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Humberto Cárdenas, un vecino que dignifica la labor de luthier en el norte del Archipiélago

Los instrumentos que ha fabricado están en lugares tan remotos como Israel y Paraguay.

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l César Cárdenas Ruiz

El lutier o luthier es el artesano que fabrica, vende o repara instrumentos musicales de cuerda. Ambas palabras provienen de la voz francesa "luth", laúd, un instrumento común en la época medieval. En contadas partes de Chiloé este arte sigue vivo, como en este caso en la comuna de Ancud.

Si bien en algunas zonas de la provincia todavía hay algunas personas -aunque cada vez menos- que se dedican a reparar, fabricar o restaurar instrumentos de acuerdo a la tradición insular, para artefactos de otros estilos no ha existido mayor oferta local para realizar esta labor que precisa de paciencia, concentración y creatividad.

Es la razón principal por la que Humberto Cárdenas, oriundo de la ciudad de Puerto Varas, ha recorrido todo el país con este arte, y ya hace 7 años sentó raíces en la comuna de Ancud.

Su nombre completo es Ubaldino Humberto Cárdenas Barrientos, nacido en la cuenca del lago Llanquihue, pero criado en la comuna de Fresia y trasladado posteriormente a Santiago a perfeccionarse en este arte.

Desde muy niño tuvo el contacto con la música, ya que -según cuenta- sus abuelos y su padre eran músicos, por lo que de temprana edad se sintió interesado por los instrumentos, especialmente de cuerdas. El primero que construyó fue una guitarra a los 14 años y, posteriormente, a los 18 hizo su primer arpa.

Sus conocimientos como luthier -revela- los adquirió de manera completamente autodidacta, situación que lo hace sentirse muy orgulloso del trabajo que realiza, el cual comenzó como un pasatiempo que con el correr del tiempo se transformó en el oficio que le da el sustento para vivir. A sus actuales 66 años manifiesta que gracias a esta actividad les ha podido proporcionar el estudio a sus hijos, por lo que a cada instrumento que elabora le dedica toda su pasión.

"La luthería yo la trabajo hace aproximadamente 55 años, yo he tocado instrumentos musicales desde muy niño y en esto entro cuanto tenía como siete u ocho años, por curiosidad; soy completamente autodidacta y fue por eso que entonces comencé solo a descubrir lo que es la luthería, y me ha dado muy buenos resultados", indica el artesano.

Este arte se convierte, según explica, en una necesidad tanto para estudiantes, profesionales o simplemente para personas que viven de la música. Es así como se realza la importancia de que existan lugares donde guitarras, banjos, mandolinas, requintos, rabeles, violines, arpas, entre otros instrumentos, puedan ser creados desde cero o reparados.

Un oficio que en tiempos actuales parece extraviado entre la modernidad de la vida diaria, pero que para Humberto está más vivo que nunca, permitiendo así revalorar las tradiciones de aquellos tiempos memorables de la historia musical del país.

Bajo esta premisa, es importante recalcar que el trabajo de este personaje ha traspasado las fronteras de Chile, dándose a conocer más allá de la cordillera.

"Guitarras hechas en alerce han estado, por ejemplo, en Israel. Yo estando en Castro pasaron unos artistas de este país y se llevaron una guitarra de alerce, porque les gustó mucho el sonido, el material con que estaba hecha, por estar elaborada con madera milenaria. También en Paraguay, Perú, en todas esas partes he vendido instrumentos", comparte este artesano musical.

En cuanto a la materia prima, Humberto menciona que lo que se ocupa es mayoritariamente madera de canelo, mañío, ciruelillo y el antes mencionado alerce, siendo este último uno de los materiales más valorados. No obstante, dependiendo del instrumento es el tipo de material que se ocupa y el tiempo que se emplea.

"Un requinto me lleva más o menos un mes por ahí; la guitarra, por ejemplo, cuando es una corriente ya es menos tiempo, pueden ser cuatro o cinco días", agrega.

De igual modo, la misma fuente asevera que dependiendo del tipo de madera se pueden encontrar grandes diferencias entre un instrumento y otro. "Con cada madera es un sonido diferente también, por ejemplo, un diapasón es el mismo para una mandolina o un banjo, se usa el mismo, pero una mandolina hecha en alerce tiene otro sonido, un sonido más especial, más pulido", precisa.

Variedad de instrumentos musicales es fabricada por este prodigioso luthier que sueña con que este arte no se pierda con el avance de los años y que los jóvenes puedan aprender de esto.

Humberto Cárdenas es prolijo y, por sobre todo, músico. Sus trabajos han recorrido el mundo y su trayectoria ya lo consolida como uno de los mejores. Residiendo en Ancud conoce las mejores maderas, reproduce instrumentos barrocos y repara piezas musicales de valor, asegurando que esta actividad sirve además como una terapia diaria, en momentos difíciles de la vida.

"Esto es todo para mí, a veces uno se encuentra medio bajoneado por algún motivo, tomo un instrumento y uno se olvida de los malos ratos y sobre todo del estrés diario; cualquier tipo de instrumento es especial para eso", sentencia el artista. J