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Ancuditanos se la juegan con una minga para ayudar a vecina

Mujer ha perdido casi todos sus enseres y gran parte de su casa a raíz del tiempo y el clima, sufre de graves enfermedades, no tiene ingresos fijos y vive en soledad. Actividad pretende edificarle una nueva vivienda.
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Eduardo Burgos Sepúlveda

Dicen que una historia se puede resumir en una frase, pero cuando esta duele al ser escuchada, hasta los oídos más sordos hacen sangrar la conciencia de los que pasan sin mirar el dolor y la necesidad ajena.

"En la otra vida, después que muera, ya no voy a tener estas necesidades", es la frase con la que María Hermelinda Raimilla Comicheo resume cabizbaja y con lágrimas su actual situación de abandono y carencias, alejada de los suyos, a veces con hambre y viviendo casi a la intemperie.

Tiene 48 años solamente, pero al mirarla se evidencia el peso enorme de una historia cargada de requerimientos, que la tienen viviendo hacinada en el rincón de una pieza de la casa en la que en tiempos pasados fue feliz junto a sus padres.

"Yo vivo sola porque mis padres se murieron. Mi mamá hace 5 años y mi papá hace 11 años", relata la vecina de Koñimó Bajo, como si llevara a diario la cuenta del tiempo en que fue quedando sola.

Esas pérdidas tan importantes para Hermelinda significaron además de soledad un severo cuadro depresivo y dos enfermedades que la fueron incapacitando. "Tengo trombosis en los pies y artritis reumatoide en las manos, desde hace 4 años", cuenta la mujer.

Fue en ese lapso de tiempo, cuando la pena y las enfermedades la obligaron a trasladarse a Santiago donde una hermana, para poder tratarse estas dolencias. Dos años más tarde, de regreso, el que fuera su hogar yacía bastante deteriorado.

Pese a los tratamientos, las enfermedades siguen presentes, lo que se evidencia al ver a Hermelinda trasladarse por cerca de 300 metros desde el camino público hasta lo que queda de su vivienda, encaramándose dificultosamente a través de varios cercos de púas, donde la gravedad y sus atrofiadas articulaciones ponen a diario otro obstáculo en su vida.

"Para poder vivir hago algunos trabajitos donde gente que me busca por ahí, para realizar algunas cosas en las casas", resume Raimilla Comicheo sus actividades económicas, que confiesa le reportan escasamente unos 50 mil pesos mensuales y con eso debe subsistir. "No he tenido la suerte de tener una pensión de invalidez", advierte, a la vez de confesar que "siempre me falta, pero igual tengo que arreglármelas".

No quedan dormitorios en su casa, por lo menos no bajo techo y desde el último temporal la vecina logró rescatar solamente un colchón que cuando no llueve extiende en su cocina. Cuando el clima se torna lluvioso debe dormir detrás de una mesa, cobijada con su única frazada, en uno de los escasos rincones que no se moja.

El viento se cuela por todos lados silbando tristes recuerdos, consolados por la compañía de dos fieles perritos y una foto de Felipe Camiroaga, como santo milagroso que cuelga en las paredes de una de las casas más humildes del territorio nacional.

Minga

Dice Hermelinda que "gracias a Dios algunos vecinos y familiares me están ayudando ahora", refiriéndose a la minga solidaria que fue convocada hace unos días a través de la radio comunitaria Wenu Newén de la comunidad huilliche Koñimó Lamecura y en las redes sociales por internet.

Sulema Águila es esposa de un primo de Hermelinda y precursora de la actividad que busca revertir la mala situación en que vive la primera.

"Ella llegó muchas veces a mi casa, buscando a mi esposo por ayuda, porque su vivienda se estaba cayendo, para ponerle apoyos y durmientes, pero le dijimos que no iba a resistir esos trabajos, así que me ocurrió solicitar ayuda a través de la radio comunitaria", cuenta la pariente.

Advierte Águila que "antes aquí la gente era muy solidaria y se han hecho muchos beneficios y cosas para ayudar a gente que ha tenido accidentes o enfermedades, pero en este caso no sé qué pasó, porque son más las personas de otros lugares que han venido a ayudar".

El sábado último ya comenzaron con las labores para rehacer la vivienda de Hermelinda, donde cerca de una decena de vecinos se hicieron al trabajo. Pero antes, viendo los escasos tres varones que ayudaban, fueron las propias mujeres las que hicieron literalmente de "bueyes" y trozaron y trasladaron a rastras grandes troncos desde el bosque, para usar de apoyos y durmientes para la nueva edificación.

"A la casa le falta todo, el techo, el piso, el forro, el tingle, las ventanas, los muebles", enumera de memoria Sulema la serie de elementos que aún no han sido conseguidos para la obra mayor de la estructura que pretende darle a Raimilla Comicheo la mínima comodidad que hace años perdió. "Es armar una casa de nuevo", resume.

Redes

Como la campaña andaba lenta, Sulema le pidió ayuda a María Luisa Hernández, otra vecina que asegura se maneja con las redes sociales. Ella publicó parte de la historia de la vecina de Koñimó en algunos grupos de Facebook, donde varios vecinos comenzaron a solicitar información de cómo ayudar.

"En la última lluvia mi mamá se acordó de la señora Hermelinda, así que vinimos a verla y quedamos impactados, la lloré harto y me fui con el corazón apretado a mi casa, porque yo vengo de una familia humilde y pensé que esto no lo iba a volver a ver nunca más", comenta María Luisa.

"Yo publiqué la situación a través de las redes sociales y esto se hizo viral, reaccionando mucha gente que ha ofrecido ayuda, apoyo, pero lo que más se necesita acá son cosas materiales, porque a ella hay que hacerle algo ya, aunque sea pequeño, donde pueda estar sin mojarse y sin pasar frío", agrega Hernández, advirtiendo que pese a comunicarse con varias autoridades locales aún no ha existido algún aporte concreto, pero que está a la espera de gestiones comprometidas por el concejal Rodolfo Norambuena.

"Acá en el sector es muy poca la gente que tiene necesidades de verdad y muchos los que tienen camionetas, embarcaciones, lujos, pero que no han ayudado, entonces es necesario recuperar ese espíritu solidario del chilote", recalca la fuente.

La solidaria vecina indica que falta mucho aún por hacer y conseguir y que de aquí al sábado se espera reunir una buena cantidad de materiales para proseguir con las tareas de edificación de la vivienda, para lo cual ya hay una casa en la ciudad donde se están recibiendo las donaciones. La dirección es calle Camino a Lechagua N°17, frente a la carnicería San Jorge, en la población 1° de Mayo. También se puede coordinar ayudas, materiales y mano de obra, a través del teléfono de María Luisa, el celular 993769614.

"No he tenido la suerte de tener una pensión de invalidez".

Hermelinda Raimilla,, vecina de Koñimó Bajo.

"Antes aquí la gente era muy solidaria y se han hecho muchos beneficios y cosas para ayudar".

Sulema Águila,

vecina de Hermelinda.

17 es el número de la casa de calle Camino a Lechagua, donde se reciben las donaciones.

10 personas solamente ayudaron con su trabajo el fin de semana en la minga.