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¿Hacia dónde vas, Chiloé? II

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Señor Director:

Lo anterior (la carta publicada ayer en esta sección), lamentablemente deriva en que existan muchas preguntas sin respuestas o, al menos, que no cuentan con una voz generalizada y representativa de la sociedad toda. Así, por ejemplo, pueden plantearse cuestionamientos como los que siguen: ¿cuál es la misión como chilotes?, ¿hacia dónde deben ir enfocadas las estrategias de desarrollo?, ¿hacia un desarrollo económico?, ¿tal vez uno de tipo comunitario/humano?, ¿quizás sustentable?, ¿cuál es el proyecto común de las 10 comunas que forman parte de este archipiélago?, ¿qué es Chiloé y cuáles son los objetivos y metas compartidas a futuro?, ¿cómo se vislumbra el Chiloé de aquí a 5, 10, 20 o 50 años más?, ¿cuáles son las estrategias y acciones concretas al respecto?, ¿cuáles son los roles y funciones de loa actores locales en post de esas metas?, etc. Las anteriores son tan solo algunas de las interrogantes claves que bien cabe preguntarse y encontrar en ellas una pronta y consensuada resolución que permita mirar hacia el futuro con mayor optimismo y claridad.

Claro está, entonces, que el proyecto de desarrollo no está del todo construido (no existe en realidad), planificado, ni mucho menos orientado hacia los intereses y aspiraciones generales de la población; lo que se traduce en un futuro que se podría definir como "incierto" y "riesgoso". Es urgente la necesidad de tomar conciencia al respecto y planificar desde ya con una mirada prospectiva en torno a los pasos a seguir para alcanzar niveles de desarrollo concordantes a lo que merece Chiloé y su gente, equilibrando las estructuras tradicionales con los aportes del mundo global.

No basta entonces tan solo con iniciativas sectoriales, estas deben ser integrales, holísticas e interrelacionadas. La planificación del desarrollo es crucial; pero más importante aún es incentivar el verdadero involucramiento de la sociedad y, por lo tanto, es necesario no seguir atrapado en lo que hoy en día se hace; el conformarse con tan solo consultar a la ciudadanía para que estos "validen" proyectos elaborados por "unos pocos". Con ello, se le está quitando a la ciudadanía el rol protagónico al que aspira, relegándola a una participación secundaria, que lógicamente lleva a la generación de disconformidad y, en ocasiones, rechazo y desvinculación hacia lo que se está realizando en pro del bien común.

Finalmente, recalcar que el proyecto común de los chilotes será posible solo si la participación se da al margen del partido político y respectivas ideologías de las que cada uno (a) sea seguidor y/o partidario; del medio en el cual se habite (rural o urbano), de la edad o experiencia (jóvenes o adultos); de la religión que identifique; de si el chilote vive y/o trabaja aun en esas tierras o no, etcétera. Para que esto resulte, todos requieren de idóneos espacios de participación para así ayudar a construir el proyecto del Chiloé del futuro. Recién ahí, cumplidas estas etapas, podremos obtener respuestas claras sobre las preguntas aquí planteadas y saber con exactitud cuál es el "norte" de Chiloé o, tal como se expresa en el título de esta carta, hacia dónde va Chiloé.