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Dalcahuino escapa con vida de incendio que arrasa su negocio

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Pedro Bárcena González

Con rostro cabizbajo, cansado, angustiado, recibe el apoyo de sus amigos. Y no es para menos. El sueño que por más de 20 años cultivó Roberto Hernán Bahamonde en pleno corazón de Dalcahue se esfumó. Más precisamente, se transformó en humo y escombros. Un incendio arrasó la madrugada de ayer con el conocido Restorán y Residencial Playa. Y por poco las llamas no solo se llevan su negocio, sino también su vida.

El semblante de este chilote evidencia el rigor de la jornada. El garrotazo de perder su emprendimiento, de quedar con lo puesto: un pantalón de pijama, una polera y ropa que le consiguieron familiares y cercanos, se suma a los golpes sufridos en el siniestro y su milagroso escape.

Pero las heridas y contusiones en la cara, el dolor en las piernas, no es lo peor. El abrupto final de su emprendimiento como el desgaste emocional parecen un lastre. Y no se puede ocultar. Es más, reviven con cada recuerdo del siniestro.

Las llamas de iniciaron alrededor de las 3 de la madrugada, poco tiempo después del retorno de Bahamonde al lugar que también constituía su hogar. "Llegué tarde desde un cumpleaños de un colega del Restorán Chiloé... estuve con otro amigo, me tomé un vino y después de fui a acostar. A la media hora sentí un olor a humo", confiesa como la primera muestra de la desgracia que se avecinaba.

Al abrir la puerta para cerciorarse de lo que sucedía, el comerciante no tuvo otra alternativa. "Se me vino todo el humo, como el fuego... así que salía raja'o por la ventana desde el segundo piso, me tiro para abajo, incluso salí a pata pelá. Empecé a pedir auxilio para que alguien me recibiera, ya que el fuego estaba en la mitad del techo", relata.

ayuda

Los primeros en responder al desesperado llamado de don Roberto fueron efectivos de Carabineros. El sargento Juan Oyarzo, el carabinero Cristóbal Agurto y el cabo Bernardino Orellana fueron en su ayuda. Intentaron sostenerlo cuando se lanzó tratando de evitar que cayera entre cajas de cervezas vacías y escombros. Se golpeó, pero logró evitar la muerte.

También debieron extremar recursos para eludir las llamas los únicos dos pasajeros de la residencial. Un matrimonio dormía en una habitación del segundo nivel del recinto ubicado en calle Manuel Rodríguez, a unos 60 metros de la iglesia patrimonial dalcahuina. Solo la rápida acción de vecinos impidió que el fuego los envolviera.

Así lo describe Arístides Saldivia, dueño de la vivienda contigua al restorán, la cual sufrió daños en varias habitaciones producto de las llamas. "Tuve que despertar al lado, golpeé la puerta y la gente de arriba se despertó. Un matrimonio alojado. Con escalera lo ayudaron a bajar", aclara.

El propio poblador grafica la rapidez con que el fuego destruyó todo a su paso y amenazó con provocar una nueva catástrofe, tal como hace décadas, cuando un incendio arrasó cinco casas de esa misma manzana, o como antes las llamas se ensañaron con otros 12 inmuebles del área del frente. Eso, sin olvidar la emergencia del ex liceo dalcahuino, en septiembre del 2011.

"Sentimos unos ruidos afuera y pensamos que era una pelea, miro para el lado y veo el humo, me voy para atrás y veo que está ardiendo la cocina (del restorán). En cosa de minutos el incendio agarró todo, por suerte el cortafuego que tenemos evitó que se extendiera todo", enfatiza el isleño que también destacó la labor de Bomberos, voluntarios a los que avisó oportunamente.

Las llamaradas a los pocos minutos de comenzar la emergencia ya eran evidentes en todo el radio central de Dalcahue. El viento existente a esa hora complicaba el escenario. Muchos temían que las dantescas imágenes del pasado se repitiesen. Y por poco no ocurre lo mismo.

COMPLICACIONES

El propio comandante de Bomberos reconoció las dificultades en el trabajo, las necesidades de apoyo y los riesgos de propagación.

Como señala Alex Oyarzún al momento de arribar la primera unidad, "el segundo piso estaba en llamas", por lo que había que tomar decisiones rápidas. El oficial solicitó apoyo a sus colegas de Castro, que se sumaron con tres carros para completar ocho en total para abordar el siniestro.

"Sufrimos de problemas por la presión del agua, pero lo sabíamos al emplear dos grifos del sector. Por eso recurrimos al apoyo de más carros y aljibes para tener suministro suficiente para las labores", acota el jefe bomberil, añadiendo que el medio centenar de voluntarios se desplegó por más de seis horas en el lugar. Incluso, alrededor de las 11.30 horas, un rebrote obligó al retorno de una máquina.

Factor clave en la contención de las llamas fue el cortafuego existente entre los dos inmuebles afectados. Según el comandante "este ayudó a que no se arranque el fuego, considerando que en el sector las casas están pegadas y pudo vivirse una situación más grave".

Después de controlarse la emergencia, pese a que el humo y algunas brazas aún mostraban la voracidad del hecho, comenzaron las pesquisas para determinar las causas que gatillaron el incendio que provocó pérdidas avaluadas en más de 150 millones de pesos.

Así quedó establecido en el procedimiento policial. Como lo indica el jefe de la Tenencia de Carabineros de Dalcahue, Jorge Díaz, los daños "fueron totales en el recinto comercial, extendiéndose a una vivienda, pero afortunadamente, pese a algunas lesiones, no se tiene que lamentar pérdidas humanas".

Los uniformados de la unidad local resguardaron el sitio del suceso a la espera de peritos del Laboratorio de Criminalística (Labocar) de Carabineros que realizó las diligencias del caso durante la tarde de ayer. Un despliegue destinado a esclarecer cómo en pocos minutos, un tradicional local dalcahuino quedó reducido a escombros. J

En temporada baja, sin considerar a los familiares y cercanos al dueño, tres personas trabajaban en el restorán Playa. Una de ellas era Teresa Levicoy (foto), quien no tardó en llegar a ver la magnitud de los daños. "Fue total, no quedó nada", señala la cocinera que por más de siete años estuvo ligada al negocio. Asimismo, recalca que el dueño "quedó con lo puesto, aunque por suerte con vida, ya que el incendio fue muy fuerte". En tanto, Roberto Bahamonde reconoce que pudo vivirse una situación mayor: "Temía de un estanque de gas de mil kilos que va enterrado en la tierra, menos mal que no explotó".

"Se me vino todo el humo, como el fuego... así que salía raja'o por la ventana desde el segundo piso", Roberto Bahamonde, dueño del recinto siniestrado.