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Prácticas abusivas y explotación sexual infantil, dos fenómenos que se visualizan en la provincia

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Pedro.Barcena@laestrellachiloe.cl

Muchas veces quedan disfrazadas como juegos. También se confunden como "etapas del crecimiento" o conocimiento del cuerpo. Lo cierto es que los comportamientos sexuales de menores hacia otros niños cada día son más visibles. Y en la provincia estas experiencias no quedan en el abandono.

Tal como lo sufrió un niño de apenas 8 años que llegó contando a sus papás que en el colegio un compañero de cursos superiores lo "toqueteó" en el baño, estas acciones ya no pasan desapercibidas. Es más, ya no se ocultan con tanta frecuencia y, lo que es mejor, se están levantando las instancias para trabajar con los menores. No solo abordar la problemática desde la víctima, sino también acoger a quien comete estas acciones.

Desde el 2002 comenzó el trabajo fuerte a nivel nacional para atender este fenómeno. Y en el 2012, la labor investigativa emanada desde Chiloé con respecto a adolescentes que realizan prácticas abusivas sexuales ha servido como parámetro y ejemplo en todo el país para contar con las herramientas indicadas para tratar el tema.

Así lo describe Yonatan Bustamante, director del programa especializado en el tratamiento de este fenómeno, PAS Paihuen, con sede en Castro, entidad que organizó recientemente un seminario que no solamente dio cuenta de estas experiencias locales, sino de otras relacionadas al trabajo con la infancia.

paradigma

Tal como explicó de inmediato el sicólogo, es preciso cambiar el paradigma y no estratificar a estos menores como agresores o abusadores, como lo estableció la Convención Internacional de Derechos del Niño. "Ellos comenten prácticas abusivas y como son adolescentes, estas prácticas se pueden cambiar, no lo podemos etiquetar, hay que cuidarlos", aclaró.

Recalcó que estas personas que comenten alguna transgresión en el ámbito sexual con otro niño o joven no se encuentran en la línea de justicia juvenil, sino del sistema proteccional, derivados de tribunales de Familia o en algunos casos desde el segmento anterior pero derivados de Familia como una pena accesoria en el medio libre.

Desde el 2012 comenzó el ingreso paulatino de estos adolescentes que cometieron estas prácticas. Actualmente, el programa cuenta con 67 usuarios, entre los 10 y los 18 años, siendo el 57 por ciento provenientes de Chiloé. Dentro de este total, la mayor parte de menores provienen desde Castro y Ancud, con 14 y 13 casos, respectivamente.

En el marco contextual, como enfatizó el profesional, estos jóvenes han pasado por sucesos vitales estresantes que marcaron su personalidad. "Una serie de eventos durante su infancia, con polivictimización", acotó. El 47% de ellos sufrieron maltrato sicológico, el 26% abusos sexuales, el 11% agresiones físicas y el 7% violaciones.

Asimismo, las prácticas abusivas se concentran en víctimas de entre los 7 y 12 años, siendo su relación con el ofensor, principalmente compañero de residencia (34 casos a nivel regional) como de establecimiento educacional (17).

repertorio

Dentro de las herramientas de trabajo que se realizan con estos jóvenes, Bustamante enfatizó que se busca "entregar un repertorio emocional y cognitivo que le permita al adolescente desempeñarse en la sociedad de manera más adaptativa, segundo utilizamos las historias de victimización anterior. Se reconocen causantes de un daño cuando visualizan su propio daño".

Con esta visualización, la labor contextual de la intervención se torna fundamental. "Es imprescindible el trabajo con la familia, con la residencia, la escuela. En el fondo la familia es el motor de cambio cuando tenemos las condiciones. Igual hay familias problemáticas donde el estrés está presente todos los días, así que solicitamos la salida del joven a una familia especializada".

En la provincia existen dos residencias en Ancud y el programa de acogida de familia especializada en la capital chilota.

Como gran objetivo del programa de tratamiento de prácticas abusivas, el sicólogo, aseveró que "es evitar la reincidencia de la práctica abusiva. Pero cómo se llega a ello, hay un trabajo paulatino. Los datos dicen que los jóvenes reinciden en el 2 o 3 por ciento, es bajo, por lo que el nivel de logro de esta intervención es positivo".

Considerando que esta labor es integral, cobra especial valor el aporte de la comunidad. Junto al destacado esfuerzo de estos profesionales por visibilizar y tratar a estos jóvenes, se encuentra el rol de la población en general, no solo profesores, funcionarios de salud y autoridades.

Como especificó el director del programa PAS Paihuen, hay que sacar a la luz estas prácticas abusivas para llegar a un tratamiento oportuno, ante lo cual es vital la notificación de estas.

"Ahora hay más sensibilización sobre estas problemáticas, pero no se hace nada si no existe la denuncia", recalcó el experto.

quellón

A su vez, dentro de este marco de violencia sexual infantil, existe otro fenómeno que también se ha visibilizado más en el último tiempo, teniendo el Archipiélago como uno de sus puntos de acción.

Se trata de la explotación sexual infantil, que también sufre de paradigmas, porque muchas veces se tilda a los menores en el marco de la prostitución, sin considerar que ellos son manipulados para estos efectos.

Bien claro lo expuso la sicóloga Patricia Villarroel, quien describió la experiencia del programa especializado Llapemn, también asociado a Serpaj Chile (Servicio Paz y Justicia), el cual atiende a víctimas de estas prácticas.

La iniciativa tiene cobertura regional, existiendo una dupla sicosocial que atiende los casos chilotes. Sin embargo, ante el aumento de este fenómeno y la necesidad de intervenir en terreno de manera más asidua, se destinó a una trabajadora social estable en el territorio insular.

"Chiloé significa la segunda tasa de derivaciones, con cerca de 45 casos", apuntó la profesional de la Universidad de Chile.

Dentro de las formas en que se dan estas prácticas de explotación sexual, Quellón fue objeto de estudio.

En primer lugar, como detalló la especialista, "se da el comercio sexual con adolescentes y niños como una transacción económica. También con otro tipo de intercambio: el padrinaje o padrinazgo, donde el menor se relaciona con un hombre o mujer que le proporciona protección cuidado, sustento económico a cambio de prácticas sexuales".

Además, se evidencia el fenómeno como contexto de entretención. "En algunos sectores se organizaban fiestas privadas con intercambio sexual el que presuntamente le daba 'estatus social' a algunas jóvenes, que en algunos liceos invitaban a compañeras a estos encuentros donde se transaba alcohol y drogas por sexo", especificó.

La misión de estas intervenciones, como señaló Villarroel, es "interrumpir la explotación sexual y favorecer el proceso de reparación del daño emocional que ocasiona atravesar por esta experiencia. También fortalecer los vínculos con adultos significativos, acciones afectivas protectoras y potenciar redes de apoyo".

Como se repite en otros casos de vulneración a menores, donde muchos están marcados por la disgregación familiar y situaciones de estrés social, el trabajo en red, integral, se torna fundamental. Todos son responsables y pueden aportar. Nadie puede dejar por desapercibida esta problemática.

Hacia ese punto avanzan los programas especializados que en Chiloé han evidenciado complejos fenómenos que afectan a la infancia y la juventud. Ahora son visibles y se trabaja con ellos. Los menores ya no están solos. J