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Adentrándose en el fuerte más antiguo de todo el Archipiélago

La fortificación hispana se levanta plenamente restaurada frente al mar sin dejar de sorprender por su imponencia y la regular aparición de restos de interés histórico en su área circundante.
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Luis Contreras Villarroel

A 37 kilómetros de la ciudad de Ancud se erige uno de los sitios de mayor connotación histórica en la denominada Ruta de los Fuertes de Chiloé: el Castillo San Miguel de Ahui.

La instalación hispana que simboliza la resistencia de la Corona Española y el último bastión de ese imperio en América del Sur tiene sus orígenes en el siglo XVIII, tiempo desde el cual se ha forjado y traspasado un rico legado para las actuales generaciones.

Su principal puerta de acceso invita a visitantes locales y turistas a explorar este espacio restaurado y reinaugurado en 2012 gracias a los aportes estatales en su interés por preservar este Monumento Nacional, catalogado así desde 1991.

Esta emblemática unidad de las tropas ibéricas durante la Colonia no deja de sorprender entre quienes han descubierto, por alguna y otra razón, piezas de un tremendo valor cultural.

Está el caso dado a conocer esta semana de un empresario gastronómico de la ciudad de Ancud que encontró balas de cañones en la playa de Ahui en 1992 y que las tenía en su restorán, por lo cual fue detenido recientemente por la PDI. Los detectives lograron recuperar las antiguas municiones, ya que la tuición de estas piezas históricas por ley le corresponde al Estado.

Pero también hay otra situación. Una expedición en kayak llevó en el reciente verano al profesor de enseñanza básica Miguel Brulé a ser testigo de un apasionante hallazgo de otras cuatro balas de fierro en medio de una caverna y a los pies de la fortificación de origen hispano construida en 1777.

"Mariscando, tratando de sacar caracoles en estos roqueríos, había un lugar donde no podía pasar, pero al final con la marea muy baja me metí, tengo 53 años y nunca había visto esas cavernas", relata el pedagogo.

En su narración y motivado por lo desconocido, el también residente del sector Ahui explica con asombro la sorpresa que se llevó al encontrar unas piezas que simbolizan toda una época que resulta bastante desconocida para muchos chilotes.

Sigue contando el docente que "al entrar en las cavernas, porque me puse a explorarlas, de repente veo con gran sorpresa unas balas de cañón y eso me llamó la atención, sentí mucho nerviosismo y emoción porque estaba en contacto directo con la historia".

Consciente de su rol de profesor de aula, Brulé admite el real significado que tienen estas piezas de artillería y la necesidad de proteger este sitio que evoca un tiempo anterior a la anexión de Chiloé al territorio nacional.

"Yo soy de acá, me gusta valorar la historia, soy profesor, por lo tanto valoro mucho la historia, quiero que ojalá estas balas estén algún día en este mismo fuerte, en un museo, en alguna cúpula en que se explique el origen de la importancia", recalca.

Brulé insiste en la necesidad de replicar la experiencia recreativa que se realiza en el Fuerte de Niebla, en Valdivia, donde los visitantes incluso conocen a través de representaciones teatrales cómo era la vida de las tropas militares en estos asentamientos bélicos que todavía perduran en algunos puntos del país.

El vecino ancuditano que tiene en su poder estas municiones confiesa que las entregará "ya sea en el Museo Regional de Ancud o en el mismo museo que hay acá en el fuerte".

REGISTROS

El Fuerte Castillo San Miguel de Ahui alberga amplios pasajes para transitar entre el total abandono en su momento hasta su conservación y protección en nuestros días, siendo uno de los puntos de mayor atracción en la península de Lacuy.

Según el profesor de historia e investigador José Ulloa, en 1928 el historiador Guillermo Feliú registró el estado en que se encontraba esta fortificación que mira hacia la bahía de Ancud.

"Había gran cantidad de maleza que prácticamente cubría todas las construcciones de cancagua y artillería. También muestra el antiguo faro de gas y su caseta de mantención, reliquia que se conserva hasta la actualidad", recalca el pedagogo.

Añade en su resumen que otro registro de este reEl recinto estuvo a cargo de "Roberto Montandón, quien visita en 1954-55 Ahui, fotografiando con detalle, sobre todo las construcciones de piedra cancagua como el portal, la casa de guardia y el polvorín, que salvo la vegetación que las cubría, aún se mantenían en pie".

La unidad tampoco escapó a los embates de la naturaleza cuando toda su furia se plasmó a las 15.10 horas de aquel 22 de mayo de 1960 con el terremoto y posterior tsunami que golpearon el sur de Chile.

La fortificación sufrió los efectos del violento sismo, derrumbándose parte del castillo y arco de ingreso a la explanada.

"En 1963, la Escuela de Canteros de la Universidad de Chile, a cargo del profesor y escultor don Héctor Román y su ayudante don Eduardo Muñoz, toma la iniciativa de asumir trabajos de reconstrucción en terreno durante dos temporadas, en los años 1963 y 1964, limpiando la vegetación y reconstruyendo las estructuras derrumbadas por el gran sismo", aporta Ulloa.

Cmn

La aparición de estas reliquias, tanto el caso del empresario gastronómico como el del profesor, es observada con atención por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).

Ante este tipo de hechos Felipe Montiel, representante de este organismo en la provincia, sostiene que "existe la posibilidad de que este tipo de hallazgos, sobre todo de elementos históricos que se puedan encontrar por casualidad, se den cuenta a la autoridad pertinente".

Montiel concluye que no es extraño este tipo de hallazgos en emblemáticas construcciones en Chiloé, rematando que en cualquier caso el descubridor puede avisar de estos hechos a las policías, el mismo CMN o el municipio.