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La historia de lucha e inclusión laboral de dos jóvenes isleños

A horas que se inicie la Teletón, estos castreños comparten su experiencia de cómo han podido insertarse al mundo del trabajo pese a sus discapacidades. Un logro que los incentiva a ver la vida de una forma positiva.
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María Eugenia Núñez G.

A escasas horas de que se inicie en nuestro país la cruzada solidaria para los niños y jóvenes que son rehabilitados por la Fundación Teletón, son muchas las historias reveladoras de hombres y mujeres que luchan día a día para ser parte de esta sociedad poco inclusiva y que muchas veces les pone obstáculos para su inserción al mundo del trabajo.

En Castro dos adultos jóvenes han sabido sortear la adversidad y mostrarle a muchos que la inclusión laboral de la cual son parte les ha brindado la posibilidad de mejorar su calidad de vida, desarrollar sus potencialidades y ser parte de un equipo humano que los quiere y respeta.

Una de ellas es Sintia Navarro, operadora de la sección de frutas y verduras del supermercado Unimarc de la capital chilota. La joven a sus 33 años lucha diariamente contra un lupus, artrosis en las rodillas, un desplazamiento de rótulas, fibromialgia, diabetes y una hernia umbilical.

"Mis enfermedades se me desarrollaron después que nacieron mis gemelos hace siete años, yo antes era una mujer sana; sin embargo y pesar de este cuadro, casi no he tenido crisis, creo que por mí misma postura de andar siempre alegre, tirar para arriba y no pensar en mis enfermedades", indica la isleña.

Suma que "mi reto personal es levantarme todos los días, hay días en que me cuesta mucho el poder desplazarme a pesar de la ayuda de mi bastón, pero sigo adelante sin bajar los brazos porque me siento agradecida de poder trabajar, de poder criar a mis hijos y que mis compañeros me acepten tal cual soy".

Sintia ingresó al establecimiento comercial de calles O'Higgins y Sargento Aldea hace diez años, primero como guardia, luego se desempeñó como cajera y en el área del servicio al cliente.

"Realmente las he hecho todas, pero aquí estoy como me ven, paradita", aclara.

En cuanto a las jornadas difíciles en que el cuerpo simplemente no la acompaña, confiesa que "es un esfuerzo con el cual ya he aprendido a lidiar, hay días en que me duelen mucho los huesos, se me hinchan las articulaciones de las manos y pies pero vengo igual a trabajar; por lo mismo, doy gracias porque cuento con permisos para mis controles y por suerte no he tenido crisis severas, como le sucedió a una amiga que le dio un infarto lipídico y quedó ciega".

Sentada pesando frutas y verduras o ayudando en la colocación de estos vegetales en las estanterías, Sintia sentencia que es una persona agradecida.

"He aprendido a ver la vida de otra manera, más positiva, por lo mismo es que me esmero en entregarles siempre un buenos días y una sonrisa a los clientes, no pienso en echarme a morir", acota.

Asimismo, la mujer llama a los chilotes a trabajar por una sociedad inclusiva. "Mucha gente no entiende lo valioso que es para quienes tenemos un grado de discapacidad el poder trabajar, el poder ser parte de un grupo humano, nosotros somos un aporte a esta sociedad, no nos tienen que discriminar", subraya.

Otro Esfuerzo

En el mismo recinto labora también Héctor Ovando, joven mudo de nacimiento que se desempeña como encargado de mediciones del local.

Con la ayuda de sus propios compañeros se logra comunicar gracias a que puede leer los labios y, al igual que Sintia, agradece la oportunidad de empleo que la cadena nacional minorista le entregó desde hace cinco años.

"Entré como reponedor, con el tiempo me ascendieron y soy el encargado de medir los productos básicos que deben estar en el supermercado cada día, me gusta mucho lo que hago, me siento feliz de poder trabajar y con ello ayudar a mi familia", afirma el castreño de 30 años.

Héctor precisa que la sordera no le ha impedido realizar dos de sus hobbies: jugar Play Station y fútbol.

"También me gustan mucho las matemáticas y a pesar de que hoy vivo solo, me gustaría en un futuro tener una polola e hijos. Disfruto también estar acá porque el ambiente laboral es muy grato y me puedo comunicar con mis compañeros porque desde pequeño aprendí a leer los labios y los gestos de las manos", asevera el exalumno del Liceo Politécnico.

En cuanto a la posibilidad de desarrollarse laboralmente, menciona que "es algo que agradezco, todos somos un aporte, todos nos esforzamos por salir adelante".

Ambos, tanto Sintia como Héctor, explican que en su trabajo y junto a sus compañeros llevan reunidos más de 800 mil pesos para aportar a la Teletón porque "es una causa que no solo nos toca a nosotros, sino a todos los chilenos".

empleador

Desde la gerencia zonal de Supermercados Unimarc, Ismael Velásquez, comunica que la firma desde hace años mantiene como política la inclusión de personas con capacidades especiales, añadiendo que los resultados han sido muy positivos en el tiempo.

"Para la empresa es de alta importancia el contar con esta alternativa de integración de personas con una discapacidad, ellos dan un muy buen servicio y son muy comprometidos con sus labores. A nosotros esto nos ha significado una ganancia hacia nuestros clientes, en la cercanía que ellos tienen con la comunidad que va acorde a nuestra visión que tenemos como compañía", consigna.

La fuente además insta a otros empleadores a emular esta política de integración.

"Más que llamado, creo que es bueno comentar nuestra experiencia, la que ha sido muy positiva. El fomentar la inclusión nos ha generado una cercanía, un empoderamiento con nuestras comunidades donde ven cómo nuestros trabajadores le ponen empeño en hacer bien sus labores, dedicación y garra por salir adelante pese a las dificultades", concluye el ejecutivo.

"Mi reto personal es levantarme todos los días, hay días en que me cuesta mucho desplazarme".

Sintia Navarro,, trabajadora de, supermercado Unimarc."

"Aprendí desde pequeño a leer los labios e interpretar las manos para poder comunicarme".

Héctor Ovando,

joven sordo que labora en supermercado Unimarc."