Secciones

Joven diseñó y creó kayak armable con el que conquistó a clientes de toda Latinoamérica

Dejando atrás su profesión de guía de turismo aventura, Juan Antonio Concha armó su propia empresa innovadora.

E-mail Compartir

l Edson Rebolledo Sáez

Dicen que para ser innovador, hay que tener la mente de un niño, para así poder imaginar que todo es posible y que siempre hay una solución para los problemas. Curiosamente, esa fue la lección de vida que Juan Antonio Concha (38) aprendió de su pequeño hijo Joaquín y con la que pudo emprender el proyecto de levantar la primera empresa de kayaks armables en Latinoamérica, con deportistas argentinos y brasileros como sus principales clientes.

Un bolso de 90 centímetros de largo, con un peso total de 12 kilos, acondicionado para cargar piezas similares a los largueros de aluminio de una carpa, acompañado, además, de una pieza de género de alta resistencia e impermeable, son elementos suficientes para armar el kayak en un tiempo promedio de 10 minutos. Después del ensamble, se pueden cursar las gélidas aguas de la Patagonia o la tranquilidad de cualquier lago, sin ningún tipo de problema.

"Son resistentes y están diseñados para todo tipo de kayakista, pues están pensados para personas con nivel amateur hasta los que tienen un nivel medio avanzado de experiencia. Dependiendo de la habilidad del deportista, puede alcanzar una velocidad de 4 a 5 nudos y con buena estabilidad. Se pueden hacer expediciones de largos tramos en ellos, pues para eso fueron pensados", explicó el emprendedor.

Casi de manera espontánea y sin querer forzarlo, la idea de hacer un kayak armable nació en una planificación de vacaciones entre papá e hijo. El 2011, el guía de turismo aventura, Juan Antonio Concha, le prometió a su hijo Joaquín, que entonces tenía 9 años, ir a la Patagonia. El viaje se haría en moto y bajo toda una planificación, la cual marchaba sobre ruedas hasta que ambos se encontraron con un problema, una disyuntiva que les podría complicar el viaje.

"Le pregunté al Joaquín qué es lo que quería hacer cuando estuviéramos en la Patagonia. Me dijo 'papá, quiero andar en kayak'. Le dije que iba a ser un poco difícil, porque en la moto no podríamos llevar uno, y que no se podían desarmar y si queríamos navegar, tendríamos que arrendar uno y luego transportarlo hasta las aguas. Fue ahí cuando él me muestra un diseño de un kayak de cartón en miniatura que le había hecho y me dice '¿y si hacemos un kayak que se arme?'. Me pareció una locura en ese instante, pero me vi reflejado en él, cuando me dijeron muchas veces que no se podía hacer algo y lo intentaba igual, así que nos dedicamos a idear cómo podíamos hacer un kayak que se pudiera transportar", relató.

Fue aquella inocente pregunta de un niño lo que posteriormente sería el motor de una empresa pequeña, pero que a punta de innovación, va creciendo día a día.

"En esta dinámica papá-hijo empezamos a idear diseños, ver materiales y también como podíamos amar un kayak que se pudiera transportar. Tomé la idea de las carpas y armamos la estructura de una embarcación con fierros de aluminio. Para probar, la revestimos de nylon y fuimos a realizar una prueba a la Laguna Grande de San Pedro de La Paz. La embarcación anduvo bien 30 a 45 minutos y al ver que sí funcionaba empecé a buscar un género impermeable y resistente con el que finalmente armamos el primer prototipo", agregó.

Después de ver que su idea resultó y dar las primeras vueltas por la laguna, subió las fotos a internet. Fue ahí cuando un amigo de Osorno, al ver la embarcación, lo llamó para que le vendiera una unidad. "Cuando me llamó, le expliqué que yo no me dedicaba a esto, que era una idea que nació de un proyecto, casi de un juego y que no iba hacer más. Me insistió tanto que le dije que si quería uno, podía venir a Conce y se lo armábamos. Así lo hizo, nos tardamos 10 días y cuando mi amigo llegó a Osorno, más gente lo vio y me empezaron a llamar más gente. Les decía lo mismo que le dije a mi amigo, pero fue tanto que hice uno más y lo vendí a 180 mil pesos. Cuando supieron que lo había vendido a ese precio, los llamados y mails fueron una locura. Ahí pensé que en realidad podía ser un buen negocio. Decidí aplicar lo que aprendí con mis tres años de estudios de Ingeniería Comercial: saqué costos, calculé materiales y me di cuenta que en realidad los debí haberlo vendido a 500 mil pesos, por lo que decidí armar la empresa y bueno, aquí estamos", dijo.

Como parte del anecdotario quedó el hecho de que Juan Antonio y Joaquín no fueron finalmente a la Patagonia aquel verano, pues todas sus vacaciones giraron en torno a la finalización del proyecto del kayak armable y transportable.

Tras presentar su proyecto a varias instituciones de financiamiento del Estado, su proyecto de kayaks armables ganó varios fondos siendo el más importante en dinero, el de Innova Bío Bío. También ganaron premios de innovación a nivel nacional y latinoamericano, con los cuales hizo conocido su negocio. Actualmente su empresa "Kweskar" se encuentra desarrollando un modelo 2.0 con el que pretende sorprender a sus clientes.

"Fuimos mejorando el staff, agregamos un diseñador y sumando más gente al proyecto. Ahora tenemos un plotter, con el que podremos personalizar el exterior del kayak. Si un cliente quiere una foto de su polola vista de la embarcación, nosotros podemos hacerlo; si quiere uno con la marca de su empresa, también se lo hacemos. Además la nueva versión viene con la opción de que el kayak puede ser single o doble, pues se adapta de tal manera que queda estable tanto si se quiere remar solo o acompañado", sostuvo.

El precio actual de la embarcación transportable son de 780 mil pesos cada uno y por lo menos hasta noviembre de 2014, la nueva versión mantendrá el mismo valor.

"La idea es que los clientes conozcan el nuevo diseño y que vean que vamos innovando. Mantendremos el precio hasta fin de año porque no todo es plata. Además este no es un negocio para hacerse rico", finalizó. J