Madre e hija unen lazos tras 37 años de distancia
El sueño de una anciana que tiene un cáncer terminal era volver a ver a su niña. Hoy adulta, la mujer viajó de Punta Arenas para cumplir su anhelo.
l Pedro Bárcena González
En vísperas de la Navidad pasada llegó Mirta Leviñanco Triviño (65) al Hogar de Ancianos San Francisco de Castro. Provenía desde el Hospital Base de Puerto Montt, donde estuvo un mes internada. Su cáncer ovárico terminal la tiene postrada y con dolor, pero los cuidados y el cariño que recibe mitigan en parte su sufrimiento.
Pese a su enfermedad y a las consecuencias de los más de 32 años en que estuvo en la calle, sobreviviendo a solas en Chiloé, deambulando principalmente entre el Terminal de Buses Rural y la Plaza de Armas de la capital insular, brotó en su ser un deseo.
"Tengo un hija... quiero conocerla", expresó la anciana a las funcionarias del recinto castreño. Una ilusión que la ha marcado por años, es más, por toda su vida, debido a que tuvo que dejarla cuando era una bebé.
Como indicó Margarita Calderón, administradora integral del establecimiento que alberga a 38 adultos mayores en el sector Gamboa de la ciudad, tomaron su aspiración y realizaron de inmediato los trámites para cumplir el sueño de la "Mary", como también conocen a esta querida mujer.
Y la tarea no fue fácil. Los escasos antecedentes que podía aportar la abuelita dificultaban la verdadera investigación que comenzó a realizarse.
"La atendemos como una reina, le entregamos todo el amor posible, pero queríamos hacerle este regalo, lo que nos pidió", recalcó la vecina que realiza múltiples labores en el hogar, incluyendo esta misión.
Considerando que el tiempo apremiaba, los nexos y pistas eran escasos, se buscó apoyo en Carabineros de Chile, debido a las redes que maneja. Ahí entró en juego el suboficial Héctor Lobos, de la Prefectura de Chiloé y Palena, quien analizó la información y movilizó sus contactos.
"Ella (Leviñanco) relataba que tenía una hija que debió dejar cuando tenía poco más de un año", enfatizó el uniformado, añadiendo que los lazos familiares se pesquisaron después en el sur del país y en Quellón.
Manifestó el policía que "con estos datos logré contactarme en Puerto Natales con parientes del esposo de esta señora, quien falleció hace unos años en Argentina, los que me confirmaron que tuvieron una hija".
El funcionario público logró contactarse con ella. Se trata de Mónica Navarro, quien vive en Punta Arenas, con quien pudo reconstruir parte de estos lazos perdidos, antecedentes que daban luz de esperanza a este caso. Pero las dudas emergieron. No se tenía claro si correspondía el parentesco, por lo que se ampliaron las redes.
"Ante la incertidumbre que podía surgir ubiqué a una persona que crió a la joven. En Trincao, comuna de Quellón, me entrevisté con las personas que cuidaron a la joven, hace 25 años que no sabían nada de ella, pero me confirmaron que la señora (Mirta) es su mamá", aseguró el funcionario.
Este crucial punto agilizó todo. Los casi 2 mil kilómetros entre la capital de la Región de Magallanes y la ciudad de Castro se acortaron por obra de magia. La joven no dudó en tomar un avión y conocer a su progenitora.
Como revivió la administradora del Hogar San Francisco, Margarita Calderón, las expectativas y emoción afloraban por este esperado reencuentro, el que llenó de alegría a todos. Como confesó, le dijo a la abuelita, "te tengo una sorpresa, te trajimos a tu hija". Y su respuesta, junto con ser conmovedora, distendió el ambiente: "Pero si era chiquitita".
Tras esta frase, madre e hija, comenzaron a conocerse, a tratar de recuperar el tiempo perdido. Aunque las barreras físicas fueron muchas, ante las escasas palabras que ya esgrime la anciana por su delicado estado, se logró cumplir el sueño. Un anhelo compartido por las dos.
Así lo recuerda la misma Mónica Navarro, resaltando que luego de ser contactada por Carabineros, quienes le informaron que la señora Mirta la estaba buscando, "comencé a investigar en mi vida pasada para saber qué pasó con mi madre, a quien no había visto por cerca de 37 años", acotó.
Sus esfuerzos fructificaron y logró concretar la travesía hasta la capital chilota, donde el impacto emocional fue mayúsculo.
"Me encontré con la sorpresa que mi mamá estaba postrada y con un cáncer terminal... después de tantos años tenía miles de preguntas que hacerle, pero ella no podía responder por su estado. Fue algo muy fuerte, pero también emocionante", aseveró la joven.
A su vez, relató que "todo lo que viví en Chiloé fue un sueño entre bonito y doloroso, porque también vi a mi padre de crianza (en Quellón). Tuve la dicha de conocer a mi madre y de reencontrarme con el resto de mi familia que está en la Isla".
La vecina magallánica reconoció que las barreras que ha debido superar en su vida han sido múltiples. Partiendo por separarse de su madre cuando tenía poco más de un año. Agregó que "me crecí luego hasta los 13 años entre Quellón y Trincao", para luego continuar su adolescencia y juventud entre Puerto Natales y Punta Arenas, donde actualmente tiene su hogar.
En su paso por el Archipiélago, donde estuvo cerca de una semana, logró atar algunos cabos, sentir la cercanía de las personas que estuvieron con ella y cumplir el anhelo de conocer a su madre.
También reconoce que existen tareas pendientes y que le encantaría regresar a Chiloé y pasar más tiempo con su mamá. Pero la tarea es difícil, los recursos no abundan, pero las energías están renovadas, las mismas que pudo entregar a la "Mary", quien pese a permanecer postrada, vivió el sueño de abrazar a su querida hija. J