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El líder bomberil que venció su miedo a los incendios

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Carolina Larenas Faúndez

Cuando apenas tenía 12 años, José Humberto Molina Bustamente (73), ya daba sus primeros pasos en el Cuerpo de Bomberos de Castro, institución en la que recientemente fue ratificado como superintendente.

Ingresó a la Segunda Compañía y desde entonces su vida ha estado vinculada al voluntariado, aunque a veces por temas de trabajo prestó servicios en otras comunas chilotas como Puqueldón, en la que ayudó a crear el Cuerpo de Bomberos local.

Casado y padre de 5 hijos, Molina se desempeñó por años como profesor tanto en sector urbanos como rurales, carrera que estudió en la Escuela Normal de Ancud. Realizó clases en la isla Apiao, en Quinchao; San Agustín, en Puqueldón y en varios establecimientos de Castro.

cariño

Oriundo de Concepción, llegó cuando solo tenía dos años a Castro, por lo que se considera un chilote más y fue a muy temprana edad cuando se encariñó con los bomberos, aunque reconoció que cuando era pequeño le tenía miedo a los incendios.

"Mi padre era bombero y mi mamá me comenzó a llevar a los incendios para que se me pasara el miedo", argumentó el superintendente de la institución, valorando el apoyo que siguen teniendo de la comunidad, aunque algunas veces se sientan incomprendidos.

-Me quedo con la parte rural, donde sentí que había una necesidad de preocupación hacia el alumno, hacia la familia. Eran tiempos difíciles, no como los de ahora. No existían caminos, no había luz, uno viajaba en chalupa y nunca se sabía si uno iba a llegar o no, pero fue una situación enriquecedora, aprendí mucho del campo, mucho de los niños y era como un intercambio cultural entre lo que me daban los niños y lo que le daba yo como profesor.

-Yo conocí los grandes incendios de Castro, donde a pesar que se quemaba a lo mejor una casa, las casas eran las casas, la construcción muy diferente a la de ahora, con pieza de tres a cuatro metros de altura, entonces cuando se desarrollaba un incendio era traumático para muchos y para mí en lo que fue mi infancia igual.

Yo le tuve miedo a los incendios, lloraba cuando había incendios y tenía 4 o 5 años cuando mi padre decidió que mi mami fuera conmigo a los incendios para que se me quitara el miedo, así es que crecí viendo incendios, viendo a mi padre salir corriendo con una cotona y eso me gustaba, fuera que yo lo acompañaba a los cuarteles cuando concurría a las guardas y eso me fue motivando de a poco.

Me inicié súper joven porque en esa época de acuerdo a la reglamentación uno podía ser bombero a los 10 años y antes uno podía marcar una historia de bombero desde antes como mascota, pero como adorno que nos ponían para los desfiles, pero a los 10 años tu entrabas como bombero, te entregaban tus armas de combate, tu cotona que había sido usada por otras personas y había que tenerla brillante, el betún se usaba mucho.

solidario

-Quizá por la necesidad de estar aislados y de que por sí el chilote es muy solidario, aunque en el último tiempo se han ido perdiendo muchas. Yo tengo clarísimo que el Castro de ayer no es el mismo de hoy.

Ha disminuido un poco el interés no por el hecho de ese fervor de antes sino que por las circunstancias que hoy se viven. La juventud muchas veces busca otras aspiraciones, pero lo bueno es que de los que ingresan pocos se van.

-Primero acercarse a los cuarteles, conversar con algún bombero, él le puede indicar qué hacer, tenemos siete compañías en nuestro Cuerpo de Bomberos, algunas con especialidades y él puede tender a lo que gusta, lo que desea al ser bombero. Hay algunos requisitos de edad, de salud y otras situaciones que solicita el reglamento general.

-El bombero de antes aprendía echando a perder, esa es la realidad. En mi situación propia, tú buscabas quien era tu ídolo en bomberos y tratabas de imitarlo y muchas cosas no eran las correctas por supuesto, nosotros trabajamos por ayudar, por colaborar, por abnegación, no técnicamente como hoy en día se hace, entonces si de repente entrabas a una pieza y te caía un palo, uno decía esto no lo vuelvo a hacer y esa era la forma de ir aprendiendo. Ahora si ocurre un accidente sabemos que en algo fallamos. Nosotros sabemos las cosas que podemos hacer y las que no podemos hacer en un incendio.

-Hoy por hoy, tenemos más claro el objetivo, qué somos, entonces esto se aprende con capacitación. No ser causa del problema o de la emergencia que nos toque vivir, esto se aprende a través de capacitaciones, tenemos toda una malla curricular tanto dado por la Academia Nacional de Bomberos como también por otros expertos que buscamos nosotros para ver nuestras inquietudes sobre algunos temas.

-Yo creo y es lo que buscamos, el tratar que nuestro accionar sea beneficioso para la comunidad y sé que muchas veces no nos entienden, pero cada vez nosotros nos preparamos por ellos, no por nosotros y ahí está el qué de este asunto.

Nosotros buscamos perfeccionarnos para evitar la pérdida de bienes, la pérdida de vidas porque un incendio no solamente empieza con el fuego sino que con la prevención, entonces cómo ellos nos catalogan, es de quienes nos ponen la nota y qué variables usan, pero si yo encuentro que se está haciendo un buen trabajo y creo que a veces la comunidad no tiene idea qué es un bombero, no sabe que tiene que dejar los hogares durante las noches para hacer guardias nocturnas que son obligatorias o venir martes y viernes para preparar el material y tenerlo a punto, además en gran parte del año hacemos capacitaciones.

-El superintendente es el jefe total de toda esta gran máquina que es el cuerpo de bomberos, es el responsable de todo. Es bonito de repente recibir los aplausos, pero yo siempre digo que mi cabeza está disponible si hay alguna falla y lo que hago es representar a todo, reunir, coordinar los distintos planos o estamentos que tiene el cuerpo de bomberos, porque se habla de compañía, se habla de departamentos técnicos, se habla de las finanzas, pero todo va unido, aquí nada va separado, aquí el comandante no arranca por su lado, ni el superintendente por otro, porque primero que nada somos bomberos, primero que nada es servir. J