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El esfuerzo de contar con una sinfónica en Quellón

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Probablemente la Orquesta Sinfónica Infantil-Juvenil de Quellón es el referente cultural más importante que tiene la ciudad. Con una dotación apreciable de menores integrantes, con un director estable, con financiamiento, con un set de instrumentos que lo quisiera cualquier otra agrupación, más profesores que enseñan a los muchachos a perfeccionarse en la interpretación musical y un lugar apropiado para ensayar, la entidad emerge como una matriz del talento existente en la comuna.

Para todos los efectos prácticos, y desde un principio, la orquesta depende financiera y administrativamente de la Corporación Municipal de Salud, Educación y Atención al Menor de Quellón.

Esta agrupación se inició hace más de 10 años, por allá por el 2004, según comenta el profesor Christian Reyes, su director. "La administración municipal de la época se contactó con Américo Giusti, uno de los iniciadores de un sistema nuevo de orquestas a nivel nacional. A su vez, él se contactó conmigo para que me hiciera cargo de este proceso. Las orquestas en Chile en el sistema juvenil recién se estaban formando", evoca.

Los albores del proceso no fueron fáciles, según la fuente. "No había una concepción de lo que significaba (la orquesta). Hubo una persona, que después se fue, de nombre Blas Becerra, quien ideó el proyecto y yo vine a conversar con él. Junto a la municipalidad formularon un proyecto a la Fundación Orquestas de Chile y se lo ganaron. Tenía que haberse empezado el 2004, pero como no se entendía qué cosa era esto, al final se retrasó tanto que comenzó el 2005. El fondo dio para la adquisición de un instrumental base que eran todas las cuerdas, más atriles. Llegamos a tener 36 violines, 12 violas, 6 cellos y 3 contrabajos. Con eso se partió. Al día de hoy ya se completó la gama de instrumentos con los bronces, con maderas y con la percusión", asevera.

Reyes hace un especial recuerdo del comienzo del grupo. "Iniciar una orquesta era entre sueño y pesadilla. Los niños llegaban acá acostumbrados a conocer los instrumentos más usados en la Isla: la guitarra y el acordeón. Que apareciera un contrabajo, una viola o un cello era otro idioma. No lo entendían. La gran base era de niños quelloninos, lo que fue interesante porque rápidamente asimilaron que esto era otra cosa".

Acota que "del 2005 a la fecha se pasó por varios procesos para poder llegar a lo que hay hoy. Hubo que trabajar proyectos, los que tuve que hacer yo, por una cuestión de dominio en el sistema en el cual trabajo. Aquí se desconoce un poco los instrumentos que se requieren y los profesores que se necesitan".

propósito

El objetivo que persigue la orquesta, lo resume así el director, es "formar personas". "En mi trayectoria he formado músicos que están en Europa o Santiago trabajando. El objetivo nunca fue eso aquí. El objetivo fue darle una nueva oportunidad u opción a los niños de acá para ver si podían desarrollarse en un hobby bien hecho", consigna.

El instructor suma que ya en su primera generación de músicos se vieron destacados resultados, aseverando que tales chicos se convirtieron en los mejores que habían en la Región de Los Lagos. "Esto es comprobable, ya que el sistema creó un sistema de orquestas regionales, entonces cada región tiene su propia orquesta juvenil que es conformada por los mejores de cada orquesta. La capacidad se mide con los 'jefes de fila' y nosotros teníamos al jefe de fila de las violas, de la flauta, de los violines, teníamos a los mejores. Todos estos hoy son músicos".

"Todos ellos, como estudiantes, sacaron promedios sobre 6,5 en sus colegios. Los que no optaron por la parte musical, estudian medicina, ingeniería, enfermería, carreras que demandan buenas notas y altos puntajes de ingreso", apunta.

Actualmente la orquesta cuenta con 25 alumnos, grupo que partió siendo de cámara por los instrumentos de cuerdas existentes. Siete años después de la partida llegó a poseer 40 músicos, aunque por "desbande natural" quedaron 12. El 2011 se desarrolló un nuevo proceso porque el 2012 llegaron los instrumentos sinfónicos y, con ello, mayor amplitud de elección para los chicos.

A cada nuevo integrante se le asigna un instrumento, de acuerdo a los gustos y la disposición, explicándole la amplia gama. La edad mínima de ingreso es 8 años, extendiéndose la permanencia hasta cuatro medio.

La deserción es un problema también: "Algunos se aburren y se van. En los 11 años que he estado acá me he encontrado con respuestas insólitas sobre su alejamiento. Aburrimiento o simplemente porque no quieren venir más o que quieren ocupar su tiempo en otras cosas. Después me entero cuál ha sido el devenir del chico después de irse. La mayoría… nada. Les afecta el hecho que alguien les imponga una rigurosidad a la que no están acostumbrados, entonces optan por no seguir".

La orquesta les facilita a los niños un instrumento por un año para que lo ocupen. Hay aparatos que son difíciles de adquirir por su costo, como el corno francés, además de algunos que se han perdido y el inexorable deterioro, recibiendo incluso reparaciones de parte de los profesores.

La agrupación cuenta con profesores de violín, viola, contrabajo, maderas (flauta y clarinete), bronces y percusión. El director viene dos veces al mes por dos días y se ensaya con formación completa. Los profesores de instrumentos lo hacen una vez al mes.

En cuanto al programa de actividades, a lo académico, actuaciones y giras, el profesor Reyes plantea que "el tema es complejo debido al poco entendimiento de esta situación acá todavía. La orquesta está tomada como un 'tallercito', no está tomada como el punto cúlmine de la música, quizás. Una sinfónica, para cualquier otra ciudad, tal vez es una joya. Acá somos uno más dentro del sistema que funciona en la ciudad. Tocamos si es que se puede tocar y se hacen conciertos si es que se pueden conseguir conciertos, pero no hay una programación".

Desde agosto que la orquesta está con su material listo para presentaciones, teniendo ya agendado un concierto de Navidad. Entre marzo y julio es solo ensayo. "Por costo no podemos salir más allá de Quellón, tenemos que hacerlo lo más cerca posible. Por eso tocamos en cuatro lugares de la comuna en octubre y en noviembre en Auchac y Chadmo", menciona.

El repertorio plantea el desafío, al decir del artista, de "darle cuerpo a la música que le guste a gente de acá. Estamos preparando un corrido, 'Adelita', y si ven que es posible que una sinfónica pueda tocar eso, vamos a tener más entrada que si lo hiciéramos con la obertura del 'Lago de los cisnes'. Tenemos que entrar con un repertorio que sea 'oreja', lo mismo con los chicos, aunque ellos han entendido que la música es un todo".

El director de la orquesta expresa que "todas las actuaciones me dejan contento. Tal vez por estar Quellón tan alejado y se haya armado un sistema aquí, independiente de los problemas que tenga, pero está, existe. Tiene un mérito más grande que en cualquier otro lado. Tenemos realidades muy disímiles de los niños, realidades geográficas difíciles. Cada concierto, para mí, es una alegría".

Integrantes

Tal entusiasmo se refleja entre los menores. Víctor Eduardo Obando de 15 años toca el corno francés. Comparte que "cuando llegué no tenía ida del instrumento. Llevo cinco años tocando, he aprendido a leer música y tocar el instrumento. Estoy muy contento de pertenecer a la orquesta, es una alegría tocar con mis amigos y demostrarle a mi familia que uno puede llegar a ser músico y lograr ser alguien en la vida. Nos apoyamos entre todos, somos como una familia en la orquesta".

Respecto a su futuro, el pequeño adelanta que "yo quiero estudiar música y ser un cornista profesional. El corno es mi vida".

La mamá de Víctor, Yacolda Cárdenas, confiesa que "para mí es algo muy bonito. Evita que los niños anden en otras cosas, por lo menos a mi hijo le ha servido harto y más encima le encanta la música. Les enseña ser humanos, ya que hoy los niños viven por ellos mismos y no por el resto. Yo lo acompaño por todos lados, es un orgullo de mamá y de toda la familia".

Otro integrante, Anyelo Yáñez (16) toca el contrabajo. "Llevo casi tres años en la orquesta, cuando llegué no sabía que existía el instrumento. Partí de cero. Ser parte de esto es muy bonito, es un sentimiento. El instrumento te envuelve, te puedes expresar", recalca.

Con seguridad y como muchos otros quelloninos que han pasado por la sinfónica este adolescente se proyecta en este arte. "Llegar acá fue como un nuevo mundo, algo que me gusta y es una inspiración cuando toco. Mi sueño es estudiar contrabajo, tengo planeado ser músico y lo voy a cumplir en el conservatorio en Valdivia", concluye. J