¿Son populares?
Señor Director:
La carta del sr. Pedro Salgado publicada en La Estrella de Chiloé refleja una perspectiva de satisfacción y entusiasmo ante la creación de las "farmacias populares", bautizadas así por varias autoridades comunales. Me encantaría compartir el mismo sentimiento, pero frente a la realidad de las cosas debo mostrar mi pesar y contarle por qué él y los lectores deberían también sentirse como yo.
Primero, es que estas instituciones recién inauguradas son un verdadero problema para la libertad económica y para el bolsillo de todos los chilenos que producen riquezas, incluyendo las personas que vienen de paso por el país. Al final del día todos pagamos impuestos, sin discriminar. Dejando claro que quienes producen riquezas son todas las personas que están en el sector privado. Pues bien, esta clase de creación fiscal son el reducto de una política pública populista que en la historia de todos los países y en todas las formas, ya sea que tome forma de librería, farmacia, o productor de azúcar, siempre termina en la quiebra porque no producen riquezas; en realidad, las consumen para reflejar un servicio que en la realidad de la economía es una ficción. Que luego los contribuyentes deben volver a salvar con sus impuestos por error de la autoridad. Gran Bretaña de mediados de los años setenta es el mejor ejemplo.
El segundo punto es lo atractivo de los precios. Para desgracia de muchas personas, esos precios en la realidad falsos, en virtud de que la autoridad es el que los fija y no la sociedad espontáneamente por medio del mercado (por preferencia de los ciudadanos). La solución verdadera pasa por la diversificación del mercado para lograr precios reducidos en farmacéuticos: en la reducción de burocracia e impuestos para el surgimiento de nuevas farmacias privadas (siempre), y la liberalización de restricciones para adquirir medicamentos (aunque tomaría tiempo determinar cuáles) para clientes. De otro modo, solo tendremos la existencia de grandes cadenas farmacéuticas privadas y otro tanto del Estado, modificando los precios según su arbitrio (el pronóstico a futuro es de nuevas colusiones y monopolios).
El nombre se da en razón de la carga ideológica que conlleva, para hacer más fácil la tarea de determinados grupos políticos pro Estado para crear grandes controles. El concepto "popular" es correcto utilizarlo para las creaciones espontáneas provenientes de la sociedad, prescindiendo de la intervención fiscal (o en una regulación extremadamente mínima). El mejor reflejo es el nacimiento de cualquier clase de emprendimiento informal que aporte a la economía, como en un vendedor de milcao, jugos naturales o de nalcas.
Lo único cierto es que estas instituciones administradas por los municipios (o en el futuro, por cualquier autoridad administrativa) son y serán siempre "farmacias estatales". Y como Chile ya tiene la experiencia, todo lo estatal (o de su participación) es un perjuicio para la sociedad (caso de Codelco, Registro Civil, TVN u otros tantos servicios que no funcionan). ¿Ahora entienden mi pesar en este tema? Ojalá que nuestras autoridades reaccionen a tiempo ante este error que implica esta clase de farmacias y no amplíen el concepto a otras instituciones.