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Víctor Soto, el pastor de los desamparados del sur de la Isla

En todo un ejemplo se ha transformado la vida de este religioso de Quellón, quien recorre sectores apartados ayudando a la gente, reparte comida a las personas en situación de calle y transformó su hogar en casa de acogida.
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Ricardo Mundaca I.

La vida de Víctor Soto ha devenido en una especie de apostolado. Está dispuesto a tender la mano a quien lo necesita. Es un imperativo para él y lo hace día tras día con un amor que conmueve. No tanto por la demostración cotidiana y sin aspaviento, de hacer el bien sin mirar a quien, sino por su inconmensurable fe en que Dios le ayuda en su misión terrenal pase lo que pase.

Es oriundo de Purranque. A sus 53 años tiene una trayectoria ministerial de 28 y desde hace 12 es el pastor de una congregación evangélica en Quellón donde ejerce su ministerio en la que es su casa-templo y casa de acogida, cuya denominación es Cristo es la única Respuesta. Él vive ahí con su esposa y dos hijos.

Cuenta que estudió teología durante cuatro años. Los dos primeros en la Iglesia Asamblea de Dios de Viña del Mar y los restantes en la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de Temuco. Tras eso relata que estudió en el Instituto Sueco, con profesores de ese país, y ya en 1988 comenzó a ejercer su pastorado. Esa vida lo llevó por distintos rincones del país: Purranque, Osorno, Chaitén, Temuco, Angol, Santiago, Coquimbo, ciudad donde hizo su práctica con la gente pobre, donde seguro forjó su idea de servir y ayudar a los desposeídos. Luego vino Río Bueno y finalmente Quellón.

En esta última ciudad lidera un grupo de fieles en su templo del pasaje Ebenezer N°548, en la zona alta de Quellón. "Este ministerio está compuesto entre 30 y 40 personas, no es una gran cantidad de gente, pero también estamos presentes en el sector de Quilen y Blanchard", señala el pastor.

Sobre estas dos últimas misiones se explaya con orgullo explicando que "cuando llegué no existían. En el caso de Quilen existía un flagelo de drogas y alcoholismo, entonces fui y tomé la sede, en el gobierno de don Luis Uribe. Comencé a predicar el evangelio, con los amigos católicos. Ellos valoraron lo que hice. Ahora tenemos un templo y familias que están convertidas, los mismos que estaban en el alcoholismo fueron cambiando sus vidas". Cuenta que va a este sector todos los días sábado.

Prosigue relatando, ahora, la situación de la lejana localidad de Blanchard. "En ese sector tampoco había iglesia y fuimos en una embarcación y conquistamos ahí como cuatro familias. No tenemos templo, porque no tenemos terreno todavía", enfatiza. Por lo retirado del lugar, él asiste una vez al mes a la localidad. Allá la situación del alcoholismo se repetía, al igual que en la sede de Quellón mismo. El pastor Soto lo manifiesta: "Aquí, de las 25 personas, nueve de los que están dentro de esta congregación son rehabilitados alcohólicos".

Problemática

El flagelo del alcoholismo es un tema relevante, no solo en la ciudad, sino que en la vida del pastor y la de los fieles. "Hay testimonios impactantes. Hay mujeres y hombres, hay un matrimonio que dormía en la calle, que se tapaban con cartones. Son parte de la casa de acogida, por eso están aquí. Hoy son una pareja muy linda, con hijos, totalmente restaurados", relata.

Una de sus obras emblemáticas es la casa de acogida Betesda. Hace cuatro años se estableció el recinto, con personería jurídica a través del Departamento de Organizaciones Comunitarias de la municipalidad local.

Cuenta el hombre de fe que "en todas las ciudades en que estuve, con mi esposa dábamos comida. Siempre ejercimos el poder ayudar a los desamparados. Acá en Quellón se concretó dando comida en el muelle, lo hacemos dos veces a la semana hace más de dos años. Con la gente que entendió la visión constituimos la casa. Tenemos un proyecto bastante ambicioso. Ya tenemos el terreno, que fue cedido en comodato cuando era alcalde Iván Haro, pero con el cambio de gobierno don Cristian Ojeda cambió el lugar y ya está establecido".

Prosigue señalando que "ahora estamos luchando por un proyecto de levantar una infraestructura que reúna las condiciones para rehabilitar a la gente, sacarlos del ambiente, hacerles ver donde llegaron, su miseria. Allí tendremos un listado de actividades para ellos, vivirían encerrados con nosotros rehabilitando espiritualmente su alma y también su cuerpo".

La obra proyecta también realizar talleres para la gente que llegue. Estos, de acuerdo a lo que indica el mismo Soto, "consistirían en acopio de cartón, mueblería, panadería, huertos e invernadero y de recreación. Todo eso incluye el proyecto. Esperamos en Dios pueda funcionar". En la realidad presente la Casa de Acogida está funcionando en el comedor de Cristo Es La Única Respuesta.

Experiencia

Un caso conmovedor que se vive hoy en el lugar es la historia de José Godoy, quien según el pastor "es un hombre que fue atropellado en febrero, se desconoce quién lo hizo, y fue encontrado en el mar por carabineros que lo rescataron porque alguien los llamó".

Asegura en su relato que fue lanzado al agua para ocultar el atropello. La víctima no tiene recuerdos de esa noche, que bien pudo haber sido la última para él, solo señala que despierta con el agua hasta el cuello sin darse cuenta que estaba atropellado producto de la ingesta alcohólica.

El hombre fue hospitalizado e intervenido quirúrgicamente en dos de sus vertebras en el Hospital Base de Puerto Montt, tras su alta, quedó en una situación compleja, por decir lo menos. El hombre no tenía lugar físico donde ir ni menos a alguien que se hiciera cargo de sus cuidados y manutención. Así aparece en la vida de José el pastor Víctor Soto, quien se hace cargo del hombre y lo traslada a su casa de acogida Betesda. Aclara el religioso que no ha sido el único caso que han debido atender.

A pesar de que dice haber tenido ofrecimientos de ayuda para el postrado, hasta la fecha eso no ha ocurrido. El atropellado se encuentra instalado en el comedor de la iglesia donde le han acomodado una pieza. "La iglesia ha asumido la responsabilidad de pañales, alimento y cuidado. Somos 3 o 4 que lo cuidamos, ya que aún no puede ponerse de pie. Acá lo cobijamos", recalca. Señala que el hospital les envió un colchón antiescaras y que don José también es atendido por un kinesiólogo del establecimiento que acude a la casa de acogida.

Víctor Soto oficia de enfermero dándole los remedios a distintas horas del día, aseándolo y cambiándole los pañales. "Acá aprendimos a bañar a gente de la calle, que está botada y parte de sus cuerpos muertos. La situación ha hecho llorar a algunos".

Los gastos en que incurre la organización para solventar los cuidados de José Godoy son a través de donaciones voluntarias. "La casa funciona con puros aportes de amor, los fieles aportan y él come de mi mesa. Con mi esposa siempre hemos compartido nuestro alimento, para cualquiera que pueda llegar. De lo que nosotros comemos comen ellos", señala Soto.

Esta generosidad se extiende a una veintena de personas, mayoritariamente hombres, que pululan diariamente por el sector de los muelles de Quellón. Es fácil reconocerlos, siempre están ahí, desaliñados todos, ebrios la mayoría. El pastor Soto y sus colaboradores acuden todos los viernes y sábados a darle almuerzo a esta gente. Premunidos de un gran fondo con comida caliente, cubiertos, jugo y pan, a veces, cuando hay presupuesto, se acercan y reparten a los presentes su almuerzo. Es conmovedor ver compartir a estos hombres de fe la comida con los desamparados.

Todo el financiamiento de la iglesia y sus obras, el pastor, sus colaboradores y los alimentos que llevan a la mesa de los pobres, lo resume así: "Nosotros vivimos de lo que Dios da. Dios siempre va a proveer más de lo que los hombres puedan dar".

Este pastor tiene un rebaño agradecido. Tanto don José, como los hombres que frecuentan el sector de los muelles en Quellón, lo conocen, le agradecen y se emocionan al recibir tanto cariño sin pedir nada a cambio. Víctor Soto trasunta tranquilidad. Él sabe que Dios proveerá. Por mientras es un ejemplo a seguir.

"Este ministerio está compuesto entre 30 y 40 personas".

Víctor Soto,, religioso del sur de la Isla