escapó a Manuel Pellegrini fue forzada: al finalizar el partido el chileno le estrechó la mano a Pep Guardiola y esbozó una mueca de cortesía. Fue un gesto de protocolo británico y, más allá de eso, no hubo una sola razón para reír. El City fue aplastado por el Bayern.
Y Pellegrini fue aplastado por el español: desde la banca se han enfrentado en nueve ocasiones y en todas ellas, salvo un empate aislado que ocurrió cuando el chileno entrenó al Villarreal, ha ganado Pep.
Bayer dominó en la cancha, en las estadísticas y en los goles. Tuvo un 66% de posesión de pelota, mientras el City, con esfuerzo, se apoderó de ella durante el 33% del partido. Y Bayern metió tres goles, aunque pudieron ser seis. Ribery, imparable: gol al minuto 7; Müller, potente: gol en el minuto 56; Robben, desagradable y vital: estupendo acierto en el minuto 59. El City, por su parte, mostró timidez y apenas una inspiración individual: Negredo, paradojalmente uno de los puntos menos negros de los ingleses (aunque sólo entraron de titular dos futbolistas de nacionalidad inglesa), clavó un zapatazo a los 79. ¿Y el resto de ese equipo inglés que no juega con ingleses? Maniobras insípidas. Empeño sin productividad. Touré lanzándose como un negro rabioso en pos del terreno ario. Agüero apagado. Pellegrini, incluso, sin hallar soluciones, se resignó y miró gran parte del partido con las manos en los bolsillos.
"Despierten al City", exclamó un comentarista en la televisión. Un inglés, vía Twitter, lo dijo con modestia: "Pellegrini mandó un equipo a la cancha, pero Guardiola mandó un equipazo". De manera que, al menos por ayer, la conclusión es poética: Pellegrini y Guardiola están distanciados apenas por una hipérbole. Uno entrena a un buen equipo en etapa de adaptación, el otro es el entrenador que dirige al campeón. Y así fue en la cancha, los celestes perdidos y los rojos más claros que nunca.
Duelo de elegantes
En la cancha fue todo evidente desde el comienzo. Más allá de arrestos orgullosos del City en los minutos finales, más allá de un golpe en el travesaño que llevó a Pellegrini a salirse de sus casillas y emitir un grito en público, nunca estuvo en discusión el marcador. Bayern está por sobre el City. Ahora lidera el grupo D de la Champions y se consolida como el principal candidato al trofeo.
Lo que sí estuvo más disputado fue el duelo en elegancia. Pellegrini lució una camisa celeste que se enfrentó a una impecable camisa blanca. Algunos piensan que el duelo de elegantes terminó en empate. Pero otros creen que ni siquiera en camisas hubo igualdad. Guardiola vivió una tarde inspirada y, lógicamente, se fue con una sonrisa Pep.