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Permisos en vacaciones de los hijos

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Señor Director:

Son varios los temas que en esta época del año pueden poner el ambiente familiar tenso.

Una de tradicionales peticiones de permiso que hay que resolver son aquellas vinculadas a las invitaciones que reciben nuestros hijos para pasar un tiempo de vacaciones con amigos u otras familias. Lo primero es definir como familia si es parte de la vida familiar que los hijos vayan de vacaciones con otras personas.

Creo que los padres tienen que resolver previamente este tema y no esperar que llegue desde los niños. Hay que tener una opinión al respecto y, en base a ella, darla a conocer con argumentos y con todo lo que eso significa. Entonces, lo primero es convenir como padres si estamos o no de acuerdo.

Lo segundo es determinar qué tipo de familias vamos a filtrar a la hora de dar o no un permiso. Por lo tanto, implica conocerla, que límites maneja, etcétera. Y eso es súper importante, porque muchas veces ocurre que los otros padres son muy distintos a uno, lo que define cómo resolverían determinadas situaciones.

Sobre la edad apropiada para otorgar este tipo de permisos, hay que tener en cuenta que si los niños son muy chicos se angustian mucho. Si bien ellos dicen que quieren ir, es muy común que después los padres los tengan que ir a buscar, similar a lo que pasa con las alojadas fuera de la casa. Creo que la etapa de 10 a 12 años es buena, pero también hay que conocer al hijo y saber si está capacitado para estar una o dos semanas afuera, con otra gente, manejar sus límites, horarios, etc.

Entre las claves para reconocer cuándo nuestros hijos están capacitados para pasar parte de sus vacaciones con otras personas, hay que preguntarse si el niño es capaz de resolver problemáticas de su edad y si tiene ciertas habilidades mínimas. Por ejemplo, que sepa qué se va a poner, cómo va a ordenar su ropa y su espacio. O si es un niño que no tiene problemas de relación, o trastornos del desarrollo o problemas de eneuresis (incontinencia urinaria nocturna), lo que haría que lo pasara muy mal.

En los casos en que como padres entendamos que no están capacitados, sabemos aprender a decir no. Y eso se logra conversando con el niño y mostrándole otras situaciones de la vida cotidiana, como la demora en ir a buscarlo a un lugar o a un cumpleaños y qué emociones le produce, y eso mismo proyectarlo a lo que sucedería si estamos el día de mañana a 200 kilómetros de distancia.

Otro de los casos habituales son los permisos que piden los más grandes para las fiestas. Creo que es súper importante la relación que se tiene con el hijo y conocer cuál es la situación por la que está pasando. Si te estás dando cuenta de que tu hijo está saliendo mucho, de que está llegando con olor a trago o que esta fiesta tiene que ver solamente con carrete desbordado, tienes que ser capaz de poner límites. Y eso no tiene que ver solo con las vacaciones, sino con algo que ha estado pasando durante todo el año. Por eso es bueno ir hablando con él e ir poniéndole límites, porque lo necesitan. Si no, ellos mismos se pierden.

Algo similar sucede con respecto a los permisos para ir de vacaciones solo entre amigos. En este caso, es bueno preguntar bastante: con quiénes va, dónde va, dónde arrendarán, etc., porque a veces salen sin tener cómo irse o un lugar donde quedarse y pueden estar expuestos a muchos peligros, ya que el joven es muy impulsivo y no mediatiza los peligros.

Hay una cosa que le pasa al joven que tiene que ver con el desarrollo cognitivo: piensa que nunca le pasará nada, que puede hacer dedo en la noche, que puede tomar y no se curará, o que tendrá sexo y nada le pasará. Por eso hay que estar muy presentes.