Secciones

El Balotelli del Guayas sueña con jugar en Chile

E-mail Compartir

Medios Regionales

Koob Hurtado es ecuatoriano, nació en un barrio humilde de Quito en 1985 y mide 1,83 metros. Se formó en las inferiores del Audaz Octubrino, un club pequeño que poco tiene de audaz, y su mayor gloria deportiva fue jugar la Copa Sudamericana de 2013 con la Liga de Loja.

En 2014 fichó por la Liga de Quito, el club más grande de su país, en el que pasó más tiempo en la banca que persiguiendo una pelota. Por eso, y en una medida desesperada de ser parte del ideario colectivo, entró un día a una peluquería de Quito.

Ahí, Koob Hurtado, defensa central discreto, se convirtió en Mario Balotelli, el extravagante astro italiano. O más que convertirse, Koob emuló su look, ganándose el cetro de doble oficial del ídolo. A eso, Hurtado le sumó horas y horas de gimnasio, consiguiendo pectorales de hierro y un abdomen de físico culturista.

La Estrella, admiradora de la anatomía humana, se lo hace saber.

-Bueno, muchas gracias, hermano. Pero no te creas, es más genética. Mis padres fueron deportistas.

-La verdad es que sí, me gusta ejercitarme.

-Mario -y lo trata por el nombre de pila en señal de afecto- es un jugador extraordinario, un modelo a seguir.

-¡Nooo, jamás! Me gusta profesar el juego limpio.

-Es un ídolo, nada más.

Dice que el corte de pelo, que modifica cada vez que Balotelli aparece con un peinado distinto, es un homenaje. Reconoce seguir minuto a minuto los pasos del italiano. Y hoy, que el delantero lo pasa mal en Inglaterra, le envía un sentido mensaje de apoyo: "Estas son cosas que pasan. Todos tenemos rachas en el fútbol, pero sin duda Mario podrá reponerse".

El sueño chileno

Hace tres semanas, asegura Koob, un representante llamado Ernesto Carrasco, apodado "El Papá" y proveedor frecuente de jugadores en equipos del norte, estuvo cerca de conseguirle un contrato con Cobreloa.

Lo presentó como un defensor aguerrido, esbelto y cabeceador eximio. Y Balotelli se ilusionó. Buscó en Google la palabra Calama, devoró la página de Wikipedia del club loíno. Se interiorizó en su historia gloriosa, las dos finales de Copa Libertadores perdidas, el bicampeonato del 2003.

Y se enteró, también, del momento crítico del equipo. "Me hubiera gustado poder ayudar", dice. Finalmente, el traspaso de cayó antes de que Hurtado, o el Nené, se subiera al avión.

Ofrézcase, Koob -le pedimos-, quizás en el próximo período de fichajes lo llaman. Y el diestro relata de memoria su currículum: "Fuerte, bueno técnicamente, diestro pero le pego bien con la izquierda, soy de anticiparme". Y agrega, con un tono que reboza honestidad, que sueña con llegar a Chile. Si no es Cobreloa, que sea cualquier equipo. "¡Me encantaría jugar allá", grita.

Antes de que corte, La Estrella lo interrumpe. Le quiero preguntar, le dice con voz tímida el reportero, por el mito, Koob. "¿Qué mito", responde. El mito de los hombres de color, insiste el periodista. Le explicamos que en Chile Emilio Rentería, un venezolano que acusó discriminación, se hizo famoso en el camarín de San Marcos por su virilidad.

Y Koob, en un arranque de confianza, lo confirma: "¡Te aseguro que yo soy el doble que Rentería!" Y en el acto, de forma violenta, corta el teléfono. J