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Brigadistas con raíces que no separa el fuego

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pbarcenag@laestrellachiloe.cl

Los distancian más de 2 mil 400 kilómetros, pero sienten que están protegiendo su propio bosque. Las raíces, no las de los árboles que yacen siniestrados con los voraces incendios forestales en Chiloé, los impulsan a multiplicar sus esfuerzos. Sí, porque los nueve integrantes de la brigada de Conaf provenientes de la Región de Magallanes sienten que están en casa y deben protegerla.

La conexión entre chilotes y magallánicos se ha manifestado en innumerables formas. Ellos sienten que la historia los une, que deben seguir en contacto, no dejarse de lado. Y si se trata de emergencias, de requerimientos de seguridad, la respuesta es instantánea.

Bajo este escenario, no extraña la encomiable labor desempeñada por la unidad de la Corporación Nacional Forestal del extremo austral del país, que hace diez días se despliega por los terrenos incandescentes de la provincia.

Se movilizan en un incómodo microbús, con mínimas condiciones de espacio, sin privilegios, ni tiempo para distraerse, viajan con lo justo. No tienen tiempo para quejarse, son hijos del rigor, tal como su estirpe los ha forjado por generaciones.

En sus rostros se observa el cansancio, el esfuerzo de agotadoras jornadas de lucha contra el fuego. Casi no se pueden desprender del humo y las cenizas de su cuerpo. Pero este es su sello, un verdadero tatuaje que los acompaña y refleja que no claudicarán.

Este grupo ya ha combatido feroces incendios como en el Parque Nacional Torres del Paine, con verdaderas ventiscas avivando las llamaradas. Por eso no se asustan con nada, aunque reconocen el peligro que encierran los diferentes siniestros. Y los que se originan en Chiloé también son de alto riesgo.

Así lo explica el experimentado técnico a cargo de esta brigada, Alfredo Guillermo Santana Macías (59), quien como lo revelan sus apellidos, tiene raíces arraigadas en la Isla. De padres y suegro chilotes, este profesional con 38 años en la Conaf indica que "los siniestros son distintos en todo el país. Acá el bosque es diferente aunque igual sea nativo, pero acá no hay viento y los incendios se van al suelo, siendo la liquidación muy complicada".

A su vez, este natalino enfatiza que "aquí caen árboles de forma permanente. El riesgo no solo viene desde el fuego, sino también desde los árboles. Nos encontramos con incendios en una zona de quila bastante inflamable y de bosque".

Esta delegación ha centrado sus esfuerzos en el combate del fuego en el sector de Las Compuertas, entre las comunas de Dalcahue y Castro. Como describe el experto, "en esta zona nos encontramos con bosque nativo, árboles muy altos, pero hay un trabajo de Vialidad estupendo en la construcción de líneas de control".

A forma de anécdota y reflejando el complejo trabajo que hallaron en el lugar, Santana manifiesta que "no podíamos llegar al frente del incendio a combatir porque había literalmente una selva, por eso debimos abrir una faja para poder acceder y eventualmente escapar si existía un peligro".

Estas vivencias demuestran la delgada línea en que se movilizan los brigadistas. Por ello y pese a ser un grupo que concentra su despliegue en maniobras con agua, que les permiten un "colchón" de tiempo y distancia al enfrentar el fuego, no deben descuidarse. La muerte puede rondar a escasos centímetros.

COORDINACIÓN

Uno de los puntos que más destaca el jefe técnico de unidad es la coordinación en el sistema de protección civil. "Me alegra que se entienda que los incendios forestales no son problemas exclusivos de Conaf, son un problema del país. Como tal se ha reaccionado muy bien. Hemos visto el aporte de Vialidad, de Bomberos, hemos trabajado con voluntarios de Dalcahue, Quemchi y Ancud, con gran voluntad", acota.

Asimismo, añade que "nosotros somos brigadas de agua y trabajamos con tendido de líneas de mangueras y para eso necesitamos el aporte de agua, la cual nunca nos faltó, siempre teníamos el abastecimiento. Cuando existe un buen sistema logístico la labor se hace más fácil".

Los magallánicos trabajaron por algunas jornadas con compañeros provenientes de las regiones de Coquimbo y el Maule. Aunque estos se especializan en la confección de cortafuegos con herramientas, la coordinación plasmada en terreno permitió contener algunos focos incendiarios.

Los colegas ya partieron a otros destinos y pronto lo harán los australes. Sin embargo, la experiencia ha trascendido lo netamente profesional.

"Es un honor, primera vez que viene una brigada de Magallanes a Chiloé, considerando la conexión que existe entre estos dos puntos, nuestro paso por acá es inolvidable", expresa Santana, advirtiendo que otros miembros del equipo tienen familiares en la zona.

ancuditano

Uno de ellos es Cristian Muñoz (31), nacido en Ancud y que emigró a los 13 años a Punta Arenas. No había regresado a Chiloé y este paso por el Archipiélago lo atesora como una vivencia imborrable.

"Fue lindo volver aunque he tenido poco tiempo para encontrarme con mis familiares. A las 7 u 8 de la mañana ya estamos en tierra combatiendo, hasta que se mantenga el sol, por eso el tiempo no da", recalca el joven.

En su tercera temporada como brigadista, incluyendo su trabajo en la devastación ocurrida hace tres años en Torres del Paine, donde el fuego arrasó con más de 17 mil 600 hectáreas, este isleño cumple con un nuevo apoyo interregional aportando su experiencia.

"Son terrenos diferentes, en cuanto a las raíces y los árboles puede ser algo similar, pero acá no hay viento y en Chiloé el combustible es más pesado", describe.

Quien también ha palpado estas variaciones, pese a cumplir su primera temporada como brigadista es Janina Gallardo (19), la única mujer del grupo, quien no se amilana para enfrentar los contratiempos más difíciles.

"Había venido cuando chica a la Isla y ahora regreso para prestar todo el apoyo posible para el combate de estos incendios", dice la puntarenense que se interesó en sumarse a esta unidad después de ser bombera.

Pasó todas las pruebas físicas y sicológicas, se capacitó y ahora es una más de la brigada magallánica que está en su última fase de estadía en la provincia, aguardando por una nueva destinación, no sin antes reconocer que el paso por tierras insulares fue una extensión al cuidado que realizan en su propio hogar. J