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Niños de Quellón abren los ojos ante la violencia

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pedro.barcena@laestrellachiloe.cl

Trabajando a todo pulmón se encuentran en Quellón para implementar en un 100 por ciento el Programa de Reparación en Maltrato (PRM) que busca acoger y atender a menores víctimas de delitos sexuales y vulneraciones graves. Una realidad que golpea fuerte en el sur de la Isla y que ahora contará con profesionales en terreno de forma permanente.

La necesidad de contar con esta iniciativa materializada por la Fundación Ciudad del Niño (Codeni) era clara. Solo con dar un vistazo al contexto de violencia que existe en el territorio obligaba a tener presencia de un organismo que de tratamiento a las víctimas menores de edad. Valorables han sido los esfuerzos de la red de infancia, pero no existía el contingente especializado y continuo para apoyar cara a cara a los pequeños. Hoy esto cambió.

Al analizar este contexto se suman las bases para conformar este proyecto. El 2015, el PRM de Castro incluía a casi la mitad de casos provenientes de la comuna quellonina. Estos menores continúan atendiéndose en el ex Millantuy, como una forma de mantener la intervención y seguimiento, pero ya en unas semanas el programa de Quellón tiene 12 usuarios. Y eso que hace poco pasaron la marcha blanca.

realidad

Con una oferta de 75 infantes se espera que el PRM porteño comience a arraigarse y mostrar sus frutos. Por lo menos, la recepción ha sido positiva dentro de la compleja realidad que existe en el sur de la provincia.

Como indicó la directora interina del programa, Cecilia Nahuelanca, ante la alta demanda se ideó la forma de tener presencia estable en Quellón, considerando los factores asociados a este peculiar territorio.

"Comenzó por las derivaciones de abuso sexual y violación, pero también por casos asociados a violencia intrafamiliar. Son familias multiproblemáticas, con un contexto multicultural. Se nota mucho la población flotante en la zona y la influencia indígena", aclaró la trabajadora social.

Estos agentes se complementan con otros que obligaban jugársela para ampliar la reparación de las víctimas. Tal como explicó la sicóloga Vanesa Muñoz, en la comuna "existe mucho aislamiento y una alta demanda, lo que se asocia a la complejidad de los casos, obligando a buscar un programa en el sur de la Isla y tener presencia física allá".

La presencia de consumo abusivo de alcohol, negligencia en el cuidado de los menores, tardía develación de las agresiones y el peso cultural se convierten en factores de riesgos que están siendo atacados por las tres duplas sicosociales que se están desplegando en el territorio quellonino.

Justamente, esta situación da cuenta que todo el entorno familiar está dañado, lo que implica que el trabajo con mayor razón debía situarse al lado de los afectados. "Primero se atiende la crisis familiar y luego la vulnerabilidad del niño", acotó Nahuelanca.

Desde este prisma, como continuó la directora del PRM Quellón, era imperiosa "una presencia permanente. Se viajaba desde Castro cada 15 días, pero hay casos en que niños necesitaban intervención más seguida y no cada dos semanas, incluso habían casos en riesgo vital y ahora que estamos con presencia permanente la intervención puede ser integral".

ACOGIDA

La misma realidad de violencia que azota con fuerza el sur de Chiloé hacía temer la acogida de este programa. Sin embargo, la impresión de las profesionales ha sido totalmente contraria. Y no solo en los casos que son derivados de tribunales o el Ministerio Público, sino en toda la comunidad.

De acuerdo a lo señalado por Marta Andrade, directora del PRM Castro y que ha sido vital en la implementación de esta iniciativa en Quellón, "existían cierto prejuicios, que nos encontraríamos a gente reacia o apática a la intervención, pero nos hemos encontrado todo lo contrario, antes estaban invisibilizados y ahora se sienten atendidos".

Para muestra da un ejemplo. Se realizó un taller abierto para 20 familiares y llegaron 14. Una cifra aplaudida por las encargadas del programa, ya que señalaron que en otras comunas este número es significativamente menor.

A su vez, la profesional resaltó que los objetivos dentro de esta primera etapa de funcionamiento están vinculados a promover el proyecto para su consolidación.

"La ventaja es que es una institución reconocida, como Centro Millantuy, por lo que la difusión fue más fácil. Los primeros dos meses se apuntará a la difusión e integración del proyecto, con espacio físico y equipo, luego buscaremos mayor presencia con las redes y las familias y armar un circuito de atención de protección", expresó la asistente social, quien reiteró la importancia de trabajar en prevención y sensibilización.

barreras

Obviamente, en medio de esta fase se está trabajando fuertemente con los casos, enfrentando una serie de obstáculos propios a la realidad existente en el puerto.

Como insistió Vanesa Muñoz, muchas de estas situaciones no se develavan a tiempo y se hacían crónicas. "Las medidas cautelares nadie las controlaba. No había control y faltaba redes de apoyo y cuando llegaban al programa ya eran casos muy graves que llegaban al hospital, era difícil detectarlos a tiempo, existía miedo de entregar antecedentes", comentó.

Al instante de ingresar los menores al PRM existe un periodo de tres meses de diagnóstico. Eso sí, ya cuentan con toda el área proteccional armada. "Ya está la denuncia penal, la medida de protección y que no tenga contacto con el agresor", afirmó la sicóloga, añadiendo que la intervención suele ser de un año, aunque se extiende, para luego pasar a un seguimiento de un trimestre.

Así funciona el sistema. No obstante, muchas de las atenciones se prolongan en el tiempo, cayendo en una nueva dificultad que esta vez ofrece el propio modelo empleado para estos proyectos.

Marta Andrade calificó esto como una de las "contradicciones del sistema", puesto que la intervención puede llegar a 18 meses o más, pero los PRM tienen vigencia de un año y cada temporada se licitan.

"Existen estudios realizados en otros países que dan cuenta que la intervención por delitos graves puede llegar a durar hasta los tres años. Por eso, nos encontramos en la incertidumbre cada año con estos llamados a concurso. No sabemos si vamos a seguir, si llegan otros profesionales", manifestó.

A pesar de estas contingencias, las encargadas de esta iniciativa están confiadas en salir adelante. Su norte son los niños y buscan que su sonrisa aflore más allá de la pesadilla que han sufrido. Esa es la motivación que intentan plasmar. Así lo han hecho en Castro por más de una década y ahora lo intentan traspasar a Quellón.

La labor será compleja, pero lo importante es que ya empezaron. El programa está en el sur de la Isla y empieza a arraigarse. Los contactos se están multiplicando, la red de infancia se potencia y, en definitiva, son los menores los que saldrán ganando en conjunto con sus familias. J