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Estudiantes de Quellón ya brillan en la ciencia: poseen su propia caseta meteorológica

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cronica@laestrellachiloe.cl

El Liceo Paulo Freire es el más nuevo de los establecimientos educacionales de la comuna de Quellón, al menos, dentro de los que están al alero de la Corporación Municipal de Educación, Salud y Atención al Menor. Abrió sus puertas recién en marzo del 2014.

El plantel ocupa las dependencias que antaño fueron del Liceo Rayen Mapu y posteriormente de la misma corporación. Allí, en este recinto, funciona esta novel institución educacional donde 140 estudiantes, entre séptimo básico y segundo medio, dan vida a un proyecto que llama la atención y sorprende a padres, apoderados y los mismos alumnos.

En ese contexto, dentro de la comunidad estudiantil surgió un proyecto científico que un puñado de liceanos lleva a cabo con un rigor y dedicación inusual, por decir lo menos, para menores con este nivel de escolaridad.

Alentados y motivados por el director del establecimiento, Manfredo Langer Ramírez, profesor de química, muchachos de entre 11 a 13 años están dando vida a una suerte de experimento meteorológico, sacrificando tiempo de ocio en beneficio de satisfacer sus ganas de aprender y aumentar sus conocimientos.

Los alumnos de séptimo básico Benjamín Bastías, Manuel Wood, Gonzalo Miranda, Kevin Vargas y Marco Antonio Guichapirén, más los de octavo Heliot Valdés y Héctor Cheuquián, se definen como "investigadores científicos de la naturaleza y lo que hacemos es investigar las condiciones de la atmósfera y la litósfera". Miranda recalca sobre la última: "Es el suelo donde estamos, todas las capas de la Tierra".

En los alrededores del patio principal del liceo se encuentra instalado el equipo con el cual trabajan estos pequeños científicos. El joven Heliot Valdés indica sobre el instrumental que "esta es una caseta meteorológica. Aquí todos los días y a la misma hora venimos a tomar las mediciones de agua caída, la temperatura, la humedad y la presión atmosférica".

La misma fuente detalla que ha sido el director quien ha ido consiguiendo los aparatos para llevar a cabo esta tarea. "A medida que pasan los días él ha traído nuevo instrumental para hacer mejor la investigación", consigna.

Sobre el uso que se le da a la información que recaba esta estación, el alumno comparte que "es guardada en un cuaderno que tenemos y luego la subimos a una página web que ya está creada: www.globe.com. Ahí están los gráficos y cualquier persona puede consultarlos".

A su vez, el estudiante Manuel Wood describe el instrumental que cobija la pequeña caseta meteorológica del liceo: "Tenemos un medidor de agua caída que se llama pluviómetro; otro para la medición de la humedad, el hidrómetro; también tenemos un barómetro para medir la presión, un instrumento que mide el pH de la lluvia caída, la carta de nubes y el termómetro para la temperatura".

funcional

Estos aficionados a la meteorología tienen bastante claro el objetivo que persiguen sus mediciones. En tal sentido, Valdés argumenta que "esta información es importante porque el clima igual afecta hartas cosas. Puede ser a la producción de algo o a los marinos, ya que si hay mal clima no van a poder zarpar. Igualmente, si hay mucha lluvia hay plantas que se pueden morir".

La erupción del Calbuco, en abril último, tampoco escapa a la observación de estos noveles investigadores. El mismo adolescente profundiza que "las cenizas del volcán, cuando explotó, llegaron un poco para acá. Eso afectó el pH del agua. El pH que teníamos normalmente era de 4, lo que es bastante ácido, y en esos días con la ceniza pudimos lograr un pH básico, un pH 8, lo que habitualmente no se ve aquí, ya que el nuestro es bastante bajo".

Wood acota sobre estos cambios: "Un pH bajo 7 sería ácido y de 7 hacia arriba sería básico. Cuando está en 7 se le dice neutro". En tanto, Heliot recalca que "el pH influye en lo que uno puede plantar. El pH se puede medir del suelo y ahí es muy importante porque ayuda a que crezca cierta cantidad de plantas. El pH ha ido aumentando, nosotros creemos que probablemente es producto de la lluvia, que ha ido limpiando el ambiente".

Una medición importante es la que llevan los muchachos respecto al agua caída en la ciudad de Quellón. Benjamín Bastías revela que, por ejemplo, "el 7 de agosto cayeron 1,2 milímetros, lo que no es mucho", sumando que desde el 20 de abril hasta ayer llovieron 999,65 milímetros.

Kevin Vargas grafica la medición del agua caída en una superficie plana: "un milímetro caído equivale a 1 litro de agua por metro cuadrado". El mismo liceano comenta que hubo un día en julio en que se constataron 64 mm en 24 horas.

Un dato interesante lo aporta el alumno Valdés: "Ha habido muy pocos días sin lluvia en Quellón, en que se han registrado solo rastros, estos no superan los 10 días".

Ayer, precisamente estos preadolescentes presenciaron una situación que les llamó la atención. "La humedad se había reducido bastante hoy día (viernes). Siempre se ubica entre el 90% y 95%; en cambio, hoy bajó a solo a 63%", subraya Wood.

descubridores

Heliot Valdés apunta que, aparte de la atmósfera, él y sus compañeros efectúan estudios del suelo: "No solo el pH, sino que la humedad, textura, color y estructura. Producto de eso descubrimos muchas cosas del suelo quellonino, por ejemplo, que se formó por meteorización, que es la caída brusca de la lluvia y erosiona la tierra. También la existencia de glaciares". Para llevar a cabo esta observación, el joven Wood consigna que "las mediciones las hicimos en mi casa en Oqueldán, en la playa".

Marco Antonio Guichapiren ahonda que en este sector quellonino descubrieron una leve presencia de carbonatos. "Habían cuatro horizontes y bicarbonato en los números 3 y 4. Los horizontes son capas que se van formando en el suelo y cada capa tiene un color distinto", aclara.

Estos estudiantes, autodenominados "defensores de la naturaleza", están contentos con lo que hacen y la oportunidad que les brinda el establecimiento de calle Jorge Vivar. "Nos juntamos todos los lunes después de clases en el laboratorio un par de horas", añade Manuel Wood.

Al colectivo también le preocupa la acción del hombre en la naturaleza y el cambio en el clima. De cómo se pueden aminorar los efectos de estas acciones, al menos en Chiloé, responden a coro "contaminar menos", dicen unos, y "usar leña seca", opina el resto.

La recompensa del grupo será asistir en octubre a la feria científica que se realizará en Santiago organizada por el Museo Nacional de Historia Natural. Ya están haciendo las gestiones para conseguir financiamiento que ayude a cumplir este sueño. El entusiasmo es manifiesto entre los jóvenes científicos quelloninos. Allí, en la Región Metropolitana, expondrán todo lo que han aprendido y que ya han podido descubrir. J