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Recuerdan centenario del hundimiento del Dresden

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Enviada especial a J. Fernández

El mensaje en la botella, aparte de entregar cariñosas felicitaciones, traía un escrito claro: "Eres el segundo en llegar al Dresden". El buzo que lo encuentra, tras descender unos 60 metros en la bahía Cumberland, queda sorprendido y sin habla. No lo puede creer. Francisco Ayarza, uno de los autores que firma este inesperado recado, se ríe al recordar este episodio.

"Junto a otros amigos, en el año '60, fuimos los primeros en llegar al Dresden. Entonces, quisimos dejarle una sorpresa al próximo que llegara y así fue como dejamos esa botella con el papel en su interior, el cual fue posteriormente encontrado por otro buzo mientras se desarrollaba una competencia de caza submarina entre chilenos y argentinos", explica el hombre que fue el primero en lanzarse al agua.

Sin embargo, la tarea para llegar a los restos del buque no fue fácil. "Había dos razones. La primera, la lejanía, Juan Fernández que está a 360 millas de Valparaíso y, en segundo lugar, por la profundidad en que estaba el Dresden, que eran unos 60 metros. A eso hay que agregar que no había referencias con alguna exactitud en cuanto a coordenadas. Realmente fue un acierto", manifiesta Ayarza.

Fue la sabiduría de los pescadores la que permitió descubrir cuál era la profundidad exacta. "Por suerte conocí a Víctor Bravo, un gran amigo que en ese tiempo era oficial civil de la isla. Él vivía ahí y conocía muy bien a los pescadores. Cuando uno de ellos liberó el anzuelo y lo sacó con restos de óxido, supe que había quedado enredado en los restos de un casco de fierro hundido. Esto Víctor me lo comunicó a través de una carta y se podría decir que es aquí donde parte la aventura", explicó el actual gerente general de la empresa Nautilus Limitada.

VIAJES Y LANGOSTAS

Antes de llegar al archipiélago Juan Fernández, don Francisco era funcionario de Aduanas. "En esos años todos los aviones se posaban en una loza que estaba frente a las oficinas y entre ellos había uno que aterrizaba y traía la langosta. Era el de Roberto Parraguez, de quien me hice muy amigo y que en un momento dado me dice: 'Oye, yo viajo a Juan Fernández todas las semanas a buscar langostas y me voy vacío. Yo podría llevarte a ti con un grupo de amigos en estas condiciones económicas, te dejo en la isla y te vuelvo a buscar una semana después'. Así que contacté a los amigos más cercanos y se armó un grupo de 8 o 9 personas", relata Ayarza.

Fue en esos viajes que hacía con su amigo Parraguez que el buzo se topó con la historia del Dresden. "Para mí lo del Dresden fue todo un hito y nunca lo olvidaré", dice con alegría.

Este sábado 14 de marzo se cumplieron 100 años desde que el crucero alemán Dresden se hundió en la bahía Cumberland. Y para conmemorarlo, las embajadas de Alemania, Gran Bretaña y la Armada de Chile organizaron una serie de actividades en Juan Fernández. La primera fue la ceremonia en el Cementerio Comunal, en donde se encuentra la tumba del Dresden y en donde muchos se emocionaron al recordar el acontecimiento y luego la caminata al lugar en donde impactaron las balas.

Melitha Krause, hija de Max Krause, uno de los tripulantes sobrevivientes, estaba emocionada. "Mi padre era suboficial y cuando se hundió el buque, él junto a otros alemanes y muchos otros marinos llegó a nado a la costa. Después de eso los internaron en la isla Quiriquina por cinco años y se dedicaron a hacer de todo. Mi padre era un hombre extraordinario", expresó con orgullo.

PADRE QUERIDO

No obstante, Melitha no sólo se quedó con el recuerdo y la historia que plasmó en un libro, sino que además hizo las gestiones para que este centenario del Dresden fuera más que especial.

"Solicité los permisos a la Municipalidad de Juan Fernández para poder restaurar la tumba y lo logré. Así que conseguí fondos desde Alemania para restaurarla y lo hicimos", comentó con una gran sonrisa.

Este gesto lo hizo porque después que ocurrió el tsunami de 2010, no quedó nada. "Visité la isla a los meses después y la tumba ya no estaba. Entonces me propuse rescatarla más que nada por mi padre y sus compañeros. Empecé a pedir fotos a la Capitanía de Puerto, las cuales me las mandaban por vía mail, hasta que conseguí a la persona que hiciera la restauración de la tumba. Quedó preciosa", enfatizó.

En los discursos que se presentaron en la ceremonia se habló de este hombre que hizo la restauración, pero jamás se mencionó su nombre porque él así lo quiso. "Puso su corazón para reconstruir la tumba, pero ha pedido que su nombre quede en el anonimato", se indicó en la oportunidad.

Melitha espera que con el centenario del Dresden, todos guarden la historia en el corazón. "Hice el libro escribiéndolo desde el corazón de una hija, pero me gustaría que todos valoraran lo que fue el Dresden. Para mí la experiencia fue muy grata, ya que si bien no soy escritora, me arriesgué a hacerlo y lo más gratificante es que he podido contactar a muchos hijos de otros tripulantes que también me han aportado cosas. Ha sido muy hermoso", manifestó la mayor de siete hermanos.

Max Krause, el papá de Melitha, fue uno de los marinos que se salvó nadando, pero que luego de sobrevivir, dejó muchos legados en el país. "Él llegó a la isla (sic) de Juan Fernández a nado. De ahí lo embarcaron en dos buques, los trajeron a Valparaíso y de ahí a la isla Quiriquina. Pero como en el colegio había aprendido el oficio de la carpintería, él lo desarrolló en su máxima expresión y construyó el Regimiento Caupolicán de Valdivia, el puente Pedro de Valdivia, el puente Larqui de Concepción, hizo restauración de teatro, del metro, en fin, muchas cosas lindas y maravillosas", dijo la hija chocha.

RÉPLICA DE CAMPANA

Juan Fernández conmemoró el hundimiento durante todo el último fin de semana, siendo el broche de oro la entrega de la réplica de la campana del Dresden y la muestra permanente que se instaló en la Casa del Adulto Mayor. La campana fue recibida por Felipe Paredes, alcalde de Juan Fernández y fue muy fotografiada por la comunidad. Es una copia exacta de la campana de 144 kilos de peso y que en febrero de 2006 fue rescatada por buzos chilenos y alemanes. La restauración de la original y la confección de las réplicas fueron financiadas por el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de la República General de Alemania. El regreso de la campana original a Chile está previsto para el 2021.

Francisco Ayarza, el buzo que vio a la nave de tipo crucero ligero en la década del '60, estaba muy contento con esta réplica, pero señaló que en su casa tiene un tesoro invaluable. "De hace un tiempo vivo en Punta Arenas y tengo varios objetos del Dresden. En algunas ocasiones me hicieron unas acusaciones muy mal intencionadas diciendo que yo comerciaba los objetos del Dresden y Monumentos Nacionales envió un funcionario a Punta Arenas para entrevistarse conmigo sobre este tema y yo lo invité encantado", manifestó.

Sumó que "le mostré que tenía un pequeño museo y le dije que mis actividades que son básicamente el contrato con ENAP (actualmente trabaja en la refinería) me permiten vivir de forma honrada y no me interesa en lo más mínimo vender los objetos. Prefiero mantenerlas en este pequeño museo y darlas a conocer no solo a la comunidad, sino a todas las personas que me visiten en Punta Arenas", apuntó tajante. J