Desde el 14 de mayo hasta el 13 de agosto volverá a regir el horario de invierno, medida del Ministerio de Energía que permitirá retroceder los relojes en una hora, logrando contar con más luz natural durante la mañana.

Luego de que el 28 de enero de 2015 el ministro de Energía, Máximo Pacheco, estableciera que el horario de verano se mantendría por todo el año en el territorio de Chile, esta decisión según los resultados del monitoreo realizado el año pasado tanto por el Comité Interministerial de Cambio de Hora y el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo demostró que la continuidad del horario de verano durante el 2015 produjo un ahorro de energía del 1%, y según las autoridades ayudó con la disminución de la delincuencia y los accidentes de tránsito.

Como vemos está resolución no solo tuvo un bajo impacto en el ahorro enérgico del país, sino trajo consigo una serie de dificultades en las zonas extremas del país, específicamente en el norte y sur del país, donde en el caso de nuestra región la llegada del amanecer era cercana a las 9 de la mañana.

Son precisamente estas decisiones políticas las que sorprenden, no solo debido al bajo margen de resultados, sino al sesgo centralista de su resolución, ya que siempre se mide el impacto en la capital, no así en regiones, donde muchos trabajadores y especialmente los niños, debían sufrir las dificultades e incluso la inseguridad de llegar a sus colegios literalmente de noche.

La situación es aún más crítica para las familias de las zonas rurales que muchas veces caminan kilómetros para llegar hasta sus escuelas o lugares de trabajo. Por eso valoro el cambio de criterio del Gobierno y dar un paso atrás en esta medida que perjudicaba especialmente a nuestros estudiantes.

Esta es, sin duda, una importante lección para las autoridades que tienen en sus escritorios desde las decisiones más complejas a las más simples, pero que pueden perjudicar gravemente la cotidianidad de la comunidad; por ello cuando hablamos de descentralización, debe ser mucho más que un discursos, sino la toma de conciencia que no se puede decidir y resolver solo con la mirada puesta en la capital.