Profesionales que buscan ayudar a los más pobres
Altruistas jóvenes cuentan sus experiencias en el Servicio País. Una de ellos es una pascuense que vivió en Chiloé.
En un mundo cada vez más competitivo e individualista, donde se destaca más lo negativo que lo positivo, resulta enriquecedor saber que en las nuevas generaciones existe conciencia social, interés por ayudar a los más necesitados.
En 1995 nació el Servicio País, programa de intervención social de la Fundación Superación de la Pobreza, que busca profesionales de distintas áreas que pretenden un Chile con más justicia social y bienestar común.
Se forman equipos interdisciplinarios que luego trabajan en terreno en distintos ámbitos: hábitat, cultura, educación, trabajo y salud. Por ejemplo, los profesionales del área ambiental gestionan planes de manejo de recursos naturales, y apoyan iniciativas de organizaciones de pequeños productores agrícolas, agrupaciones turísticas y sindicatos de pescadores.
Otro caso es el de los profesionales de las comunicaciones o las artes, quienes pueden trabajar en el Servicio País Cultura, y desde ahí apoyan el desarrollo artístico-cultural de comunidades, o la asociatividad y proyección de gestores culturales. También se necesitan egresados de las áreas de arquitectura, construcción, ingeniería, derecho, educativa y social.
Durante los últimos 18 años han sido más de cinco mil profesionales los que han trabajado a lo largo de Chile, desde Putre a Cabo de Hornos.
En la institución indican que para vivir la experiencia, aparte de los títulos profesionales, se requieren personas que se caractericen por su compromiso y trabajo, con ganas de una proyección profesional, ya que parte importante de los participantes decide cambiar su vida y radicarse por más tiempo en la región de destino.
"Cada año que abrimos las postulaciones nos asombra el gran número de interesados (...). Ante esta situación estamos profundamente agradecidos con los profesionales que eligieron ser parte de este desafío, el cual busca superar la pobreza y la exclusión social, ya que el tema no es exclusivamente económico. La motivación de estos jóvenes y por sobretodo el vínculo que establecen con la comunidad a la que se trasladan a vivir, es el corazón de esta sociedad con igualdad de derechos que soñamos", sostiene Carlos Silva, funcionario del organismo.
Acá van tres casos de jóvenes que en vez de buscar empleos rentables, postergaron sus intereses económicos y tratan de cambiar la vida de los más necesitados.
ANDINA SOLIDARIA
ANDINA SOLIDARIA
Paulina Agurto tiene 28 años. Nacida en Los Andes, se tituló de Ingeniería Ambiental en la Universidad de Valparaíso. Su afán por ayudar lo cultivó de antes de integrarse al Servicio País, cuando hizo voluntariado con niños vulnerables en Reñaca Alto. "Me llamó la atención y me gustó mucho. Es una inquietud de conciencia social de mi parte, el cómo aplicar la ingeniería ambiental pero desde otra perspectiva", comenta. Ella comenzó en marzo de 2012 y se suponía que la labor fue de un año pero su buen desempeño le significó mayor continuidad.
Hoy se encuentra en Petorca trabajando con organizaciones de agua para el consumo humano. En la comuna hay escasez hídrica, está declarada zona de catástrofe, y Paulina ha sido testigo del drama que afecta a las familias.
"Es súper grave el tema porque hay localidades donde no llega el agua, se abastecen con camiones aljibes, pero el camión va durante algunos días de la semana. Las mujeres son las que más sufren porque tienen que llevar el hogar adelante. Es una necesidad básica y el problema es cuando hay bebés y a veces ni siquiera tienen para ducharse", expresa la joven, que apoya a los pobladores en el aspecto técnico, en la creación de redes y el mejoramiento de su calidad de vida.
A futuro Paulina quiere seguir en el área social en una ONG o una fundación. "El voluntariado cambió mi perspectiva de ver las cosas. Faltan muchos jóvenes que participen en el ámbito social, porque el mismo sistema te lleva a la individualidad o el consumismo, a enfocarte en tu propio bienestar", menciona.
sicólogo
sicólogo
Hace 25 años nació en Concón Camilo Valenzuela Bravo. Estudió Sicología en la Universidad Adolfo Ibáñez e hizo un postgrado en Santiago. Ha tenido experiencia tanto en el área clínica como laboral, con jóvenes vulnerables y en riesgo social, lo que dice abrió su mente y lo llevó a ser más empático.
Hace un año postuló a Servicio País y en marzo fue destinado a la comuna de Santa María, provincia de San Felipe de Aconcagua. Se acopló a un equipo de jóvenes profesionales que apoyan a personas de escasos recursos en el ámbito laboral: emprendedores, artesanos y autoempleo.
"Las personas que están más alejadas de los centros cívicos más importantes como Valparaíso o Los Andes, están muy distantes de las oportunidades que da el Estado. Hay poco acceso a internet, a la información y a profesionales que los apoyen. El Estado tiene medidas que no calzan con la realidad de esta personas", expone.
En ese sentido se encontraron con un complicado escenario para llevar a cabo su tarea, y apoyarlos en el proceso: "Lo que más nos impactó cuando llegamos es el poco incentivo y motivación que tienen las personas para trabajar en equipo. Hay mucho individualismo que dificulta el trabajo y el que salgan ellos de la pobreza".
Pese a ello, Camilo está encantado con lo que hace, pero advierte a los interesados en el programa que se necesita mucho compromiso, en especial porque hay bastante labor en terreno, se termina rendido por el cansancio en cada jornada, actitud que es valorada por los beneficiados.
Camilo sabe que en una empresa puede ganar más dinero pero por ahora no es su tema. Está satisfecho con el agradecimiento y reconocimiento de la gente. "Muchas veces nos dan regalos, los productos que hacen artesanos y productores. Mi comuna es chica y eres un personaje público: vas a la radio, a eventos sociales con el alcalde, en la plaza todo el mundo te conoce", admite.
rapa nui
rapa nui
Vairoa Ika Guldman tiene 28 años, es nacida y criada en Rapa Nui. Sus padres se conocieron en el continente y luego viajaron a echar raíces en territorio insular. Tras completar su enseñanza media, Vairoa viajó a Santiago a estudiar Ingeniería en Recursos Naturales Renovables en la Universidad de Chile, carrera de la que egresó en 2010.
Hizo la tesis con una propuesta en manejo sustentable de los residuos, pero antes de aplicar sus conocimientos en su tierra, por amor viajó a otra isla, la Grande de Chiloé, donde estuvo acompañando en Castro a su prometido que es basquetbolista profesional. Pero en marzo pasado regresó a Isla de Pascua con ganas de sacarla adelante. "Casi todos los jóvenes salimos a estudiar al continente para volver a la isla a entregar nuestros conocimientos", enfatiza la joven.
Recuerda que habló con el alcalde para ver la posibilidad de integrarse en uno de los programas de la municipalidad. En ello estaba cuando la llamaron de Servicio País para formar un equipo enfocado al tema residencial, establecer mejoras en las políticas habitacionales. "Querían un profesional del continente y otro isleño, que se relacionara con la comunidad local, que manejara el idioma y conociera la idiosincrasia", cuenta.
Junto a un geógrafo de su mismo plantel estudiantil han logrado una gran acogida de la comunidad. Primero establecieron un diagnóstico de la situación de los residentes, donde tras hablar con juntas de vecinos y organizaciones indígenas, pudieron detectar diversas problemáticas "Por ejemplo, que los costos para construir acá son muy altos con respecto del continente. Con el monto de un subsidio en el continente se puede encontrar una casa buena, pero en Rapa Nui la gente sí o sí tiene que poner dinero", detalla.
En Isla de Pascua por tradición sus habitantes recurren a la autoconstrucción, pero los materiales son muy caros y hay que importarlos desde el continente. La mano de obra también es onerosa y además hay recursos naturales que se están agotando. Vairoa informa que a la cantera usada para la extracción de áridos le quedan pocos años de vida.
La profesional considera que hay voluntad de las autoridades de que las cosas funcionen, pero igual hay preocupación porque en los últimos años se ha expandido la zona urbana por el crecimiento de la población, en especial gente del continente. Hay un déficit de viviendas y también ha aumentado la basura. Para ella es vital fomentar la educación ambiental, en especial el manejo del tema de los residuos.
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Vairoa está diseñando un proyecto de instalación de paneles solares en la zona urbana. "Se están haciendo cosas, hay mucho amor por la isla de parte de sus habitantes, pero faltan herramientas para canalizar ese amor en soluciones. La isla es pequeña, vulnerable, con sectores arqueológicos que es necesario proteger. Hay que buscar un justo equilibrio", manifiesta la ingeniera. j