Chacao le dice adiós al querido padre Andrés
Tras 15 años en el sector rural de Ancud, el sacerdote belga se aleja de las tierras que lleva en el corazón.
Desde niño admiró el trabajo de los misioneros que viajaban a otros países a evangelizar, sobre todo en el Congo belga y se dijo así mismo, "están todas las facilidades para que pueda realizar este sueño".
Son las palabras de Andrés de Beer de Laer de Wasseíge, de 84 años, proveniente de la Diócesis de Lieja en Bélgica, de una familia compuesta por seis hermanos. A los 18 años entró al seminario y a los 26 fue sacerdote.
El padre dejó de ser párroco de la Villa de Chacao en la comuna de Ancud después de 15 años, realizando su última misa el domingo recién pasado.
Con el cansancio habitual de la edad, nos recibe, siempre contento y con sus chistes espontáneos, para contarnos sobre el cariño que tiene con esta tierra y a su gente, y además del trabajo que ha realizado en la zona.
permiso
El conocido padre Andrés recuerda que cuando estaba en su tierra natal le pidió permiso a su obispo para irse de misionero a esta parte del hemisferio, porque sabía que no había muchos sacerdotes y era más complicado evangelizar. Sin embargo, la respuesta que le entregó en su momento fue que él era muy joven y que podría ser un deseo pasajero, lo verían dentro de dos años más.
"Después volví donde el obispo y me preguntó, ¿tú sigues con la idea de misionar? Bueno no me sobran sacerdotes, pero a pesar de nuestra pobreza te doy el permiso. Termina el año escolar y te vas tres meses a aprender el castellano. Fui a un instituto de lengua y allí encontré al padre José Mairlot", relata.
Narra, además, que en una oportunidad pasó por la ciudad de Lieja el obispo de Ancud, de aquellos tiempos, monseñor Alejandro Durán, que iba al Concilio Vaticano en Roma pidiendo sacerdotes para Chiloé.
"Le dijeron que no habían sacerdotes y no le gustó la respuesta. Fue a Roma y contó a los cardenales su desaventura y el cardenal le dijo yo te voy a hacer una nota recomendándote a Lovaina. Llego a nuestra ciudad y mostró la carta. El director le dijo yo tengo un sacerdote un poco "rasca" que podría servirle. Me fueron a buscar a mi pieza y me presenté. El obispo me preguntó si estaba de acuerdo de ir a la Isla de Chiloé, yo dije que no conocía mucho, pero él me dijo que no me preocupe porque hay lanchas", señala el sacerdote.
Agrega que en la oportunidad el obispo de Ancud pidió dos sacerdotes porque los chilotes eran bien "embromados" y se podría desanimar, mientras que si iba con un acompañante se sentaría más aliviado.
"Fui a buscar al padre José Mairlot y le preguntaron si estaba de acuerdo en viajar a Chiloé y él contestó, con el padre Andrés a cualquier parte (ríe). Se dieron la mano como pacto concluido y yo me enojé porque le preguntaron a José (Mairlot) si estaba de acuerdo de ir conmigo, pero a mí no me preguntaron si yo estaba de acuerdo de partir con él", comenta sonriendo el padre Andrés.
En febrero de 1964 después de 31 días de viaje, los dos amigos llegan a Chiloé, cumpliendo un trabajo evangelizador de 59 años, lamentablemente el padre José Mairlot falleció el 2012 a los 86 años.
Cuenta que tuvo que atravesar en lancha el canal con su jeep amarrado en la embarcación hasta llegar a la localidad de Chacao, lugar en que por más de 15 años fue su párroco y que dejó este fin de semana.
"Me bajé primero y dije soy el primero que pisó la Isla de Chiloé. Anduvimos por un camino polvoriento, lleno de hoyos y llegamos a Ancud después de una hora, pasando el río Pudeto sobre la barcaza del Ejercito que hacia el servicio porque no había puente habilitado", cuenta el sacerdote.
El objetivo de la llegada del padre Andrés a la provincia, en principio era para formar catequistas, pero había una necesidad importante de religiosos en la época. Se sumó también que el sacerdote de la localidad de Chacao, llegaba a caballo desde Quemchi por la playa demorando nueve horas y dependiendo de las altas mareas para que les permita cruzar, por lo que propuso ser ayudante en la parroquia.
tranquilo
"Así poco a poco conocí a gente de Caulín que tuvo una difunta y preguntaban si podía ir a Chacao. Fui con el padre José para estar más tranquilo. Otro día vino un vecino a pedir socorro y me fui en el jeep del padre José, pero me quedé en panne en la recta. ¿Qué voy hacer? Le pregunté a un vecino si no tendría un caballo. Era la primera vez que me subía a un animal así, salvo cuando era chico que me subía en un carrusel lleno de caballos de palos. Me pasó un caballo chilote y mis piernas arrastraban en el suelo. Cuando llegué a la capilla, estaban en el cementerio acabando de sepultar al difunto, llegue atrasado por este viaje malogrado", recuerda.
Pasado el tiempo conoció varias localidades aledañas a la villa de Chacao y sin pensarlo se convirtió en el párroco de esa comunidad por 15 años.
-Me encontré con gente que estaba motivada solamente a rezar por sus deudos. Era lo que les venía a la mente. Cuando yo iba a una casa los vecinos me preguntaban, ¿usted ha visto al vecino? ¿Se va a morir? Ellos relacionaban a Dios, la religión con la muerte. Eso me costó bastante tiempo aceptarlo. Había buena voluntad para cuidar la Iglesia, pero no era para escuchar la palabra de Dios, tampoco para entrar en contacto personalmente con el Señor y comprometerse para trabajar para su reino, sino que para implorarle que favorezca sus favores a los que eran difuntos.
Agrega que en la actualidad esa situación ha cambiado pero en un porcentaje mínimo, sobre todo en personas activas, emprendedoras y evolucionadas, "pero la masa sigue con el régimen anterior que describí", sostiene.
Yo puedo decir con toda franqueza que he hecho lo que era humanamente posible y que el Señor sabrá si lo he hecho bien o mal, pero mi intención en todo momento fue hacer lo que yo veía y lo analizaba como lo mejor.
-Les diría que reflexionen y sigan la invitación que el Señor le hace. Que dejen un poco de lado la búsqueda de la facilidad, la comodidad, lo material, lo pomposo, lo moderno, lo fácil, lo agradable y que se dediquen a hacer lo que realmente el Señor les pide. Si es misionero en su país o en otro está bien. Si es de vivir la vida de laicos que sean comprometidos para hacer avanzar el reino de Dios y no un laico que se dedique a reunir plata.
directo
Andrés de Beer de Laer de Wasseíge siempre ha sido alegre y muy comprometido con su comunidad. El sacerdote proveniente de Bélgica, siempre fue directo con las autoridades sobre todo si se analizaban materias que afectaba a los vecinos.
Recuerda que en algún tiempo tuvo un programa radial donde hacía muchas "indirectas" a las autoridades. "Me parece que a veces toman decisiones y tienen plata para ciertas cosas que son vistosas y que le atraen aplausos, pero que no es lo más fundamental que la gente necesita", dice.
Actualmente, el padre Andrés realiza misas en la "medida de su fuerza" en Ancud, a pesar de la edad dice, "soy sacerdote hasta la muerte".
"Fui a buscar al padre José Mairlot y le preguntaron si estaba de acuerdo en viajar a Chiloé y él contestó, con el padre Andrés a cualquier parte".