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Crítico de arte donó su cuerpo a la ciencia

Son pocos, muy pocos, los chilenos que se atreven a hacer lo que hizo esta semana Carlos Lastarria: ir hasta una notaría para estampar su voluntad de que sus restos no vayan a dar al cementerio, sino que a una mesa para una clase de anatomía.

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l Priscilla Barrera

Si la donación de órganos es escasa en nuestro país, imagínese lo difícil que debe ser conseguir donaciones de cuerpo para fines científicos, una manifestación de voluntad que en Chile está contemplada dentro del Código Sanitario, pero que sin duda es harto inusual.

De ahí que a Carlos Lastarria Hermosilla, crítico de arte de la capital legislativa y quien hace ocho años decidiera disponer de su cuerpo para que los alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso puedan efectuar estudios científicos, no le fuera fácil cumplir con la formalidad de firmar ante notario esta determinación.

Fue precisamente este martes 11, mientras el foco de atención estaba en el Congreso Nacional por el cambio de mando, que Lastarria decidió concurrir, junto a dos testigos, hasta la notaría, para dar cumplimiento a una decisión que, por uno u otro motivo, había dilatado más de la cuenta.

"Lo hice este año porque había pasado el tiempo y había que concretarlo. Me pareció que para qué seguir esperando. Yo por lo menos no tengo la vida comprada desde que me operaron de las arterias coronarias, a partir de ese momento soy un sobreviviente, entonces, no tengo la vida comprada ni para diez ni para veinte años más", comenta el crítico, recordando cuando el año 2006 debió enfrentar un complejo cuadro de salud.

Sin embargo, el trámite que parecía sencillo -pues desde la misma Facultad de Medicina, a cuyos docentes Lastarria había informado previamente su voluntad, le enviaron un documento tipo para estos fines-, el crítico debió enfrentar la negativa de una notaría a autentificar su voluntad.

"Fui a una notaría donde me dijeron que ellos no hacían ese trámite. Fui a otra y allí me dijeron que sí, que lo hacían, pero nos sabían bien qué hacer; de hecho, les pareció rara la declaración. En la Notaría Díaz, donde me lo hicieron sin problema, me contaron que ellos habían hecho trámites de personas que querían ser cremadas al momento de su fallecimiento pero no esto, no tenían registro de este trámite", precisa el donante de cuerpo.

Lastarria no profesa ningún credo religioso. Los ataúdes, las coronas y los cementerios le provocan rechazo y el solo hecho de pensar en una ceremonia fúnebre, con interlocutores que ensalcen su figura, le provoca aversión.

"No me gusta nada el rito mortuorio ni el culto a los muertos. Y por otro lado, esto de que la medicina necesita órganos y cuerpos para estudio me hace mucho sentido y creo que es más útil entregar mi cuerpo para esos fines que ir a dar a cualquier cementerio", manifiesta, explicando en forma suscinta y sencilla su motivación.

La decisión de Lastarria es compartida por su esposa y por sus dos hijas, por lo que no existe oposición alguna a su expresión de voluntad ya autentificada.

"Creo que hay que incentivar la donación de órganos y que para algo puede servir el cuerpo de uno, no solamente para que se lo coman los gusanos, que es lo que fríamente ocurre", puntualiza este porteño.

Hace un par de días, Carlos Lastarria entregó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso el certificado, firmado ante notario y frente a dos testigos, que acredita su voluntad de entregar su cuerpo a la ciencia.

En la universidad, fue recibido por el académico a cargo del programa y pudo conversar con alumnos acerca de su voluntad, expresada así en el frío lenguaje notarial: "Declaro bajo juramente que en plenitud de mis facultades, mi decisión al momento de fallecer es que mi cuerpo sea entregado a la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, para ser utilizado en la siguiente finalidad: investigación científica y/o docencia universitaria".

Hace unos 12 años que la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile tiene institucionalizada la donación de cuerpos, aunque, según explica el encargado del programa, el académico Miguel Soto Vidal, existen registros que datan de 1976.

En la actualidad, el programa cuenta con unos 700 donantes, la mayoría de ellos mujeres, cuyas edades fluctúan entre los 50 y los 70 años.

"Este es un bien escaso por definición. Para el volumen de alumnos que tenemos nosotros, 8 o 10 carreras del área de la salud, mil 500 alumnos que pasan al año solamente con anatomía, es escaso. Yo diría que a lo mejor, en un lapso de 5 o 7 años, vamos a tener un material como para señalar 'ya, aquí este material se guarda, se utiliza para hacer abordajes quirúrgicos y todo lo demás