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La historia del emprendedor que le ganó a las barreras del destino

José Cárcamo dejó la vida nocturna y los duros momentos vividos cuando era niño. Hoy radicado en Castro ejerce prósperos negocios pesqueros y turísticos. Sin embargo, su sueño es ayudar a los más necesitados.
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Pedro Alvarado Oyarzo

Dedicación y perseverancia resumen la historia de José Cárcamo, un hombre de 44 años oriundo de Los Muermos, quien no culminó sus estudios escolares, ya que tenía que trabajar desde muy niño. Llegó a la Isla en busca de una oportunidad, pasando por difíciles momentos que incluyeron hambre, frío y soledad.

A los 19 años se radicó en Chiloé, donde en sus inicios se desempeñó en la extracción de machas, trabajo en el estuvo sólo dos años. Luego se independizó y comenzó a realizar el oficio de buzo -que aprendió a los 15 años- para diferentes embarcaciones pesqueras del Archipiélago. Hoy José busca nuevas alternativas para realizar proyectos.

Además quiere invertir en un futuro cercano en un hogar que brinde hospedaje a ancianos abandonados y niños huérfanos. "Me gusta mucho ayudar, encuentro que es una de las mayores satisfacciones de la vida", confiesa.

Soledad

Parte de su infancia la vivió acompañado de su abuela, la que falleció cuando José tiene tan solo 11 años, luego tuvo que vivir con familiares. "Cuando me quede solo me aferre a Dios con mayor razón, era lo único donde podía encontrar una fuente de inspiración. El hombre sin Dios no puede surgir en la vida", destaca Cárcamo.

Meses después comenzó a trabajar extrayendo machas en un pueblo llamado Quenuir. Hoy posee tres casas, un complejo turístico en el sector de Llicaldad (segunda empresa que crea) y una camioneta del año y un costoso auto deportivo. Todos sus vienes lo ha conseguido producto de un arduo trabajo el cual sigue creciendo, acompañado de la humildad y bondad que caracteriza a José.

Carencias

José nació en una familia humilde con muchas carencias económicas, a pesar de eso, tenía sueños y ciertas habilidades para los negocios, los que ha desarrollado con gran éxito en el ámbito pesquero. En las últimas semanas inauguró un nuevo proyecto que consiste en el arriendo de cabañas a tan sólo 3 kilómetros de Castro.

El nuevo emprendimiento define a este hombre soltero que espera inquieto que en algún momento llegue el amor de su vida. Asegura que es una persona que le gusta escuchar a los demás. Sin embargo, le ha costado establecer una relación, a pesar de que añora construir una familia y ser padre. "Todavía me queda el José Cárcamo de hace 20 años, que no se atreve. Un poco de baja autoestima puede ser. Quizás le tengo miedo al rechazo", puntualiza.

Hoy todos esos momentos de excesos y sin saber que era lo correcto en su vida, y encontraste prácticamente en la calle, quedaron atrás. Dedica gran parte de su tiempo a generar empleo, además de llevar una vida sana que complementa con salir a correr e ir al gimnasio.

Además de una alimentación saludable acompañada de viajes y gustos que hoy se puede dar producto de su trabajo y entereza.

También asiste frecuentemente a la iglesia y todos sus logros y alegrías se los atribuye a Dios que ha sido fundamental en su desarrollo personal y económico.

Amor

Pese a que no se crió con sus progenitores tiene un gran amor por su madre y cada vez que puede comparte con ella o la visita en la capital Argentina. Agrega que aprendió "a tener mamá ahora de grande. Es muy importante en la vida la madre", resalta muy emocionado.

-¿Cuándo comenzaste a vender productos del mar?

-Empecé a trabajar con los profesores, vendiéndole pocos kilos de machas. Después dije, entera no la puedo trabajar, y empecé a desgranarla y ahí comencé a ofrecer a restaurantes de Puerto Varas. La llevaba con mucho sacrificio porque no tenía vehículo. Les gustaron (las machas) y comenzaron a pedirme más y eso me dio ánimo para seguir trabajando. Trabajaba toda la noche (desconchando machas). Después se agrandó un poco el negocio. A veces dormía dos horas y me iba con la mercadería a Puerto Varas.

-¿Cuál es tu mayor miedo?

-Le tengo miedo a la soledad, ya me veo pasado los 40 años. Soy soltero y no tengo hijos aún. Me gustaría formar una familia. Creo que la familia es una de las mejores y más grandes empresas y difíciles de llevar organizadamente, a causas de los conflictos de pareja que hay.

-¿Qué pasaría si tuvieses que comenzar de cero?

-No tengo miedo, a eso no le tengo miedo. No me apego a las cosas materiales, yo sé que algún día me iré con las manos vacías, tal como llegué a este mundo.

-¿Cuál es tu mayor sueño en la vida?

-Tener un orfanato para personas necesitadas, personas que no tengan casa, especialmente para los niños huérfanos y personas viudas. Mi madre era muy joven cuando me tuvo, tenía 17 años. Mi abuela le dio permiso para que vaya a trabajar para ayudarme. Trabajó en Viña del Mar. Ella me dejó en las manos de mi abuela y no se preocupó tanto de mí, al final terminó yéndose para Argentina, donde conoció a su marido y dejé de verla por muchos años.

-¿Cómo fue el reencuentro qye tuviste con tu madre?

Me acuerdo que estaba en Quellón en la pensión y empecé a acordarme de mi madre. ¿Cómo estará? ¿Cuál será la situación de ella? Y decidí buscarla, ese mismo día la contacté por teléfono y recién el 2000 la fui a ver a Buenos Aires.

-¿Crees que vivimos en un mundo de desigualdades?

-La barrera que separa a los ricos de los pobres es muy grande, en ese sentido yo encuentro que hay mucha desigualdad.

"Me gusta mucho ayudar, encuentro que es una de las mayores satisfacciones de la vida".

José Cárcamo