Músico chilote defiende la cultura con cantos, danzas y la construcción de violines
Quilalar pertenece a una nueva generación de jóvenes que ha abrazado el arte del folclor insular.
A sus 26 años de edad el joven músico quellonino, David Cárdenas Álvarez, camina a paso firme por el mundo del arte mezclando el folclor chilote con el oficio de construir violines, especialidad que se encuentra casi al borde de la extinción en Chiloé.
Llama la atención dada la generación a la que pertenece cómo ha influenciado en su vida este género de la música contemporánea, marcando allí una fuerte diferencia respecto a su predilección por otro tipo de estilos o corrientes musicales reinantes en los tiempos actuales.
Perteneciente a una familia de artistas por excelencia, uno de los hijos del fallecido cultor achaíno, Amador Cárdenas, ha sabido combinar su tiempo a favor del canto y la danza siendo una herencia que abraza desde los siete años, cuando se integró a las filas del reconocido conjunto Llauquil de Quellón.
"El acercamiento con la gente a través de la música empezó cuando ya sabía tocar guitarra y algunos bailes que hacíamos en un conjunto de proyección folclórica que se llamaba Los Llauquilitos. El resto de las cosas me las han ido enseñando mis padres, y diferentes personas y amigos que tengo en distintas partes de Chiloé", explica Cárdenas desde su hogar al sur de la Isla Grande.
-Fue una linda experiencia, sobre todo cuando mi papá estaba con vida, porque viajábamos a distintas partes y conocí a mucha gente. Siempre fue lindo participar en ese conjunto por los bailes, las canciones y sus integrantes que hasta los días de hoy se mantienen vigentes en ese estilo.
Pero la trayectoria de este ex alumno del Liceo Rayen Mapu ha estado marcada por una serie de importantes hechos donde su padre tuvo mucho que decir al momento de inculcar en todo su entorno familiar la pasión por la defensa y difusión de las raíces culturales del pueblo huilliche.
trabajo
Bajo este alero, David comenzó a trabajar con sus hermanos y los hijos de los demás integrantes del conjunto Llauquil dando vida al grupo Los Llauquilitos, una suerte de cantera de incipientes talentos que a la postre se convertirían en los continuadores de la obra del fallecido Amador Cárdenas.
-Ha influido bastante, sobre todo en las cosas que se pueden hacer a través de la música y los instrumentos que la gente "oía" antiguamente, como la guitarra, tambores, violines, o acordeones, pero actualmente también hay otros músicos que se han sentido influenciados por la figura de Amador Cárdenas. Ha sido muy fundamental sobre todo en la constancia de las cosas.
alternativas
Pero con el correr de los años los adolescentes folcloristas comenzarían a explorar otras alternativas y espacios para cultivar sus movimientos musicales sin olvidar los orígenes y principalmente llevando en sus espaldas los ricos conocimientos traspasados por sus talentosos progenitores. Es así que el propio David Cárdenas decide independizarse y crear junto a sus compañeros de arte el conjunto Quilalar.
"El año 2005, empezamos a cantar en el liceo, después nos empezaron a invitar a otros liceos y así. Partimos cuatro integrantes y éramos compañeros de curso, ahora somos cinco y funcionamos de manera independiente para las personas que gustan de lo que hacemos", explica.
-La línea es la música chilota con la profundidad de su historia. A eso le hemos incorporado algunos instrumentos que no necesariamente son representativos, pero nos han servido para tocar otros ritmos, eso nos ha servido para salir a tocar a otras partes junto con el rescate de cosas. Hemos viajado a muchos lugares y hemos conocido a muchas personas, sobre todo en la Patagonia.
-Tenemos apenas ocho años y nos hemos presentado en varias partes. Pero las más importantes son siempre acá en la Isla porque aprendemos más. Hace poco dimos un concierto de música chilota en Santiago en la Sala del Derecho de Autor de Bellavista.
creador
El quehacer cotidiano del integrante de Quilalar de Quellón transita no solo con cantos, composiciones y danzas sino que también con el magnífica e incomparable arte de fabricar violines.
Una especialidad que igualmente le ha generado grandes satisfacciones más aún cuando se trata de ir literalmente a las raíces mismas de la cultura chilota, ratificando de este modo su defensa absoluta a través del arte de la música.
"Trato de ocuparme en el tiempo prácticamente, hago canciones cuando hay que hacerlas solamente, igual que los violines, son buenos complementos porque cada trabajo tiene un lenguaje, que se va desarrollado después en las canciones", cuenta.
-Era una meta propia poder construir al menos un violín y a todos les gustó el violín así que tomé la decisión de seguir en esto. A las personas les encanta escuchar cómo "hablan los violines". Aprendí con el luthier Claudio Miranda y Florindo Navarro de Dalcahue, me ha servido personalmente para reencontrarme con la historia y sus sonidos de campo.
El canto, la danza y los violines son el camino que ha forjado este joven talento quellonino que en comunión con el grupo Quilalar se ha paseado por los distintos escenarios deleitando a grandes y chicos con sus creaciones musicales.
Con la convicción de que la música va de la mano con las historias de los lugares, el artista ya piensa en sus nuevos desafíos siempre junto a Quilalar. El nuevo proyecto consiste en grabar su tercera producción discográfica siempre con variados ritmos que representan la más pura y profunda cultura tradicional insular, dejada por los sabios cultores de Chiloé.