Secciones

La vida de Yoshi, el único top model chileno

Nació en Concepción, se crió en Santiago y a los 15 emigró a Japón, donde comenzó como maniquí . Hoy vive en París.
E-mail Compartir

A simple vista, se ve como un modelo con ese "qué se yo" que prima en las pasarelas de Europa. Sin embargo, si se indaga un poco más en su biografía, sabrá que su nombre es Yoshiaki Hayashi y es modelo de talla mundial. Y si indaga más aún, sabrá que ese hombre es chileno.

Nació en Concepción. Luego se fue a vivir a Santiago. Y a los 15 años se instaló en Japón. De modo que Yoshiaki es un penquista medio japonés. Es un joven que aparece en los mejores desfiles, tiene una cara exótica y es un fiel seguidor de Eduardo Bonvallet y el pisco sour. Es uno de los modelos más importantes de Chile. Hoy vive en París.

Si bien su nombre es Yoshiaki y significa "Otoño alegre", sólo tiene 25 años y se ubica muy lejos del otoño de la existencia. Este top model está vigente.

Su vida en Chile

Su vida en Chile

Yoshi, como le dicen, vivió en Concepción hasta los 3 años. Luego se instaló con su familia en Providencia, Santiago, donde estuvo hasta los 15.

"Siempre fui apegado a Concepción y me siento en casa cada vez que voy", dice el modelo penquista-japonés, que tiene los mejores recuerdos de la región, como los paseos con su abuela, quien lo sacaba a dar vueltas por todos lados: el Parque Ecuador, la Plaza Independencia, la Estación de Ferrocarriles.

Estando en Santiago, estudió en el Instituto de Enseñanza Japonesa, donde no le gustaba tomar los cuadernos, pues prefería jugar a la pelota.

"Mal no me iba, pero nunca quise tener buenas notas. Mis profesores sabían que cuando me daba la gana me fluía la inteligencia y fueron súper pacientes conmigo. A los 15 me fui a terminar mi enseñanza media a Nagoya, Japón, y tampoco le puse ganas a los estudios y seguía jugando fútbol. Recién a los 18 me di cuenta de que tenía que empezar a ponerme las pilas y dedicarme más a los estudios. Me demoré mucho en tomar conciencia, pero en la universidad me fueron gustando los estudios y hasta el día de hoy tengo ganas para aprender más", relata Yoshi, quien estuvo en la Universidad Keio, en Tokio, cursando la carrera de Relaciones Exteriores, especializándose en Derecho Internacional.

Estando en la ciudad nipona, no le costó adaptarse. Ya sabía el idioma al revés y al derecho y, aunque vivía rodeado de japoneses, después de clases era un joven chileno común y corriente.

"Siempre me mantuve equilibrado con las dos culturas y nunca sentí que el cambio fue drástico al cambiar de país. Lo único que me sorprendió es que hay demasiada gente en Japón, 130 millones de habitantes, y me costaba caminar afuera al principio. Me acostumbre súper rápido y nunca me faltaron amigos", comenta el modelo, que hoy domina el español, inglés y japonés a la perfección y ya se está manejando con el francés y el italiano.

La vida es una pasarela

El destino lo puso en una pasarela. Era un adolescente común y no tenía idea dónde se metía. Yoshi no le contó a nadie y se guardó el secreto. Se hizo un estupendo modelo a escondidas. Un día dio el salto a las revistas de papel couché y todos se enteraron.

"Hasta ahí llegó mi secreto. Fueron seis páginas para una revista nipona. Sentía nervios y me reía a cada rato. El fotógrafo fue súper buena persona y me ayudó bastante en mi primera vez", recuerda.

Tenía 18 años cuando lo descubrieron y fue un suceso clásico: caminaba por Tokio y alguien se encandiló con su belleza.

"Era mi primer día en la ciudad y me descubrieron en la calle. Me ofrecieron caminar para un desfile en el Tokio Fashion Week. De ahí para adelante sigo teniendo trabajo, gracias a Dios. Al principio fue difícil acomodar el trabajo con los estudios, pero con harta fuerza y empeño, no me tiré ningún ramo y me las arreglé como sea. Desde entonces me empezaron a gustar los estudios y el trabajo y, a la larga, me hizo bien el cambio drástico que tuve en mi vida", confidencia.

Lo curioso es que, a pesar de tener nombre y apellido japonés, su apariencia no es oriental. "Siempre me quedan mirando con ojos raros cuando hablo el idioma", cuenta.

Antes de seguir los pasos de Jamie Dornan (actual Christian Grey en "50 sombras de Grey"), Yoshiaki reitera que lo suyo era el balompié: no tenía idea de pasarelas ni diseñadores. Jamás se imaginó que estaría desfilando ahí mismo donde lo hacen famosos top models masculinos.

"Me dediqué, porque conocía a mucha gente y como todo era nuevo, me fui interesando en cada cosa, cada detalle del modelaje y el negocio de la moda que lo rodea. Día a día me fue gustando más y ahora lo ejerzo con orgullo", dice.

Cuenta que las experiencias que ha vivido como maniquí y estar inserto en el mundo de la moda son impagables. "Siento que me van a ayudar a crecer como persona", añade.

Su familia está orgullosa y feliz por él. Al principio, su padre estuvo un poco reticente. "No estaba contento que me metiera mucho en el tema. Creía que iba a dejar de lado los estudios. Pero tengo todo el apoyo de mi familia. ¡Y mis amigos igual de felices con tener a un amigo modelo! Yo también hubiera querido tener un amigo o amiga modelo", menciona.

Sin caer en los excesos, Hayashi aprendió a conocerse mejor. Ha viajado mucho. Está agradecido de todas sus oportunidades.

Sin parar

Ha desfilado para diseñadores de gran nivel, como Alber Elbaz y Luca Ojssendriver de Lanvin, Raf Simons para Jil Sander, Agnes b, Phillip Lim, Ennio Capasa para Costume National, por nombrar algunos. También ha sido rostro de Uniqlo y Helmut Lang. Ha participado en cuatro Fashion Week: desfiló en París, Nueva York, Milán y Londres en el 2012. Aún sueña con trabajar con Hedi Slimane, diseñador actual de Ives Saint Laurent.

Sus primeros años como modelo fueron entretenidos. Trabajó mucho y se hizo respetar en el mercado japonés. Ya al año y nueve meses pescó sus maletas y partió rumbo a Nueva York a expandir su talento.

"No todos pueden vivir lo mismo. Tendrá sus defectos y cosas negativas, como en todo, pero los momentos malos hay que tomarlos con calma y aprender de los errores. Yo creo que cada experiencia, ya sea mala o buena, tiene mucho valor y lo importante es vivirlo y sentirlo", manifiesta. Su actual vida parisina lo tiene alucinado.

"Fui tomando una perspectiva distinta de vivir acá y recién hace poco tuve una visión de la moda francesa desde el punto de vista de un "parisienne". Estando en París, me quedan los mercados de Londres y Milán cerca y Nueva York a siete horas de vuelo. Por eso vivir en Paris ha significado tener más cercanía con el mundo de la moda y me ha permitido verlo desde adentro con una visión más amplia hacia fuera", señala.

No se fija en el lujo: desfila con intensidad para marcas grandes y marcas pequeñas. Tiene una filosofía: "Mi misión es darle vida a una simple tela". Es profesional: "Tengo la responsabilidad de mostrar la ropa de la mejor forma y vender lo que tengo puesto". Es emotivo: "Cada diseñador que confía en mí y me da esta tarea tiene mis agradecimientos y el placer por trabajar juntos".

Chile, en el corazón

A sus 25 años, no piensa en el retiro ni en otras cosas. Sólo sabe que será hasta que llegue el momento. Se siente útil, hábil y física y emocionalmente está feliz. Sabe que le queda mucho por entregar y por eso quiere hacer muchas cosas más. Su sueño es gigante: le gustaría bordear la perfección.

"Hay que perfeccionarse y ser ambicioso para conseguir más trabajo y conocer más gente que quiera trabajar conmigo", asevera.

Pero, pase lo que pase, viva lo que viva, esté en París o Japón, Yoshi siempre va con Chile adentro: "Ojalá algún chileno continúe lo que yo planté". Es el pionero y se acuerda de su patria todos los días. Lee diarios y se informa de las novedades.

En todo caso, no piensa en volver todavía. "Hay mucho que aprender y experimentar fuera de Chile". "Quizás un día", dice, más adelante, "cuando ya me toque descansar". Por ahora, afirma, todavía le queda caminar por varias pasarelas del mundo.