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Valoran trabajo de la fallecida partera Guberlinda Mansilla

La quinchaína fue enterrada el viernes, el mismo día de su cumpleaños número 102, luego de una intensa vida, donde ofició en una de las tradiciones más arraigadas de nuestro mundo rural, la cual de a poco se va apagando.
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El mismo día de su cumpleaños número 102 fue sepultada en Castro una de las últimas parteras de Chiloé.

Guberlinda Mansilla, mujer originaria de la isla Llingua, comuna de Quinchao, dejó de existir el jueves 19 de mayo, en la víspera de su cumpleaños, dejando un legado inmenso en la cultura del pueblo chilote por su labor desinteresada e incansable de largas décadas en que trajo gente al mundo, ofició de sanadora de grandes y chicos e incluso en el camino "resucitó" a más de alguno.

La última partera de la 'Isla de la Ballena Dormida' nació el 20 de mayo de 1914 en la misma ínsula que le vio crecer, casarse, tener hijos, nietos y bisnietos, y traer al mundo a más de 30 vecinos, a los cuales también vio crecer, casarse y tener descendencia a la que ella también atendió.

Se quedó viuda joven de Manuel Antonio Mansilla y con 7 hijos a cuestas, por lo que debió hacer de madre y padre, realizando labores a las que nunca le hizo el quite, de acuerdo a lo que relata en uno de los videos que grabó con ella el médico cirujano de la Unidad de Salud Colectiva del Servicio de Salud de Chiloé, Jaime Ibacache, quien conoció de cerca su trabajo.

un siglo

"Yo no fui enfermiza, me aguantaba, tenía algunos resfríos por ahí. Trabajé como un hombre, porque mi marido murió joven", contaba la chilota en la última entrevista dada a este galeno, en la que a sus 100 años Guberlinda explicaba que su longevidad y buena salud se debían a su alimentación, actividad y forma de vida. "…Eso sí que bien alimentados, no nos hacía falta vaca parida, tomábamos leche en vez de agua, hacía harina, teníamos chicha y unas olladas de chupilca tomábamos, no teníamos hambre", contaba la desaparecida chilota.

"En ese último video está claramente demostrado por qué la gente vivía tantos años, por su tipo de relación con la naturaleza, con la familia, con la comida misma, con el mar", apunta Ibacache, respecto al relato de la partera.

El médico hace un análisis más profundo acerca del legado de la antigua habitante de Llingua indicando que "otra cosa que ella nos cuenta en el video es de cómo la gente ha ido migrando desde su isla, justamente producto del modo de desarrollo, con la aparición de la salmonicultura, donde toda la gente del campo se fue a pequeñas ciudades aledañas, como Dalcahue, Achao o el mismo Castro".

Suma el profesional que "estas personas comenzaron a enfermar, entonces llama la atención, porque están más cerca de los médicos, y ella misma lo dice en el video: ahora todos se fueron y están al pie de los médicos, lo que se puede leer de dos formas, que están muy cerca de los médicos o que son presa de los médicos".

Sanadoras

En el plano de la labor que hizo conocida a Guberlinda Mansilla, Ibacache comenta que "ella, como otras, no son solo parteras, sino sanadoras en el sentido general, porque saben tratar una serie de otras enfermedades naturales, enfermedades propias de la cultura y, entre eso, hacen también la labor de partera, no está dividido el rol como lo tenemos en nuestra sociedad occidental, donde hay matronas, enfermeros, médicos, sino que ellas son mucho más integral y reconocidas por la comunidad también, porque son capaces de atender y ayudar a las mujeres a parir, pero al mismo tiempo también hacerse cargo de las enfermedades del recién nacido y después de los niños".

De esto, la propia Guberlinda explica como entrevistada en uno de los videos que "yo también le hice un poco al matroneo, trabajé con eso", recordando uno de los casos que le tocó atender, rememorando que "nació muerto y le corté la tripa del ombligo, le marqué nomás y le soplé".

El testimonio de la mujer corresponde a un nacimiento en que el bebé estaba aparentemente sin vida y ella lo habría resucitado. "Después ese hombre fue casado y tuvo 2 niñitas, y vivió muchos años", advierte.

Pero su hija Edith, en un relato del blog Salud Colectiva Chiloé, precisa que ese fue solo uno de los casos de ese tipo que su madre atendió, aseverando que "muchas veces usaba la respiración de una gallina para hacer volver a las guagüitas que nacían asfixiadas o muertas. También recuerda haber resucitado un niño de 8 años asfixiado por una lombriz en la garganta".

Añade la descendiente de "Doña Gube", que "también colocaba inyecciones en esos tratamientos largos de tuberculosis, sombras al pulmón, neumonías, etcétera. Hacía curaciones de quemaduras, heridas fuertes y quebraduras, y después lo enviaba (al paciente) al hospital, encontrándolo el médico del hospital todo en perfecto estado".

"Es importante reconocer la labor de estas personas, que estando tan aisladas tienen una forma de vida que las hace vivir tanto tiempo, que no solamente tiene que ver con la dieta, sino con su relación con el mundo, con los vecinos, con la familia, toda esta cosa colectiva", analiza Ibacache la vida de la recién fallecida isleña y su legado.

Quien también coincide en que es necesario reconocer la labor de "Doña Gube" es el profesor, músico y encargado de Cultura de la Municipalidad de Quinchao, Ramón Yáñez, quien expone que "ella es una de las últimas representantes de estas mujeres que entregaron esta labor humanitaria de altas proporciones, porque cuando no existía la ciencia médica en esos lugares eran vitales para las mujeres que iban a traer niños al mundo".

Añade el fundador del conjunto Caituy que "una de esas personas fue la señora Guberlinda, como también lo fue doña Julia Paillacar de Apiao y tantas otras mujeres, que muchas veces se desconocen en la cultura tradicional de Chiloé; por lo tanto, la partida de la señora Guberlinda también es una pérdida para la tradición chilota, porque su labor no tiene parangón en la historia de la salud de la provincia.

De esa pérdida cultural, Yáñez especifica que "yo tuve la dicha de conocer también a doña Julia Paillacar en Apiao cuando yo hacía clases allá y a través de ella yo quise reconocer la labor de todas estas mujeres y por el año 1990 grabé la canción que se llama 'Mi vieja partera', que era un homenaje a todas ellas que hacían esta labor de forma desinteresada, a veces a las 2, las 3 o las 4 de la mañana, sin recibir nada a cambio, y un gran valor que tuvieron las parteras es siempre haber estado presentes en la vida del pueblo chilote".

"Nació muerto y le corté la tripa del ombligo, le marqué nomás y le soplé".

Guberlinda Mansilla,, partera de Llingua.

"Muchas veces usaba la respiración de una gallina para hacer volver a las guagüitas que nacían asfixiadas o muertas".

Edith Mansilla,, hija de Guberlinda.