Mamá de Aránguiz: "Fui muy perra con el Charly"
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Mariana Sandoval, la madre de Charles Aránguiz, nunca va al estadio. No le gusta. Dice que si fuera, se la comerían los nervios, que se pondría a gritar, a dar instrucciones. Haría un show, imagina. Por eso prefiere ver los partidos en el living de su casa. Ahí, por ejemplo, vio la final de la Copa Sudamericana 2011, que ganó la Universidad de Chile con su hijo en cancha; ahí también vio el debut de Aránguiz en el Internacional de Porto Alegre y el Chile-Argentina por la final de Copa América, donde su hijo fue también figura en la obtención del título. Ahí, probablemente, vio la caída del equipo brasileño que privó a su hijo de jugar este año la final de la Copa Libertadores ante River Plate.
Ahí, en el living de su casa, Mariana Sandoval hace su performance de madre-entrenadora eufórica. Y lo hace tranquila porque nadie la ve.
En la final de la Copa América lo hizo repartiendo gritos y rezos histéricos ("los santos no me quieren ver ya", confiesa). Y arrodillándose durante los penales, como relató los días siguientes en cada entrevista que dio para la tele, las que fueron varias.
Esa noche, después de los festejos en el estadio y La Moneda, fue la celebración más intima. Sólo familiares y amigos en la sede del club deportivo Nueva Esperanza, en Puente Alto. Y más tarde, ya digerido el título continental, vino el grito que nos repite y que la hizo feliz: "Estaba en mi casa y de repente alguien grita '¡Gracias, Mariana Sandoval, porque en una noche de amor hiciste a este tremendo futbolista'".
El primer fracaso
En el Gimnasio Municipal de la población El Volcán, una de las más bravas de la comuna de Puente Alto, recordada por las casas Copeva, no se mueve nada sin que Mariana Sandoval lo sepa. Es la jefa, la que está a cargo de todo. Desde la comida de los niños hasta las reparaciones que se están haciendo en uno de sus muros.
Es la mujer fuerte del lugar. La más respetada. Es la única funcionaria, por ejemplo, que puede salir de noche del gimnasio con la certeza de que no la van a asaltar. Es la tía Mariana, la madre del "Charly".
Se ganó el respeto por tres cosas: por su trabajo como entrenadora y dirigente en el Nueva Esperanza y la municipalidad; por ser la madre de Charles Aránguiz; y por su carácter, que es su sello. El mismo que le costó un matrimonio y le provocó su mayor pena. Y lo explica así, ocupando a Charly como ejemplo. Porque al final, en la vida de Mariana Sandoval, pareciera que todo gira en torno al crack de la selección nacional.
"Aposté que él podía llegar arriba porque ya había tenido un fracaso como mamá con mi hijo mayor", sostiene.
Habla de Gilberto Moreno (38), hijo que tuvo con su primera pareja, a los 14 años, y que pudo convertirse en el primer futbolista de la familia. Al final no lo hizo. Y Mariana asume la culpa:
"Era excelente jugador, mejor que Charles. Llegó hasta las juveniles de la 'U'. Pero fue papá a los 17 años y ahí me faltó experiencia. Yo debí haberle dicho que siguiera entrenando y apoyarlo. Y lo hice al revés: '¿Le gustó ser papá? Póngase a trabajar'. Lo mandé cagando", dice.
-Nunca. No poh, ¿para qué se pone a hacer guaguas? Pero no andamos peleados. Ahora me hincha el corazón, está estudiando en el Inaf para ser entrenador.
Y fue ese fracaso ("mi mayor pena") el que condicionaría, luego, su relación con Charles Aránguiz. Dice que no lo obligó a ser futbolista, que lo apoyó cuando a los 14 lo echaron de la "U" y cuando tiempo después se aburrió y se fue de Colo Colo.
camino al éxito
Pero cuando llegó a Cobreloa, a los 15, se puso rígida. Charles, dice Mariana, veía a sus primos de la misma edad salir, ir a fiestas. Y él no podía. La historia típica del niño futbolista. Y ahí fue cuando se acordó de Gilberto.
"Le decía 'yo no te obligué a jugar. Ahora empezaste, tenís que mantenerte'. Fui muy perra con el Charly. Nunca lo golpeé. Pero le decía '¿querí ir a la fiesta? Anda, poh. Pero yo lo seguía y le pintaba los monos. Le hacía escándalo frente a sus amigos", dice.
-Se encerraba en su pieza, las patadas llovían adentro. Él me decía que era mala. Mi marido también me lo decía.
-Con Charles no tuve mala relación, eran peleas. Pero mira, mi marido era un buen esposo, excelente padre, buen amigo, amante. ¿Y qué pasó con él, si era tan regio? Yo, poh. Yo soy la mandona, la dictadora. Lo aburrí y se fue.
Al tiempo, Charles subió al primer equipo y se mudó a Calama. En los tres años y medio que estuvo ahí, Mariana nunca viajó a verlo. "Si iba me lo hubiera traído. Me iba a dar cuenta que estaba sufriendo", explica.
De Cobreloa pasó a Colo Colo y, tras una temporada en Quilmes, llegó a Universidad de Chile, desde donde saltó al Internacional de Porto Alegre.
-Súper buena. Hablamos por Whatsapp, él me pregunta cómo le va al club, cómo salimos. En las reuniones familiares pasa, me tira un beso y me dice 'persígueme ahora, poh mamita'. 'Pa qué', le digo yo, 'si ya no me necesitái'.
-Aaay, yo creo que el 10 por ciento, no más. El 90 es de él. J