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Devotos acudieron en masa a la isla Caguach

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Miles de chilotes y turistas madrugaron para ser parte, como cada tercer fin de semana de enero y desde hace 38 años, de la fiesta religiosa de verano de Jesús Nazareno de Caguach.

Desde muy temprano comenzaron a llegar las embarcaciones con los visitantes, muchos de ellos devotos, a la isla perteneciente a la comuna de Quinchao, siendo la lancha Héctor Eduardo, proveniente de Chaulinec, la primera que recibió la Armada de Chile, la que estimó en 8 mil personas las personas reunidas en la jornada.

Desde que el fray Hilario Hernández trajera la imagen de Jesús Nazareno desde Perú en el siglo XVIII, esta representación sufrida de Cristo se convirtió en un contenedor de las aflicciones del pueblo chilote, el que se ha aferrado con convicción, llevando la festividad más allá de las fronteras del Archipiélago. "Donde hay un chilote hay un Nazareno, por eso esta fiesta se ha extendido a la Patagonia", recalca el sacerdote Arturo Mansilla, rector del santuario que es Patrimonio de la Humanidad.

En la ocasión y como era de suponer, llegaron a Cahuach los representantes de las otras cuatro islas restantes que forman los llamados "Cinco Pueblos", que están vinculadas históricamente con "la vida" del santo. Fue así como vecinos de Alao, Apiao, Tac y Chaulinec se hicieron presentes en la cita.

"Vengo todos los años porque fui nacida aquí, en la isla de Caguach. Jesús Nazareno es el que cuida todas las islas, (incluso) las Desertores; él es muy poderoso porque vino de tan lejos solo para quedarse acá y conceder lo que uno le pide, imagínese el envío que nos hizo Jesús", comentó muy convencida Celinda Moil Huichaquelen, quien viajó de su actual residencia en el sector de Tolquien, Quinchao.

El obispo de Ancud, Juan María Agurto, quien presidió el principal oficio religioso, señaló que "esta es una fiesta familiar de Iglesia que nos da mucho gusto celebrar, vienen hermanos no solo de la diócesis de Ancud, sino también de otros sectores del país". Palabras del prelado que se condicen con las historias que se viven en este día.

testimonios

Las hermanas Enolfa y Marta Perao, que viven en Alao y Castro, respectivamente, se reencontraron en esta celebración. "Acá aprovechamos de vernos, de compartir un plato de comida y de descansar del trabajo", comentaron sentadas en el suelo y afirmadas en una pared de tejuelas.

La mayoría de las mandas que los devotos van a pagar son porque el Nazareno les "mejoró de salud", como es el caso de Candelaria Guequen de Huillinco, Chonchi. "Estuve muy enferma y he mejorado desde que me encomendé a este santo y prometí venir todos los años que pueda", confesó.

Mismo caso es el de Margarita Gueico de Chelín, quien reveló emocionada que "yo tengo una promesa hasta que Dios me diga 'hasta acá nomás puedes llegar'; vengo para el invierno y verano. Yo le hice una manda para que me sanara un hijo que estaba grave y de un día para otro se mejoró y desde entonces vengo".

Un acto muy significativo dentro de este encuentro fue la entrega de un pedazo de tela de la capa con que se ornamenta a la figura del Cristo. "El hecho que sea el manto del Jesús Nazareno es tenerlo presente todos los días; guardo este género en un lugar especial, en el velador de mi dormitorio", compartió el chilote Mario Peranchiguay, quien reside actualmente en Hornopirén, provincia de Palena, y viajó especialmente a esta festividad.

La procesión final por la explanada estuvo acompañada del tradicional rito de las banderas, todo acompañado de bombos, guitarras y acordeones que entonaban pasacalles y el "Gozo de Jesús Nazareno". En ello se vio presente una delegación de cuasimodistas que se encuentra misionando en las islas chilotas desde hace tres años. J