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Don Reina soltó amarras para su último zarpe

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pedro.barcena@laestrellachiloe.cl

Como surcando los mares del más allá, siempre a bordo de su querida lancha que atesoró por décadas, se despidió Don Reina. Un verdadero patrón de las aguas insulares, de sonrisa fácil y amena, amigo de todos y ejemplo de esfuerzo y emprendimiento, inició su último viaje.

En medio de la emoción de cerca de un millar de conocidos y familiares José Reinaldo Muñoz Vidal, poco antes de cumplir 85 años, recibió un merecido homenaje. Su sorpresiva muerte registrada el martes último, cuando fue hallado junto a uno de los pilotes de su palafito del sector El Pasaje de Curaco de Vélez, caló profundamente entre los vecinos. Fue un golpe al sentir comunidad. Porque este verdadero personaje trascendía entre la gente.

Un féretro a semejanza de "El Pato", la tradicional embarcación que utilizó para desafiar las corrientes de los canales chilotes, graficó más del sentimiento de este reconocido chilote, nacido en la localidad de Tolquien, pero que forjó gran parte de su fructífera vida en el inicio de la isla Quinchao, en Dalcahue, como en la Patagonia austral y trasandina.

alegría

A pesar del pedazo de historia que se va con este vecino, no solo los isleños más viejos, aquellos con los que compartió por siempre sintieron el zarpazo de su partida. Su misma alegría invitaba a la juventud y la motivaba a desafiar a la vida. Fue impulsor de las nóveles energías de quienes están comenzando su andar.

Por ello, las palabras llenas de amor y agradecimiento de sus cuatro nietas reflejaron la importancia que aún tiene la imagen de este forjador de ilusiones. "Tus recuerdos quedarán grabados en nuestra memoria", "el tiempo que pasamos juntos jamás lo olvidaremos", fueron parte de las frases esgrimidas entre sollozos por las niñas que también reconocieron las anécdotas de este empedernido trovador de historias de vida.

Su hijo Alejandro, en momentos el más fuerte tras la pérdida, pero en otros segundos el más afectado, rememoró parte del legado de su querido papá. Recordó que fue "un gran servidor del canal Dalcahue", siendo pionero en el balseo, como también "un gran amante de la naturaleza, el mar y la playa", construyendo con sus propias manos su casa y "sembrando tantas cualidades entre nosotros".

A su vez, recalcó que "su pasión fue la pesca artesanal, aquella de remo y lienza", iniciando ahora su último zarpe para reunirse con su compañera de vida, la señora Elba Muñoz, quien hace 2 años y 7 meses partió primero.

"Se despidió como él quería, en la orilla del mar, junto a su casa que construyó", indicó el isleño sobre su querido viejo, quien también recibió un merecido homenaje al otro lado del canal, donde fue encontrado sin vida. Una paradoja, ya que en ese punto este hombre trasmitió vida a todos, en su hogar, como en el restorán La Pasada, que recibió desde presidentes hasta el más humilde de los pobladores. Don Reina no le negaba la casa a nadie.

Su familia tomó contacto con la empresa Man Pue, que puso a disposición una barcaza para realizar el último trayecto por el estrecho dalcahuino junto al féretro. En El Pasaje se realizó un responso y regresó a la Isla Grande. Una travesía que conocía como la palma de su mano.

VIAJES

Como señaló Ramón Mancilla, gerente de la firma naviera, en esa misma embarcación Reinaldo Muñoz navegó hacia la isla de Caguach para participar de lo que sería su última Fiesta del Nazareno. "Le gustaba esa barcaza, siempre pasaba con nosotros... él nos enseñó mucho, conocía bien el trayecto y los canales de Chiloé", comentó.

El hermano del empresario, Luis Mancilla, también recordó que "hace más de 20 años que conocía a Don Reina, siempre fue amable, invitaba a su casa y no tenía ningún problema... por eso fue una pena tremenda encontrarlo muerto afuera de su casa, abajo, casi se lo lleva la marea".

Todos sintieron este trágico desenlace. Las lágrimas afloraron en los funerales realizados en la cancha sintética Dalcahue Centro, como en el sepelio en el cementerio municipal dalcahuino. Sin embargo, el dolor dejó paso en instantes a unas tenues sonrisas que demostraron el espíritu de esta persona. Su legado, la alegría.

Dentro de las millones de anécdotas que atesoraba, Sergio Vásquez, quien por más de medio siglo conoció a este curacano relató que "en el golfo de Ancud, cuando arreciaba el mal tiempo, Reinaldo contó que debió subir su bote a otra lancha mayor, pero 'El Pato' se soltó y se perdió. Al tiro se puso de rodillas y le rezó al Nazareno para encontrarlo. 25 días estuvo perdido el bote, pero apareció en Calbuco".

Así lo recuerda este amigo, siempre ligado al mar, devoto y esforzado, pero que nunca deja de lado el entusiasmo en todas sus vivencias. Lo mismo piensa su compadre, Olegario Muñoz, quien también describe otra veta de este chilote. "Era un excelente carpintero, se hizo su casa solo, se demoró como dos años. Además, era un hombre de campo, de trabajo, se fue a la Patagonia y regresó", acotó.

Ya asentado y con su boliche a cuestas, las historias se multiplicaron, como lo enfatizó otro de sus compadres. Osvaldo Montaña rememoró que hace más de 25 años llegó a compartir junto a otro amigo, Amado Gallardo. Con el paso de las horas el hambre arreció, apareciendo toda la picardía de Don Reina.

"Estábamos ahí y tras unas copas le preguntamos qué tenía para comer y nos dijo 'esperen un poco'. Salió por 15 minutos y llegó con cinco robalos recién pescados que los echó a la sartén con manteca. No sé si nos la hizo, pero se fue con el secreto de esta historia", acuñó el vecino.

Así transcurría casa día de la vida de este querido isleño. Amado por su familia, respetado y querido por sus amigos y reconocido por sus vecinos. Un hombre que dejó su huella junto a una sonrisa que se mantendrá por siempre entre quienes compartieron, aunque sea por unos minutos, con este emblema chilote. J