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Tito Rogel y familia, herederos de quehaceres del viejo Chiloé

Familia del sector rural castreño ya es parte del "inventario" de la Feria de la Biodiversidad, evento que se desarrolla desde este miércoles y que desde mañana y hasta el domingo se une al Festival Costumbrista Chilote.
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Vanessa Álvarez Gallardo

En el marco de la Feria de la Biodiversidad que se realiza en la ciudad de Castro se reúne una serie de expositores que aún gira en torno a ese "pensar y vivir" del chilote previo a la llegada de las industrias salmoneras.

Actualmente esa forma de ser está más arraigada en el imaginario cultural que en el cotidiano del "neochilote" que para vivir ya no depende de sus manos metidas en la tierra o en el mar, sino más bien que de un supermercado.

En estas nuevas dinámicas culturales el isleño ha perdido la capacidad de generar su propio alimento y quienes se dedican aún a vivir de lo que nace de la relación entre el hombre y la naturaleza parecen ser unos verdaderos hitos que bien se pueden contar con los dedos de las manos.

Es el caso de Héctor "Tito" Rogel y su familia. Él es un hombre de 52 años oriundo de Lingue y que actualmente vive en Ducán, ambas localidades de la península de Rilán. Se dedica a las faenas propias del campo, siendo una de ellas la que lo tiene como expositor de faenas tradicionales en la XV Feria de la Biodiversidad, a saber: el oficio de hacer harina tostada.

En este contexto él habla de cómo aprendió esa labor y da a conocer su visión en torno a la realidad del campesino actual y los devenires de Chiloé.

Junto a sus dos piedras que muelen el trigo y sus bolsas de harina tostada comenta que "aprendí de mis abuelos este oficio de hacer harina tostada porque yo crecí con ellos y me entregaron esa sabiduría".

El proceso de hacer este delicioso producto parte cuando se siembra el trigo por los meses de junio o julio, luego se espera hasta febrero para cosecharlo. "Una vez cosechado hay que secar el trigo a sol fuerte por dos días sobre una lona, recién ahí se guarda y después viene el proceso de tostar con la cayana al calor del fuego, a medida que se va poniendo cafecito se saca y se mete al molino de piedra y sale la harina tostada", acota.

El agricultor recuerda que estas faenas siempre iban acompañadas de las tradicionales mingas y las fiestas campesinas.

Rogel menciona que le gusta rescatar esto porque es un trabajo que efectuaban sus abuelos y además porque es una manera de comer y alimentarse de una manera mucho más sana. El mensaje se lo entrega a los turistas: "Antiguamente la consigna era que la harina no falle, ya que era una de las comidas principales, se hacían tortillas al rescoldo, se tomaba con chicha fresca o con agua, con el sazón de la carne de chancho ahumada, eso era muy rico, eso se comía al desayuno o almuerzo".

Entre los otros quehaceres que este hombre realiza está la siembra de papa. "La papa en Chiloé siempre ha sido buena, uno abona la tierra a la antigua, es decir, encierra las ovejas en el corral y el guano que no es más que pasto, uno lo tira a la melga donde va a sembrar, y por ahí está el secreto; yo no uso químicos, si cae el tizón, será nomás, pero me rehúso a usar químicos, todo más sano. El año pasado casi no sacamos nada de papas por el tizón, pero este año la siembra está muy bonita", comparte contento.

Consultado acerca del estado actual del Archipiélago debido a los cambios vertiginoso que enfrenta, menciona que "los chicos de hoy como que le hacen el quite al campo porque tienen otros intereses, salen a estudiar y ya no quieren volver al campo y eso hace que estos oficios se vayan perdiendo y nadie los siga. Por otra parte, tenemos la gente que viene de otros lados, se instala en el campo pero tampoco se involucran en estos quehaceres o conviven con uno, viven de la ciudad; en cambio, nosotros que vivimos y somos de acá esto lo llevamos en el corazón porque es parte de nuestra historia".

Al lado de Tito Rogel y llenando las bolsas de harina se encuentra Vicente Saldivia Oyarzo, quien aprende los saberes que tiene su familiar. "Este es mi primer año trabajando con mi tío, me gustaría seguir aprendiendo más porque así sé un poco más de mi Isla y de mi historia, además así puedo ir entendiendo cómo está cambiando Chiloé", revela tímidamente el joven de 13 años que además asiste al taller de acordeón de la Escuela Patrimonial de Artes y Oficios de Lingue.

El campo para él es su vida, por ello consultado por qué le gusta de Chiloé y qué le da miedo de que suceda en el territorio, responde: "Me gustan los campos, los árboles, no me gusta eso del puente (Chacao) porque yo creo que con él ya no seremos isla y será más fácil que saquen nuestra naturaleza y a mí me gusta cruzar en transbordador".

La otra hebra de este tejido chilote es Hirma Rogel Rogel, madre de Tito, quien también participa de la Feria de la Biodiversidad en Castro Alto, haciendo los tradicionales milcaos de chuño. "Tengo gente que todos los años viene a comprar, los aprendí de mi mamá mirando y ahora los sé hacer bien, a la gente les gusta mucho", menciona la mujer de 72 años nacida y crecida en Lingue.

Recalca la chilota que "el campo es bonito, qué mejor que el campo, a mí no me saca nadie del campo, uno crece animales y uno tiene de todo, es muy bonita la vida allá, no la cambio por el pueblo".

Tito Rogel cree que instancias como la feria que desde mañana se une al Festival Costumbrista Chilote ayudan a visibilizar estos quehaceres tradicionales y la necesidad de que esto no se pierda incentivando a las nuevas generaciones.

"Los jóvenes en algún momento volverán a sembrar los campos porque la sociedad está en busca cada vez más de productos sanos como era antiguamente, yo tengo fe en que esto no se va a perder", concluye el agricultor.

"Yo tengo fe de que esto no se va a perder".

Héctor "Tito" Rogel,

campesino de la península, de Rilán.

Fiesta en castro alto

La Feria de la Biodiversidad es un encuentro que se realiza anualmente desde hace 15 años y en la que el acento está puesto en ser un punto de encuentro y de intercambio de conocimientos entre los artesanos en lana, fibra vegetal, madera y productos silvoagropecuarios. Por ello se dan a conocer faenas tradicionales del quehacer chilote para poner en conocimiento tanto al visitante como a los propios isleños de estas prácticas culturales que con el devenir de los años y los cambios culturales que se han producido en el territorio ya están desapareciendo y, por ende, se busca rescatar y valorar.

14 años llevan participando en la Feria de la Biodiversidad.