Esta derrota es el comienzo del éxito
Después de ver a mis hijos llorar por la derrota de Chile ante Brasil, pienso que no viene al caso escribir sobre el análisis del partido de fútbol. El llanto de los niños representa el sentir de todo un pueblo, que debe haber estado en esa misma y triste situación.
Me quedo con la satisfacción de guerreros que se comportaron a gran altura, sin traicionar a lo que se habían comprometido: fueron a Brasil para ser campeones del mundo. Hablar de nombres destacados sería injusto con otros. Ya llegará el momento en que pase esta tristeza, llena de amor, para tocar la parte técnica de nuestra expedición en este Mundial. Nos tocó enfrentar a España y Holanda, los dos finalistas de la última Copa del Mundo. Además de Brasil, el anfitrión, y Australia, un equipo durísimo. Y lo sorteamos con éxito.
Creo que el partido ante Brasil se debió ganar en los 90 minutos. Y así, seguro, lo entendió el cuerpo técnico. Eso se notó en la elección de los lanzadores de penales. Costa Rica entrenó penales y convirtió los cinco. Chile no. No estaban en sus planes.
No es momento, insisto, de hablar del aspecto técnico. Eso lo haré en las próximas columnas. Por ahora estoy recuperándome de esta contradicción que tengo. Siento tristeza, además de no entender algunas decisiones. Solo les doy un ejemplo: la entrada de Gutiérrez por Vargas.
Nunca comprendí que para Sampaoli el primer cambio sea Gutiérrez, por encima de Valdivia, Beausejour o Pinilla. Tampoco entendí que sacara a Vargas, uno de los jugadores que más goles ha aportado en Chile. El sábado la selección terminó jugando sin tres de los cuatro hombres que convirtieron goles en este Mundial. Solo quedó en el campo Alexis Sánchez.
El fútbol, como la vida, está lleno de obstáculos. Y tiene, además, cuatro máximas. La primera: llorar la derrota. Y el sábado eso se cumplió. La segunda: en la cancha hay que dejar la vida. También se cumplió. La tercera: en el éxito se necesita mesura. Eso todavía no lo conocemos. Y la última: un piloto no puede cometer equivocaciones. Eso, en cambio, no se cumplió. Los penales, a diferencia de lo que se dice, no son una lotería. Son eficiencia, personalidad y, sobre todo, trabajo. Sampaoli es trabajólico, detallista. Debería saber que Brasil trabaja con cuarenta ayudantes técnicos en todo el mundo. Sabían que Pinilla patea los penales al medio. Julio César no se movió.
Por otra parte, el sentido común también juega. El técnico tiene que darse cuenta qué jugador tiene piernas para patear y cuál no. Sánchez, era evidente, no las tenía. Durante el partido tuvo una entrega excepcional. Corrió como ninguno. Pero estaba exhausto. Al final cada pierna le pesaba cien kilos. Fue una mala elección.
Pero no tiene sentido seguir. Más allá de los errores, creo que este es el comienzo del éxito. A diferencia de otras veces, esta derrota la lloramos. No terminamos enojados. Se perdió, es cierto. Pero se perdió como guerreros y con la frente en alto.
La gran mayoría de estos futbolistas, probablemente, aún no dimensiona lo que significa su actuación ante Brasil. Esto marcará un precedente para las nuevas generaciones. El próximo que se ponga la camiseta nacional sabrá que tiene que dejar la vida en la cancha. Como lo hizo Chile en la Copa del Mundo Brasil 2014. Y eso, al final, es lo que quedará en la historia. J