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El primer día de un marino en el ingreso a la Escuela de Grumetes

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cronica@laestrellachiloe.cl

Tienen en promedio 18 años, rostros de niños aún. Son 498, de los cuales 223 son mujeres, y pertenecen al primer grupo en ingresar la Escuela de Grumetes ubicada en la Isla Quiriquina, en Talcahuano.

El recibimiento de los postulantes a la Armada es un proceso de dos días, donde finalmente quedan alrededor de mil jóvenes de todo Chile realizando su instrucción para ser un marino en el futuro.

Ya desde la recepción comienza la instrucción militar. Mantenerse firme es lo básico, además de una actitud ceremoniosa en todo momento. "Vista al frente", "Firme", "No llore", repiten los instructores a los chicos y chicas. "Sin tristeza, tienen que estar orgullosos de a dónde han llegado", los alientan. Arengas que ayudan a los, hasta hace muy poco, niños, a superar la separación de su familias para embarcarse en los transbordadores hacía la Quiriquina, la cual se convertirá en su hogar desde el inicio y hasta que finalice su instrucción.

Con 18 años, Vanesa Echenique llegó desde Quinta Normal, viajando en auto desde Santiago con sus padres y su hermano menor. "Fue muy emotivo, muchos sentimientos encontrados, nos emocionamos todos, ya que somos muy unidos. Fue difícil, los últimos días tratamos de compartir mucho para tratar de asumir la separación, pero solo cuando llega el momento recién uno asume que ya está adentro", señala la joven.

A Vanesa siempre le gustó la actividad naval. "Desde pequeña tuve siempre la motivación de venir a la Armada, es una muy buena carrera, distinta, y a mí me gustan los desafíos. Además que es complicado entrar", comenta.

"Era muy buena opción, cumplía con todas mis expectativas, de pequeña me gustaba mucho el mar y el uniforme, siempre quería pertenecer a las filas. Tengo primos que pertenecen a la institución y mi papá también hizo el servicio. Y él fue el más emocionado con mi decisión de ingresar", relata.

Los postulantes a la Escuela de Grumetes pasan por varias etapas para poder tener un cupo en ella. Se presentan a la postulación y están las pruebas sicológicas, físicas y teóricas.

"En el transbordador estuve muy ansiosa, después me relajé y dije: ya, vamos con todo. Todos llegamos con las mismas ansias y nerviosismo. Se nota el clima de compañerismo, tenemos que tratar de ser aliados, porque al final todos buscamos lo mismo", añade Vanesa.

En esta etapa de la instrucción, los muchachos no pueden usar ningún elemento electrónico consigo. Los celulares se requisan en la entrada y sus padres se los llevan. No podrán tener contacto con sus familias durante cerca de un mes, ya que recién el 28 de febrero es la primera visita que podrán recibir.

Director

El capitán de navío Jaime Ortega, director de la Escuela de Grumetes, en su mensaje para los recién llegados manifestó que son todos muy bien recibidos en la Marina, y que deben tener la confianza de que lograrán cumplir sus metas. "Es bonito ver la emoción de los padres y de los hijos. Nosotros recibimos a los postulantes que han sido aceptados en el proceso de admisión, se recibe a los padres, se les realiza una charla donde se les presentan todas la alternativas de instrucción que se les van a hacer a los hijos", detalla el oficial.

"Mientras tanto, a los alumnos se les enseñan las formas militares básicas. La ceremonia es muy sencilla, pero es muy significativa, porque marca un antes y un después en las vida de una persona sobre todo en aquel que viene con sincera vocación", añade el director de la Escuela de Grumetes.

El joven que ingresa tiene un período de adaptación de dos semanas.

"La verdad es que cualquier persona que quiera ingresar a la Armada y que durante el transcurso de su período de formación ve que cambia su vocación, o que desea dedicarse a otra cosa, se retira. Pero en el caso específico de este período de dos semanas, es mucho más rápido, para hacer más fácil el proceso para el joven que se va, y para recuperar esa vacante con algún otro joven que estaba en lista de espera", plantea el capitán Ortega.

Este año, el número de mujeres que ingresaron a la escuela, subió. "Las señoritas obtuvieron mejores puntajes que los varones, y se tomó la decisión de autorizar el ingreso de mayor cantidad de damas. Vamos a ver si esto continúa, yo creo que va a dar buenos resultados", destaca el director.

INSTRUCCIÓN

Las primeras nociones de formación militar, conocer el nuevo espacio y el necesario corte de pelo, sobre todo para las mujeres, son parte de las primeras actividades de un grumete o postulante, como los nombran sus instructores.

La sargento primero Amarieli Arancibia es instructora, ayudante del oficial de la Tercera División. "Lo primero, es tratar de orientar del lugar físico en sí, donde van a vivir. Se les enseñan las posiciones militares básicas y en forma paulatina, progresiva, todo lo que corresponde a instrucción con fusil y todo eso", afirma.

De la reacción de los jóvenes al ingresar, la sargento Arancibia describe que "llegan con temor a lo desconocido, a todos nos pasa. El desapego con la familia, el viaje en trasbordador, que se demora 35 ó 40 minutos; esa lejanía a ellos en cierta manera, los impacta un poco".

Son casi mil en total, esa gran masa de pares es lo que la instructora rescata como un importante pilar para estos chicos. "De a poco van viendo que el que está al lado está pasando por lo mismo que ellos. Y se dan fuerzas", indica.

La labor de esta sargento es la de ser responsable por las 110 personas que tiene a su cargo. Es la primera figura de autoridad en el lugar, podría decirse que es casi como una madre adoptiva. "Es una labor bien especial porque yo también tengo un hijo de 18 años, entonces es especial y uno trata de inculcarles valores, corregirlos y apañarlos cuando ellos lo necesitan", explica.

Luego de llegados a la isla, se forman por primera vez en el patio de la escuela, reciben su documentación y van al rancho o almuerzo. Luego viene el corte de pelo, que en el caso de los hombres es casi al ras y a las chicas se les corta desde el moño a unos centímetros, también uniformemente.

"Después cambian tenidas y se ponen un buzo overol de combate y se instalan. Uno les enseña a hacer la cama, que tiene su técnica, y el lugar donde dejarán sus útiles de aseo. Es un día bien intenso, se hace todo rápido, con tiempos. Y que los estén mandando, es distinto para ellos que probablemente en la casa estarían reposando. Es un poco complicado, pero de apoco se van adaptando", señala la instructora.

Bastián Álvarez, de 18 años, postulante proveniente de Santa Fe, en Los Ángeles, cuenta que "el primer día me vinieron a dejar mis padres, mi hermano no podía venir. Se llama Bayron, y me despedí en la casa de él, fue muy emotivo, nos abrazamos, lloramos y nos prometimos cosas que son sencillas, pero al separase de alguien cambia totalmente el mundo".

De este importante paso, Bastián enfatiza que siente que aquí empieza su vida de adulto. "Uno asume que ya no vive en la casa de sus padres, ahora voy a llegar como una visita, ya después de mis dos años de estudios formaré familia y estaré lejos de aquí", detalla.

Caroline Castro, de 19 años y de Talcahuano, comenta que desde pequeña participó en los desfiles por un club de huasos y desde ahí observaba a los marinos. "Me gustó la prestancia que tenían, cómo se veían desfilando y por eso me fue llamando la atención", explica la joven, cuya familia vive en el sector de Mediocamino.

Caroline quiere seguir en la especialidad de cocinería en la escuela. "No se puede tener contacto con los padres, no tenemos acceso a teléfono. Será un mes en que no sabré nada de ellos, va a ser un periodo difícil porque yo soy súper apegada a mi familia, ahora estar sola va a ser duro, pero todo es un sacrificio por mi futuro", afirma.

"Mi propósito es poder seguir y hacer carrera aquí. Yo sabía que aquí había que ser bien ordenados, pero no pensé que era tan estrictos, porque vi algunos compañeros que desordenaron y los retaron a todos. Lo bueno es que yo soy tranquila y puedo acatar todo", finaliza. J