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Encuentro con Valeria Sarmiento, más que la viuda de Raúl Ruiz

Fue musa, pareja y colaboradora del director de cine de familia chilota. Porteña de cuna, su mirada aguda al sistema, la política y machismo trasciende fronteras. Sea en Chile, Europa o el mundo, su propuesta no deja indiferente. ¡Acción!
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Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso

"Cada película tiene una película secreta detrás". Raúl Ruiz, director de "Palomita Blanca".

Es viernes. Precisamente ha empezado otra película de y en homenaje, pero no al mítico cineasta de ascendencia chilota ("la mitad de mi familia es de allá", confesaba en vida), sino a ella, la que fue su mujer por más de cuatro vibrantes décadas.

La puerta de acceso -y salida- de la Cineteca PUCV se abre de par en par. Mientras comienza a rodar su última cinta de la jornada semanal, aquella reservada mujer de garbo sale con cierta prisa dejando atrás una curiosa sala que solo quiere empaparse de su talento al metraje.

Afuera, ella camina hacia las entrañas de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso donde se proyecta un ciclo en su nombre. Resuelta, y segura de sus pasos, avanza. Incluso ahora, en que casi la distraen los alumnos, las paredes salpicadas en carteles que llaman a resistencia y recovecos varios que allí se le anteponen bajo el cielo porteño que ya oscurece en arreboles.

Se detiene. Observa. Las voces murmuran tras ella. Las voces siguen aquí, pero ella parece pensar en silencio. Sube unas escalinatas y sólo allí, en el silencio de un rincón ajeno al bullicio, suelta una sonrisa… tal vez a modo de relajo.

¡Corten!

Valeria Sarmiento, a sus 68 años, parece tener más rollos vivenciales que sus propias películas. Ella, la viuda del, a juicio de entendidos, mejor cineasta que ha pujado nuestro suelo patrio (con permiso de Miguel Littin), como lo fue en vida el oriundo de Puerto Montt Raúl Ruiz, hasta su muerte en 2011, retuerce su cuello. Y clava una inquisitiva mirada con su ceja izquierda tan elevada que parece una v invertida. De vacilación.

-Hola, disculpe. ¿Podría darnos un tiempo para La Estrella?

-Okay, pero... ¿qué quieren saber?

Es el momento. También lo cree nuestro gráfico. Le sugiere unas fotografías en la terraza del último piso. Esquiva, Valeria, de golpe, solo atina a una lacerante negativa. Y con ella, un comentario, sin medias tintas, como sus viscerales filmes que escanean al alma humana.

-No me gustan las fotos. Además los fotógrafos son bien especiales- responde.

La cineasta sabe de lo que habla. Se mueve en ese ambiente de luces, artistas, egos e intelectualismo ligado, a veces, a las poses. Pero lo suyo pasa por quienes son capaces de crear obras que sacudan conciencias. Que remecen hasta el tuétano. Donde el crudo mensaje, en su caso, está envuelto en arte.

En mi mano está aquel instructivo folleto de la PUCV que dice a modo de resumen biográfico que Valeria Sarmiento (Valparaíso, 1948) se formó como cineasta en la Escuela de Cine de Viña del Mar, fundada por Aldo Francia, y el año 1969 contrajo matrimonio con el cineasta Raúl Ruiz, con quien colaboraría artísticamente hasta su muerte, montando muchas de sus películas.

Que como directora ha realizado más de 20 filmes, entre documentales, series televisivas y largometrajes de ficción, algunos de los cuales han recibido importantes premios internacionales, como "Mi boda contigo", que obtuvo el premio a la 'Mejor Primera Película' en el Festival de San Sebastián en 1984, o "Las líneas de Wellington", que fue escogida para representar a Portugal en los premios Oscar del año 2013.

Aunque reside en París desde 1973, visita frecuentemente Chile, donde ha filmado varias de sus películas, las que se caracterizan por abordar la situación de la mujer en su cultura machista y reivindicar su mirada frente a los eventos históricos.

En la intimidad

Valeria Sarmiento nos cuenta -ya más animada- en aquel rincón solitario, que llegó a la ciudad portuaria desde su departamento en Providencia. Dice que tiene siete meses de estar en el país abocada a su nueva serie: "Duro, la he filmado en invierno".

Pero las maletas están por partir de vuelta a París. Allá encaminará al celuloide "Pista de hielo", del escritor Roberto Bolaño.

-¿Cuándo nace su inspiración en el séptimo arte?

-De pequeña iba todas las semanas al cine. Mis padres me llevaban a ver tres películas a la semana. Me nutrí del buen cine americano y europeo: a los 13 años devoré el cine de Fellini ("8 y medio") e Ingmar Bergman. Fantástico.

-¿De dónde es usted?

-Nací en Valparaíso. Viví hasta los ocho años en cerro Mariposa. Luego con mi familia nos fuimos a Recreo, en Viña del Mar...

A Raúl Ruiz, quien ya había filmado "Tres Tristes Tigres", Valeria lo conoció a los 20 años y en una fiesta universitaria de fin de año. "Era casi mechona en la Escuela de Cine de la Universidad de Chile. Él hacía clases en la UCV", comparte.

Nueve meses después, el flechazo mágico: contrajeron nupcias. "Guardo los mejores recuerdos. Fue maravilloso, imagínate: ¡42 años juntos! Una convivencia muy linda. Crecimos -en todo sentido- juntos". Eso hasta que llegó el golpe de Estado...

-¿Cómo lo vivió?

-Raúl tuvo que salir el 12 de octubre de 1973. Luego yo, un 21 de noviembre del mismo año. Primero llegamos a Berlín Occidental por 3 meses, para luego pasar y radicarnos definitivamente en Francia.

-¿Qué recuerda del exilio?

-Los dos primeros años fueron muy duros. Hay que aprender idiomas, habituarse al lugar, realizar pegas que uno no está acostumbrado. Pero con el tiempo, eso permite que uno crezca, aprenda y entienda cómo funcionan otros países. Trabajamos en muchas partes del mundo: Europa, América Central, Cuba...

-Usted ha ganado premios… (se adelanta)

-Sí. Yo estaba filmando en Cuba un documental para la TV francesa cuando me avisaron que había ganado el premio Donostia, del Festival San Sebastián, en 1984.

A propósito (y en un aparte), "Las líneas de Wellington" trata de una película que muestra la primera derrota de Napoleón Bonaparte y su poderoso ejército francés que la tuvo nada menos que en un país pequeño en aquella época, como era Portugal.

-¿Cómo era Raúl?

-Un gran artista. Contenta y orgullosa de haber compartido mi vida junto a él.

-¿Qué opinión tiene del cine chileno?

-En Francia casi no llega. He visto poco; me ha gustado. Pero acá es un desastre la distribución. Por ejemplo, quise ver 'Rara' y ya no estaba en cartelera. ¡Me la quitaron!

De macho playboy

"Las mujeres son como el pan: saben ricas calientitas", se escucha un sazonado acento centroamericano al otro lado de la pantalla. Un tipo de bigote, patillas y camisa semiabierta que deja entrever pelo en pecho a la usanza del Casanova setentero, asegura ser todo un semental: ha procreado a varios hijos con muchas mujeres. También relata orgulloso que ir de prostíbulo en prostíbulo es de varón, mientras de fondo suenan rancheras y boleros.

En la toma siguiente, su mujer, embelesada con tamaña virilidad, lo ve como el marido ideal. Más adelante, habrán testimonios desgarradores desde la 'cana' de sujetos que mandaron al más allá a sus parejas porque, a juicio de ellos, se lo merecían por osar mirar a otros.

Es la cruda y a su vez amorosa temática de la película de 1982 "El hombre cuando es hombre", que genera ruidosos aplausos en aquellas butacas de la Cineteca de la PUCV y muy en sintonía con el lema #NiUnaMenos.

Paréntesis: el 25 de noviembre se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. De acuerdo a la ONU, 60 mil mujeres son asesinadas cada año en América Latina. En Chile, 34 femicidios en 2016.

Entre las penumbras de la proyección, su guionista y directora vuelve a ubicarse en la fila junto a sus hermanos que hoy la acompañan en su oda contra el machismo.

Minutos antes, Valeria Sarmiento, con un timbre vocal capaz de cautivar hasta la introspección, no fue esquiva con ese tema. Y responde, a su manera, acerca del filme que cierra su ciclo en la PUCV. "Esta película ('El hombre cuando es hombre') ilustra el discurso de los machos". Y agrega: "Quería entrevistar a alguien que haya matado por amor. Así llegué a Costa Rica, donde la filmé con apoyo financiero de los alemanes: les vendí romance. Y fue fantástico: que defiendan ese derecho de matar por amor".

No es un misterio que Valeria Sarmiento derroche aquella culta mirada profunda y femenina. Todo sobre el "derecho paterno", como calificaba al machismo el antropólogo francés Lévi-Strauss.

Confiesa que de joven se nutrió a escondidas de las novelas tipo Corín Tellado para urgar en la temática machista. De allí que su cine hile este patrón, ya sea en documental, guiones o series como el nuevo proyecto -en 10 episodios y de 50 minutos- que nos asegura está por lanzar este 2017. Será en TVN y se titula "Casa de Angelist". Data de la época de fines del gobierno de González Videla y principios del de Ibáñez, cuando la mujer vota por primera vez en Chile. "Se verá la situación de la mujer en esos años en el país", adelanta.

Cuenta que está en una cruzada para salvaguardar, restaurar y recuperar todo el extenso material cinéfilo de su marido.

Sin embargo, como aseveraba Raúl Ruiz: "Los chilenos tenemos el síndrome de los perros chicos: solo le ladramos a los perros grandes". Y algo de eso podría padecer su viuda, quien con carrera en el exterior, pudiera ser apuntada con dardos cargados a cierta tirria ideológica.

Su trayectoria hace escudo y oídos sordos. Como en el estadio -y con cierto aire a la Presidenta Bachelet-, se le sale un gracioso chilenismo ante la última instantánea para ilustrar mejor este singular encuentro: "Pucha, no más fotos... ¿Estamos?".