A casi 2 meses de iniciada la mayor rebelión chilota del siglo, el tema obligado en las reuniones, conversatorios, es si queremos o no continuar con este sistema político/económico que ya no es solo amenaza de daño, sino que ya está aquí con la industria salmonera, minera, forestal y su guinda de la torta: puente Chacao.

No pretendemos descubrir la pólvora, el sistema del capitalismo excesivo como el chileno, no tiene valores, no respeta cultura, no tiene conciencia y no conoce sentido común. Nos caló hondo con el vertimiento de salmón descompuesto, el silencio de las autoridades y la falta de acciones concretas, que son "obligación" para los cargos que ocupan.

Reflexionando profundamente, lo que está sucediendo aquí es que nos estamos enfrentando a la devastación de la chilotidad, esa chilotidad que se niega a morir en el mundo rural y las maravillosas islas pequeñas de este archipiélago encantado: ¿estamos dispuestos a ser cómplices de la desaparición de una cultura única en el planeta, a cambio de migajas?

Si queremos que las futuras generaciones conozcan Chiloé, tenemos camino: el desarrollo sustentable. Por milenios, los ríos nos han enseñado, bajando desde las cordilleras milenarias. También los primeros escritos por ahí por el año 1500: "a los chilotes no les importaba el conti, su vida era su archipiélago y de este al sur" nos dejaban de legado. Es imprescindible volver la mirada a esa esencia, a esa manera de ser, vivir y estar en el mundo.

Hoy, ante la dura y triste situación social, legítimamente compartimos la inquietud: ¿Continuar informando y generando conciencia? o ¿entrar a la cancha en la política local? Nuestro presente y futuro dependerá de esa decisión! Hacemos una convocatoria a toda persona conciente y de bien común a que participe, a que se sume y postule a cargos electorales. En esto último, el gran Platón nos dijo hace siglos: "el costo de desentenderse de la política, es ser gobernado por los peores".

¡De esto algo sabemos los chilotes!