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Unidos dando la batalla al cáncer

El ejemplo de este matrimonio es digno de imitar. Un músico castreño se encuentra postrado por esta enfermedad, pero el amor y entrega de su esposa le permiten aún sonreír, aunque no dudan en reconocer que necesitan ayuda.
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Pedro Bárcena González

Su débil voz contrasta con su potente mirada marcada por sus ojos pardos. Decaído, delgado, pero no abatido, Arístides Araya Velásquez (69), se esfuerza al máximo para relatar lo que fue su vida de músico. Matrimonios, fiestas y encuentros sociales en apartadas islas y las principales ciudades de Chiloé fueron animados con su batería y talento. Sus recuerdos lo emocionan, pero ya parecen muy distantes. El cáncer llegó de improvisto y lo carcome día a día, hasta mantenerlo hoy postrado y en busca de ayuda para salir adelante.

Su refugio lo constituye una humilde pero acogedora vivienda en la población Prat 2. El calor de la cocina a leña rápidamente se extiende por los no más de 36 metros cuadrados de construcción. Dos piezas, el baño y el living comedor, donde se encuentra el sofá donde el también pintor pasa la mayor parte del día, conforman su hogar. Pero la pieza clave de este núcleo es su esposa. Sin Selma Vito (63), otro sería el destino de "Tite".

La grave enfermedad que sufre este vecino castreño no solo revela las secuelas físicas que cambiaron su vida, sino que también desnuda la debilidad de un sistema de salud y el impacto social que viven las familias más vulnerables, que deben hacer lo imposible para enfrentar esta problemática. Y en esta pareja está claro el ejemplo de la necesidad urgente de apoyo integral.

Aunque intenta aportar con su experiencia, la debilidad de sus palabras no permite que el anciano, tapado con una manta que impide ver sus llagas producto del cáncer inguinal que padece, exprese la forma en que han enfrentado este duro momento. Pero es su cónyuge la que reconstituye parte de esta verdadera pesadilla, que solo por su entereza no los derrumba.

La isleña nacida en Chelín indica que hace cinco años y medio comenzó el drama. Unos simples dolores complicaban el caminar de su marido. El malestar se extendía y empezó a alterar las presentaciones que realizaba con el grupo Los Hermanos Aguilar. La batería cada vez se hacía más pesada, inalcanzable. Los signos ya parecían evidentes.

"Sentía fuertes dolores, así que se realizó los controles y le detectaron un tumor. Por ello, lo operaron y le sacaron una especie de ganglio no muy grande, pero después tuvo un virus intrahospitalario, así que debió permanecer internado como un mes", enfatiza la dueña de casa sobre la génesis de los obstáculos sanitarios que debieron enfrentar.

Tratamiento

Una vez de alta comenzó la compleja lucha contra el cáncer. En el Hospital de Valdivia el isleño empezó a realizarse el tratamiento de esta enfermedad, que pareció controlada, pero reapareció con ferocidad.

"El tumor se volvió más potente y los dolores que empezó a sentir fueron insoportables, ya no podía caminar y el tumor llegó a reventar", recuerda Selma, sumando que fueron más de 30 meses en que su querido esposo la pasó más en cama. Incluso, estuvo un año sin salir de casa, solo a veces se las arreglaban para unos cortos paseos en silla de rueda.

El escenario se puso muy complejo, solo la fortaleza de ambos impedía que abandonaran la lucha. Incluso esta esforzada chilota debió dejar su trabajo como asesora del hogar para dedicarse a tiempo completo a cuidar a su marido. Se convirtió en su enfermera, le realizaba las complejas curaciones, lo atendía en todo momento con los muy escasos recursos que disponían.

"Del hospital no nos dijeron nada, lo mandaron a la casa con unos calmantes. 'Acá te fuiste a morir a tu casa', eso pareció que nos dijeron, quedamos solos", señala la pobladora que debe hacer maravillas con la pensión de 95 mil pesos que recibe Arístides para cocinar, vestirse y cubrir los gastos de la atención de su pareja.

Hasta septiembre del año pasado, mensualmente debían trasladarse hasta el centro asistencial de la capital de la Región de Los Ríos para que especialistas controlen el avance de la enfermedad del isleño. Posteriormente, como lo indica Vito, "lo largaron para que lo trate su médico de cabecera en Castro, quien lo vio una vez".

"Nadie lo venía a ver, estamos solos, no podemos estar muy agradecidos de los médicos del hospital. De Valdivia nos dijeron que nos iban a poner sicólogos, profesionales y realizar seguimiento, pero no pasó nada, lo poco que hemos conseguido fue porque reclamé", agrega la vecina del sector alto de la capital chilota.

Araya recibió el apoyo del Policlínico del Alivio del Dolor y Cuidados Paliativos del centro asistencial chilote, que le entrega los medicamentos necesarios. "Le dan fierro, calcio, vitaminas, remedios para la presión y la diabetes, como también morfina para enfrentar el dolor", resume su esposa, enfatizando que después de varios intentos y alegatos lo ingresaron al PADI (Programa de Atención Domiciliaria Integral), una iniciativa municipal.

Pese a estas ayudas, esta familia insiste en que se necesita un apoyo mayor. Y no se enfocan solo en su experiencia, sino que recalcan que todos los pacientes oncológicos y que viven en situaciones extremas como ellos deben ser escuchados.

"Hay muchas personas que están peor, solo porque alego hemos conseguido algo... Me han tratado de loca, bruja, ignorante, pero no me gusta que venga gente de afuera y barra el piso con los chilotes... Hemos tenido muy poco respaldo", comenta.

Curaciones

Dentro del escaso interés externo por la cruda experiencia que vive esta familia, solo asoma el despliegue que está realizando la ONG Chiloé SOS, cuyos voluntarios se encuentran realizando diariamente las curaciones a este paciente.

Selma Vito, en sus constantes arremetidas al Augusto Riffart, tuvo conocimiento del aporte entregado por esta organización. En la unidad Esterilización supo de las acciones que realizan y pudo concretar una visita en la cual conocieron el complejo caso. Y de inmediato empezaron a trabajar.

De acuerdo a lo manifestado por el encargado de logística de esta entidad, Rodrigo Venegas, la labor desempeñada se enfoca "en las curaciones que le efectuamos a don Arístides, para las cuales gestionamos algunos insumos con el PADI y salimos adelante".

Asimismo, el paramédico se muestra asombrado por la complicada situación que vive esta familia y la fortaleza del paciente. "Tiene un cáncer avanzado y se mantiene consciente y puede comer por sí mismo", apunta, agregando que desde el "'Poli del Dolor' se le está administrando morfina, una solución que se cambia constantemente".

Imbuido más en el tema sanitario, este profesional se suma a los amplios requerimientos que necesita este músico y pintor chilote. Reconoce que en el tema de medicamentos puede tener el respaldo de la red de salud, pero en lo que se encuentran débiles es en útiles de aseo, un ítem primordial para mantener la higiene, en especial considerando las heridas expuestas que presenta el isleño.

Toallitas húmedas, cremas emulsionadas, pañales desechables, sabanillas clínicas desechable son algunos de los artículos que se solicitan para dar una mano a este castreño. Junto con ello, se requieren alimentos especiales, como leche para adulto mayor, Cerelac, Nestum, alimentos no perecibles -contacto al número de teléfono celular 990309848 de Selma Vito-, para aportar un granito de arena en mejorar la calidad de vida de esta persona, un claro ejemplo de la vulnerabilidad y desprotección de nuestros mayores.

"El tumor se volvió más potente y los dolores fueron insoportables".

Selma Vito, esposa, del paciente.

"La gente, la autoridad debe tomar conciencia que estos pacientes necesitan más cosas".

Rodrigo Venegas, encargado, de logística de la, ONG Chiloé SOS.