Secciones

El rescate del Chiloé profundo de la última partera de Queilen

Pese a que no recuerda a cuantos niños trajo al mundo, este verdadero tesoro humano supo trabajar de la mano con la naturaleza para ayudar a muchas mujeres a convertirse en madres en épocas pasadas.
E-mail Compartir

M. Eugenia Núñez G.

Pequeñita pero con una vitalidad que muchas jóvenes se quisieran, Carmen Rosa Guentén Cuyul, es una de las referentes del Chiloé profundo, de ese en donde la naturaleza convive amigablemente con el ser humano y en donde la solidaridad es parte de la cotidianidad.

A sus 90 años, vive en un lindo campo en la localidad rural de Contuy, en la comuna de Queilen, y es en este escenario donde recuerda como sin estudios y sólo con los conocimientos adquiridos "de sus antiguos", a través del uso de las plantas medicinales que la misma tierra provee, pudo ayudar a muchas mujeres de este sector a traer sus hijos al mundo.

A pesar que por el paso de los años, no recuerda muy bien a cuántas madres ayudó a parir, sí asume que cuando la emergencia ameritaba, no importaban las inclemencias del tiempo ni la falta de caminos para ayudar a quien la necesitara, pues "había un niño que quería nacer".

"Yo aprendí el oficio de ser partera porque aquí no había nada (Contuy), era todo puro monte, no habían caminos como ahora y uno se hacía al andar a caballo -cuando se podía- o sino caminando no más, pero siempre tomándose de las matas para no caer, así que era muy difícil que se pudiera llegar al Hospital de Queilen para poder parir, además que en esos años no habían muchos vivientes por aquí, de hecho donde yo estoy ahora no había casi nadie", recuerda la longeva isleña.

A ello agrega que "cuando comenzaron a casarse las mujeres jóvenes este lugar se empezó a poblar, no había cómo traer esos niños al mundo, no había quién las cuide a esas mujeres y las ayude a parir cuando ya venían los hijos, y fue así como empecé sin querer a ser partera. Aprendí sola y de mi madre y abuelos el uso de las yerbas medicinales, la gente antigua era muy entendida en estas cosas".

-¿Se acuerda cuántos bebés trajo al mundo?

-No me acuerdo cuantos recibí, cuantos nietos. Es que nietos les decíamos a las guaguas que ayudábamos a nacer y esos niños hoy ya son abuelos, algunos viven en este sector y otros ya no están porque se fueron a otros lados a formar familia. Yo estuve de partera hasta cuando se pudo, luego ya se abrió el camino y las mujeres pudieron tener sus hijos en el hospital.

-¿Y cómo notaba que el niño ya iba a nacer?

-Una sabe porque si ya está descolgándose la guagua es porque ya le falta poco para nacer, así que hacía caminar a la mamá para que ese bebé tenga extensión y se suelte, que no se tienda en la cama. Y mis remedios donde la cuidaba era la manteca de chancho limpiecita, la cual uno la pasa por las manos, la calienta bien en fuego y la fleta en el cuerpo de la mamá antes de la parición, así preparaba el alumbramiento.

Después le daba el sueño a mi enferma (embarazada) y eso significaba que ya venía la guagua, al rato empezaban los síntomas de parto y había que tratar que la guagua quede de frente, que no se atraviese porque o sino iba hacer muy difícil que pudiera nacer.

Cuando recibía al niño le cortaba la tripita (cordón) que hay que medirle una cuarta para poder cortarla y se amarra con un cordoncito y lo que se saca se le pone a secar en el fogón de la estufa, hasta que se seque y ese carboncito que sale, se le hace un polvito y se le coloca en el ombliguito al bebé para que cicatrice bien y esté sanito.

Tesoro

Este verdadero tesoro vivo nació en la localidad de Detico y con apenas 16 años se casó. De esa relación nacieron 9 hijos que trajo al mundo sola, sin ayuda de nadie.

"Yo parí sola, nunca nadie me cuidó, no me gustaba molestar así que sola cortaba el cordón y lavaba a mi hijo. Mientras unos caminaban -los más chiquitos-, al otro lo estaba pariendo, tuve 9 hijos y todos seguiditos, con un año de diferencia entre cada uno y luego seguía haciendo mis cosas, sólo se sentía un dolor pequeño que luego desaparecía. Todos crecieron sanitos, a mis nietos si ya nos los ayude a traer a este mundo porque ya estaban las condiciones para ir al hospital.

Esta abuela de 30 nietos y 5 bisnietos, asegura que el secreto de esta antigua usanza estaba en la naturaleza, que era de suma importancia que la madre y su hijo tras el parto y para que se mantengan sanos, tomen remedios caseros.

"Yo les daba una plantita chiquita que crece en el campo que se llama miñiumin, la cual se coloca en un jarro a cocer con un poco de agua, y esa agüita que hierbe se le da por cinco días a la mamá que recién tuvo su guagua y eso le limpia el estómago", aclara.

También les daba de tomar una cucharada de los orines del marido mezclados con un poco de azúcar a las mamás cuando les quedaba parte de la placenta adentro y así la expulsaba de inmediato.

"A los recién nacidos se les daba una mellita de apio de huerta con hojita de cole el que debe cocerse en la estufa y con las manos bien limpias se le coloca un poco de azúcar y se le da una cucharadita de tomar café y eso le limpia su guatita", menciona la artesana, que al día de hoy hila y teje las lanas que sus propios corderos le dan.

-¿Estas recetas la aprendió sola o el secreto lo adquirió de sus antiguos?

-De mis abuelas, la gente antigua era muy sabia, piense que en esos años no había médico en Queilen, sólo un practicante y algo había que hacer para mantenerse sano.

-¿Cómo ve que hoy ya poco y nada se usen los partos naturales y que sean en la misma casa?

-Yo creo que lo mejor es traer a tu hijo en la casa, ahora sí la mujer no está en buenas condiciones porque tienes alguna dolencia es mejor que la vea el médico en un hospital. Yo lo que hacía tras parir a mis hijos era colocarme una buena faja y ponerse a trabajar, no hay que quedarse en la cama, tuve 9 hijos, una tremenda cuadrilla de chicos.

-¿Qué hizo una vez que ya dejaron de buscar su ayuda como partera?

-Bueno con el tiempo ya estaban las condiciones para ir a parir al hospital, así que yo continué con mis labores del campo, criando a mis hijos pero siempre cultivando mis plantas medicinales con las cuales también recorría el monte ayudando algún vecino en sus dolencias, la naturaleza es muy sabia, ella nos da todo para que crezcamos sanitos, sólo hay que saber utilizarla, eso quizás es lo que hoy falta, la modernidad a veces hace que se olviden estos usos antiguos que nos fueron heredados de nuestros mayores,el secreto sólo está en la naturaleza, nada más.

"La primera guagüita que traje al mundo fue a mi hijo mayor, cuando yo tenía 16 años"

Rosa Guentén,, antigua partera

"A veces me venían a buscar a caballo y partía nomás a ayudar a mis enfermas para que traigan su hijo al mundo".

Rosa Guentén,

antigua partera

Reconocimiento

Liliana Morales, jefa de la Biblioteca Pública de Queilen señala que doña Rosa es un verdadero regalo por los conocimientos que posee de la naturaleza. "Ella tiene un inmenso valor patrimonial para nuestra comuna, es uno de los pocos tesoros humanos vivos que se mantienen en la zona y el rescatarlos y darlos a conocer a las nuevas generaciones es muy importante porque son personas que son parte de nuestra historia ", acotó.

9 hijos tuvo Rosa, a todos ellos los trajo sola al mundo.

90 años tiene esta heredera de esta antigua usanza chilota.