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El coro que se libera con la música deja su huella en Ancud

Las 12 integrantes de la agrupación del Centro Penitenciario Femenino de Santiago expusieron su talento y experiencias en el norte de la Isla. Son un ejemplo de superación y convivencia, que es reconocido a nivel nacional.
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Pedro Bárcena González

En la Isla encontraron un respiro. Rompieron ataduras y pese a estar en prisión, se sintieron libres. En sus rostros se observaba la tranquilidad y alegría de salir de la rutina. Hasta compartieron mano a mano con sus custodios. Su experiencia fue inolvidable.

La reciente visita del coro del Centro Penitenciario Femenino (CPF) de Santiago a Ancud marcó un hito dentro de la existencia de este colectivo. Constituyen unas de las experiencias de mayor valor dentro de Gendarmería en el marco de la reinsertación y con su estadía en el norte de la provincia, literalmente, se graduaron.

No fue sencilla la tarea de desplazar a 12 internas de esa unidad penal por casi mil kilómetros. Se necesitó de un amplio operativo de seguridad. Sin embargo, todos los planes precautorios fueron matizados con un ánimo diferente. Existió empatía, al rigor se sumó comprensión y a las órdenes se le incorporó mayor parsimonia.

Este grupo de jóvenes se presentó en el Liceo Bicentenario de la comuna del Pudeto, con motivo de la realización de la cuenta pública participativa del director nacional de Gendarmería, Tulio Arce. Un análisis de la gestión institucional que rompió con el centralismo y por primera vez se lleva a cabo en regiones.

Estrellas

Junto a las palabras y números entregados por la autoridad, las coristas se transformaron en las estrellas de la jornada. Su presentación fue reconocida y aplaudida por los asistentes, fruto del trabajo realizado por un par de años.

Así lo destaca Michelle Barahona, jefa del CPF de Santiago, quien también llegó hasta Ancud destacando que el coro surge dentro de los programas artístico-culturales que bajan a nivel central de la institución.

"Nosotros aterrizamos estas iniciativas en cada penal. Para ello, se contrató un profesor de canto y se dio luz verde al coro. Partimos bajo perfil, solo para actividades internas del penal, y luego lo hemos ido exportando. Eso sí, dentro de Santiago en eventos institucionales, pero primera vez que salimos tan lejos", enfatiza la teniente coronel.

Uno de los grandes objetivos de este colectivo es allanar el terreno para que en otras cárceles se efectúen acciones similares. En su ejemplo está el poder y en su paso por Chiloé estas mujeres lo dejaron más que manifiesto.

"La idea es que otras unidades plasmen esto y se sumen. Todo depende de las ganas que tengan. Las niñas lo reflejaron con este coro, ellas querían pertenecer a él. Por eso, mientras se dan los espacios, la conducta de inmediato mejora", resume la oficial.

Para su visita al Archipiélago, le tocó la responsabilidad de encargarse del seguimiento de las integrantes de esta agrupación a la teniente Marcela Acuña, quien también es parte de la dotación del Centro Penitenciario Femenino de Santiago que tiene una población penal cercana a las 800 personas.

La uniformada, quien también aprovechó el tiempo de compartir en territorio isleño, reconoce que el trato es "bastante cercano" con las reclusas. Una dinámica que encuentra "enriquecedora", más si se tiene la opción de viajar.

Asimismo, la joven detalla que para plasmar todo el talento que ofrecen en el escenario, este grupo de mujeres "cuenta con una sala en la unidad penal donde viene el profesor, con los equipos para ensayar. Ellas se suman como sucede con cualquiera taller que se imparte en el recinto. En la actualidad son 12, dentro de un proyecto que partió hace unos dos años, en el cual se renuevan las integrantes".

Un punto que destaca la teniente es la oportunidad de salir a cantar afuera. No duda en señalar que "todas están muy agradecidas" y lo retribuyen con sus impecables actuaciones. En Chiloé lo reflejaron recientemente, pero también lo han mostrado en el Palacio de La Moneda, donde cantaron para la Presidenta Michelle Bachelet, como igualmente sucedió en la cuenta pública de la Defensoría Penal Pública.

Experiencias

En cada una de sus entonaciones, en el menor detalle sobre el escenario y el mínimo gesto que ofrecen al público, estas coristas demuestran su experiencia. No son vivencias marcadas por su pasado delictivo, sino ilusiones de un futuro mejor, sin el lastre de los barrotes. De verdad que se sienten libres.

Junto a esta posibilidad de encontrar un momento verdaderamente sanador, estas mujeres no eluden su responsabilidad frente a todos quienes las escuchan. Son mateas y buscan plasmar sus horas de ensayo con el mejor show.

Tal como explica Ana María Marchant (40), quien se encuentra presa por un delito de drogas, esta iniciativa "es una bonita experiencia y lo mejor es que abre puertas a futuras generaciones de internos para desarrollar talento y cumplir objetivos".

Esta santiaguina aprovechó la opción de sumarse a una de las tantas actividades que se imparten en el CPF, más si puede pulir sus talentos. "De chica he cantado y me enteré que había un coro y me permitieron participar. Llevo casi un año dentro del grupo, es una experiencia buenísima, nos reímos y compartimos harto", apunta.

Pese a ser una de las mayores del conjunto, Anita se integra sin complicaciones, en especial, aprovechando las alternativas que existen dentro de esta iniciativa, como salir a otros destinos.

"Yo conocía Chiloé, pero volver después de tantos años y en diferentes circunstancias es especial. Todo esto lo tomamos de la forma más positiva, rescatamos lo mejor", manifiesta.

En tanto, su compañera de grupo, Viviana Coñomán (32), quien se encuentra cumpliendo condena por un robo, recalca que se integró al coro aprovechando sus capacidades musicales. "Hay varios cursos obligatorios en el penal y está este taller, y como toco instrumentos: guitarra, teclado, violín y otros, supe del coro y pese a que nunca he cantado tan bien, me sumé y me ha servido mucho", explica.

Pese a que todas corresponden a diferentes secciones del recinto penitenciario y que no se conocían, en torno a la música este grupo se ha hecho inseparable. "Llevo un año y dos meses y somos una familia", comenta la joven, detallando que "nos juntamos a ensayar de lunes a viernes de 11 a 13.30 horas", aclara.

Su viaje a Chiloé lo califica como una experiencia maravillosa. No conocía la Isla y quedó asombrada: "Al estar presa una nunca piensa que existen estas posibilidades de salir... el viaje a Chiloé fue espectacular, el cruce por Chacao, conocer Ancud, estoy feliz".

Sthefanie Lobos (25), quien cumple una sentencia de 5 años de presidio por un asalto, por primera vez que conoce el territorio insular. Un viaje que marca su último periplo de reclusión. "Me quedan cinco meses para salir a la calle y esto muy contenta por poder estar en un grupo en el que podamos salir. Hace un año y medio que estoy en el coro y he participado de todas las salidas, pero esta es especial", expresa.

Por su parte, Jazmín Pavez (21), quien también debe purgar 5 años de presidio por un robo con intimidación, asegura que se interesó en el coro "porque me gusta cantar, viajo con la música, me expreso con ella, uno se libera".

Reconoce que las presentaciones en la Plaza de la Constitución junto a la mandataria, en el Congreso, o en la Universidad de Chile fueron "espectaculares", pero nada se compara a lo vivido en Chiloé. "Acá es especial, nunca había venido, además que las funcionarias se han portado excelente. El viajar es valioso, somos una familia y estas salidas son muy buenas", añade con la ilusión de regresar a la provincia con sus compañeras, esta vez sin resguardo, libres y solo guiadas por su voz.