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Usan cementerio parroquial como bar y hasta como motel

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Carolina Larenas Faúndez

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En un breve recorrido por las instalaciones fuera de su horario de funcionamiento -hasta las 18 horas- fue posible constatar las denuncias que durante el último tiempo han realizado las personas encargadas de su conservación: la comunidad franciscana.

En uno de los sectores del camposanto fue posible apreciar a un grupo de niños que jugaba saltando entre las sepulturas no solo con el riesgo de romper las losas, en algunos casos antiguas estructuras, sino que también de sufrir algún accidente, ya que las lápidas no están fabricadas para soportar este tipo de golpes.

A su vez, en uno de los extremos del recinto que da hacia el cerro Millantuy y de fácil acceso pese al cerco que lo circunda, dos jóvenes a plena luz del día "compartían" un momento de distracción. Sentados en una de las tumbas bebían alcohol mientras conversaban y fumaban un cigarrillo. Unos cuantos metros más allá se encuentra una de las sepulturas que este grupo de personas ha convertido en su propio "pub". Incluso, cuenta hasta con un "baño" propio, pese a los intentos de los cuidadores de mantener cerrada la bóveda, que constantemente es violentada.

Si bien la mayoría de las veces quienes no concurren al cementerio para visitar a sus difuntos lo hacen para beber o drogarse, también en el recorrido que realizaron en los últimos días profesionales del Diario La Estrella de Chiloé advirtieron una situación aún más compleja. En un lugar no tan oculto de la vista de las personas que pueden transitar por cementerio una pareja estaba teniendo sexo.

Situaciones como estas son las que preocupan a la comunidad franciscana, sobre todo con la llegada del verano, ya que en esta época el camposanto es incluso usado como cámping por algunos de los mochileros que llegan a vacacionar a la provincia.

Religioso

Julio Campos, párroco de la Parroquia Apóstol Santiago, explicó que "esta parroquia está atendida por cinco hermanos franciscanos y cuando llegué a la Isla me encontré que esta parroquia administra el Cementerio Parroquial de Castro, el de la capilla de Llau Llao, Pid Pid y Putemún".

En este sentido, el religioso comentó que en caso específico del ubicado en el centro de la capital provincial hay sepulturas que datan desde el siglo XIX. Una de las más antiguas es la conocida como la "tumba del pirata".

"Es un cementerio confesional, pero si bien es confesional porque está al alero de una parroquia, está abierto a todos", afirmó el religioso, sumando que "es un cementerio que lamentablemente es vulnerado cotidianamente, lo que significa que es todo los días, por jóvenes y adultos que van a tomar o a jugar saltando de tumba en tumba".

Asimismo, la misma fuente mencionó que "frente a esta complejidad, una parroquia no tiene la estructura ni económica ni administrativa como para poder proteger un camposanto. Entonces, si se junta un asedio constante y especialmente los fines de semana una parroquia que debe estar enfocada en la comunidad debe generar esfuerzos que no son menores para proteger el cementerio".

El franciscano indicó que por tratarse de un cementerio privado, los organismos públicos como el municipio no pueden intervenir mayormente inyectando recursos para, por ejemplo, mejorar los cercos o instalar iluminación.

panteonero

Solo una persona trabaja en el recinto como cuidador, en horario de 9 a 18 horas, sueldo que es costeado por la comunidad religiosa, mientras que otra labora a tiempo parcial en el mantenimiento del recinto, con el fin de tratar de mitigar el daño, cuyo salario es cancelado con la cuota de mantenimiento que se les cobra a los dueños de sepulturas de mil pesos mensuales, medida que rige desde el 2010.

Guido Talma es el panteonero y en los 30 años que lleva desempeñando esa labor, asegura que ha sido testigo de cómo las personas constantemente asisten a tomar alcohol e incluso hubo una vez que presenció una pelea con arma blanca.

"A mí me ha tocado ver a las personas que vienen a beber y otros que andan saltando, entonces hay que echarlos y muchas veces unos recibe insultos, así es que desde lejos hay que tratar de sacarlos", manifiesta.

Pero los horarios predilectos por quienes concurren a cosas menos santas al cementerio no se centran solo al anochecer, sino que a veces a eso de las 14 horas, ya que se ve a grupos de jóvenes ingiriendo bebidas alcohólicas.

"Ellos aprovechan cuando no hay nadie para venir. Yo estoy desde las 9 a las 13.30 y en la tarde desde las 15 a las 18 horas", afirmó el trabajador, sumando que "he encontrado botellas de ron, vino, latas de cerveza y, si bien queda cerrado, hay sectores por los que pueden entrar".

Talma puntualizó que los principales destrozos los provocan los jóvenes que van a saltar al cementerio votando cruces o rompiendo las sepulturas.

"Muchas veces la gente arregla o está pintando sus tumbas y donde saltan los zapatos quedan marcados", relató.

2 mil 700 sepulcros tiene el cementerio más antiguo en funciones de la capital chilota.

El llamado de la comunidad franciscana a la comunidad es a cuidar este recinto cercano al hospital y al estadio, ya que se trata de un lugar santo, pero al parecer no para todos quienes concurren a él. J

Entre las medidas que ha adoptado la comunidad franciscana para defender el camposanto está la creación de una corporación con el fin de poder optar a fondos públicos que permitan mejorar el recinto, instalando luz y controlando los accesos.

En proceso de contar con personalidad jurídica se encuentra este colectivo que es presidido por Erasmo Vargas y que lo integran personas que son familiares de los difuntos sepultados en el cementerio parroquial.

"A mí me ha

tocado ver a las

personas que

vienen a beber",

Guido Talma,