Secciones

Desastres naturales y antrópicos

E-mail Compartir

Señor Director:

La tragedia ocasionada por el más reciente fenómeno natural, que esta vez asoló a la Región de Atacama, ha reabierto la discusión en nuestro país de si era posible prever tal desastre y sus consecuencias. En lo que va corrido del año, tres situaciones, a lo menos, dan cuenta de la vulnerabilidad a las que la naturaleza y la acción del hombre pueden ocasionar a la vida de los chilenos y sus bienes. Volcanes en erupción, terremotos, incendios y aluviones califican como desastres naturales que amenazan la seguridad del país, en su más amplio sentido. Sin embargo, la literatura especializada hace una distinción entre estos fenómenos y los que son causados accidental o intencionalmente por la mano del hombre, calificándolos como antrópicos. Podemos aventurar que los avances tecnológicos para anticipar la ocurrencia de algunos de estos desastres y prevenir a las personas de sus consecuencias van en aumento. Los medios de comunicación y las redes sociales son cada vez más requeridos para este último propósito. Cuando aún se está evaluando los devastadores efectos de la naturaleza en el Norte del país, en Santiago, con ocasión del llamado "Día del joven combatiente", el 29 de marzo recién pasado, se produjeron, como ha ocurrido inalterablemente desde 1986, graves disturbios con consecuencias lamentables para la vida de las personas y los bienes públicos y privados. Entre las víctimas, un carabinero resultó asesinado en la Comuna de Pedro Aguirre Cerda. A diferencia de los desastres naturales, esta tragedia se pudo evitar, pues se conocía de antemano los puntos exactos donde ocurrirían los disturbios y que la prensa publicó con detalles en más de quince comunas de la Región Metropolitana. Las autoridades anunciaron el empleo de mil policías para contener los desmanes que, como se sabe, no tuvo el efecto disuasivo esperado. Además, se difundió recomedaciones a la población., como si todo ello fuera un fenómeno imposible de evitar. Éste lo hemos asumido como otro "desastre natural", en circunstancias que es claramente uno de tipo sociológico y político, evidentemente de carácter antrópico. En relación con este trágico episodio es que se entiende la preocupación del Gobierno, expresada en las palabras del Subsecretario del Interior, quien aludió a la posibilidad de declarar un estado de excepción constitucional para hechos que, como éste, produzcan conmoción interior, que correspondería a lo que la Constitución de la República y la ley orgánica respectiva denominan estado de sitio. Esta última, en su artículo 3°, prevé- a diferencia de los otros estados de excepción constitucionales- que "las facultades conferidas al Presidente de la República podrán ser delegadas, total o parcialmente, en los Intendentes, Gobernadores o jefes de la Defensa Nacional que él designe"

Diferentes sectores políticos y, en general, la población han apoyado sistemáticamente las decisiones del Gobierno para decretar estados de excepción constitucionales frente a sucesivas catástrofes -desde el terremoto y maremotos del 27 de febrero de 2010,- sean éstas de carácter natural o antrópicas. Estas tragedias han vuelto a poner a las Fuerzas Armadas a cargo del control del orden público, la organización de los medios humanos y disponibilidad de medios materiales para paliar los efectos de las mismas, bajo el entendido de que se trata de emergencias o situaciones de calamidad pública. Sin embargo, el estado de sitio no tiene antecedentes durante los gobiernos democráticos que sucedieron al gobierno militar. De allí que su sola mención haya provocado una reacción de carácter político, incluso dentro de sectores de la misma coalición de gobierno. El tema de fondo es, a mi juicio cómo prevenir la ocurrencia de estos fenómenos político-sociales que, a diferencia de los desastres naturales, pueden anticiparse en su ocurrencia y en sus graves consecuencias.